La dirigencia de los partidos mayoritarios ya abandonó la pretensión que tenía hace un par de meses: no sabrá con certeza cuándo la recesión económica toca su piso y hasta dónde extenderá su duración.
Como tantas otras veces, estará obligada a tomar decisiones a tientas. No sólo las resoluciones diarias que demanda la administración. También las decisiones estratégicas para la competencia política que ya está abierta para el año electoral.
Porque entre otras cosas, el gradualismo se llevó a la tumba la previsibilidad electoral que hace un año parecía encaminada.
Cuando el Senado apruebe el nuevo Presupuesto del déficit cero, la elite dirigencial se despedirá del escenario del acuerdo y cada cual regresará a su parcela a velar las armas para el año de la maratón presidencial.
La reunión del Grupo de los 20 le permitirá a la corporación política tener una mirada cercana y privilegiada de las tendencias contradictorias que azotan al orden global. Cuando ese despliegue de novedades concluya y el país político compruebe de primera mano que el mundo no aguarda a los indolentes, ya tendrá ante sus narices el último tramo del año.
Con el fantasma de un nuevo default ya despejado, quedará para diciembre la incógnita del clima social hostigado por la retracción brusca de la actividad económica.
En el gabinete de Mauricio Macri se entusiasman con el anfitrionazgo en el G-20. Anticipan que más allá de las reuniones propias de la cumbre de los países más poderosos del mundo, ya están en carpeta al menos tres reuniones de Estado del presidente argentino. Con el norteamericano Donald Trump, el chino Xi Jinping, y el ruso Vladimir Putin.
La intensidad de ese ajedrez simultáneo entre potencias rivales, requerirá de Macri destreza diplomática y una combinación de audacia y cautela acorde a las circunstancias.
A escasos días de ese compromiso, el Presidente tropezó al enredarse en una polémica menor, tentado por su afición al fútbol, el espectáculo de masas que le abrió las puertas a su vida política.
Quienes lo conocen, aseguran que habitualmente Macri duda de pocas cosas. Nunca de sus conocimientos sobre fútbol. Pero lanzado a opinar con entusiasmo sobre un evento deportivo, terminó sembrando dudas innecesarias. Otra vez la comunicación del Presidente se enmarañó en la trama cada vez más compleja de redes sociales y medios masivos.
Después de todo, el mismo país que desde hace años no puede garantizar la seguridad de su competencia deportiva más popular es esta vez el país que tiene que organizar sin incidentes la cumbre de los jerarcas más amenazados del planeta.
De todos modos, el clima interno en el Gobierno ha mejorado porque el equipo económico asegura que lo peor de la tormenta ya pasó. Aunque con un torniquete monetario que ahoga a la economía real, el Banco Central consiguió un mes de estabilidad cambiaria que saca al dólar de las encuestas y en las oficinas de Nicolás Dujovne estiman que desde este mes la inflación podría empezar a ceder.
Es una percepción que está todavía muy lejos de lo que padece la sociedad cuando le llueven noticias como un nuevo aumento en el precio de los combustibles. Por eso, en la Casa Rosada encendieron los alarmas con la conquista obtenida por los camioneros en una paritaria rodeada de un clima enrarecido, con indagatorias judiciales por corrupción en el medio, y una polémica misa de respaldo eclesiástico en Luján.
Pese a esto, en sus evaluaciones más reservadas, algunos dirigentes del peronismo con responsabilidad territorial ya admiten que pese a la crisis economica, el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario alejó un escenario de crisis política por una nueva cesación de pagos de la deuda externa.
El reflejo de esa convicción comenzará a verse en los próximos días. Los plazos que establecen las legislaciones provinciales para convocar a comicios desdoblados de la elección nacional están próximos a vencerse, especialmente en los casos en los que existen normas propias para elecciones primarias.
Si las provincias justicialistas comienzan a descolgarse en cascada con elecciones anticipadas, es porque las perspectivas de unificación en torno a un candidato presidencial están agotando su tiempo de maduración y espera.
Sólo Juan Urtubey en Salta anticipó que correrá esa carrera y para acompañarlo, su provincia votará gobernador en octubre. El intendente de la capital provincial, Gustavo Sáenz, abandonó hace tiempo el Frente Renovador de Sergio Massa y se acercó a Cambiemos. Para enfrentarlo, Urtubey intentaría sumar a la actividad política al cantante Jorge Rojas.
La estrategia opositora sigue bloqueada por Cristina Fernández. El impacto de la derrota del PT en Brasil ha sido fuerte. La inesperada polémica entre el exministro Julio De Vido y el dirigente social Juan Grabois puso en evidencia esa realidad.
Grabois se ha lanzado a la actividad política con una propuesta central: Cristina debe ser candidata, desprendiéndose de su entorno cuestionado por casos de corrupción. Desde la cárcel, De Vido lo trató de vigilante.
Trascendió además que a la propia expresidenta -procesada en varias causas y con sus hijos en la mira de los fiscales- tampoco le agradó la cirugía reconstructiva propuesta por el asesor de Francisco.
La fractura expuesta se sumó a las excusas públicas del obispo Agustín Radrizzani por la misa que organizó para la familia Moyano. En pocos días, el Vaticano tuvo que disculparse por la endeblez de su proyecto Walesa.
Y mientras Grabois elaboraba su propia lista de la blancura para lo que él imagina como el arca de Noé, De Vido se quejó desde su celda.
Cuando se agita en desorden, el peronismo no respeta ni la infalibilidad del Papa.