La euforia y la alegría de los argentinos no se puede medir, pero menos podemos dimensionar la alegría que se vive en Rosario, más precisamente en la casa de los Messi que desde el domingo se abrazaron a Lio y no lo soltaron. La primera copa para Lionel Messi con la Selección mayor, fue motivo de sufrimiento y muchas emociones para su familia que cumplió con todas las cábalas el sábado.
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Una voz inusual se escuchó este lunes en el programa del “Pollo” Álvarez: Celia Cuccittini, la mamá de Messi, habló luego de la consagración de su hijo y reveló las cábalas que mantuvo la familia para la final anta Brasil. Aseguró que está “pasando por todas las emociones. Ayer pudimos disfrutar todos juntos, pudimos estar con él. Estamos felices”.
Celia contó que el sábado se vivió con mucho nervio ya que sabían que era una de las últimas chances de que Messi se consagre con la camiseta de Argentina. “Fue duro, re duro. Pero tenía fe en Dios que me iba a conceder este milagro”, aseguró esta madre orgullosa en su máximo esplendor por ver que el sueño de su hijo se vuelve realidad después de tanta lucha.
A medida que la charla avanzaba en “Nosotros a la mañana”, la mamá de la “Pulga” dio detalles de como vivieron la final en familia: “El partido lo vio cada uno en su pieza”, detalló y remarcó que solo se abrazaron y festejaron todos juntos cuando el árbitro dio el pitido final, “antes no”.
“Yo me pongo muy mal, estaba con todos mis santos alrededor en mi cuarto. Hice un ritual”, confesó y remarcó que toda la familia vio el partido en el mismo lugar en el que vieron el partido de semis ante Colombia: “Mis sobrinos y los hermanos se juntaron en su casa con sus hijos y mi nuera (por Antonela Roccuzzo) con la madre, siguiendo todas las cábalas”.
Con cábalas o sin, el capitán de la Selección Argentina logró levantar la copa y alegrar a todo un país y gran parte del mundo, porque el amor por uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol no entiende de límites. En la cancha, Leo antes de festejar llamó a Antonela Roccuzzo y sus hijos, luego a sus papás; Celia contó que siempre lo hace y el sábado no iba a ser la excepción.
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El domingo, ya en Rosario, los abrazos, besos y cánticos no faltaron, porque eso es lo mínimo que se merece Messi luego de demostrar tanto amor por la camiseta Argentina y levantar una copa luego de 28 años de sequía en la Selección mayor.