“No hay plata”, aseguró Alejandro Vaccaro, presidente de la Fundación El Libro, en su mensaje a Javier Milei, para advertirle que, de llegar a ir a la Feria del Libro, los gastos deberían correr por su cuenta. Finalmente, el mandatario nacional desistió y la presentación de su libro será en el Luna Park. No obstante, y para retomar, es cierto: para este sector, no hay plata.
Vía País dialogó con los libreros Federico Majdalani, de Mendel (Palermo), y con Diego Monrroy, de Bouquinistes de Talar (El Talar). Ambos repasaron la actualidad del mercado, los costos del papel, quién gana y qué pasa con la lectura hoy en día.
Para Monrroy, el resultado de la gestión Milei hasta el momento -y en lo que respecta a su sector- se resume en una sola palabra: “Trágico”. “La gran devaluación disparó los precios, que no se corrigieron de una vez, se hizo por tandas que se fueron superponiendo. Los aumentos son continuos. Antes era más organizado: el aumento era a partir del 1° de mes. Ahora empezó a pasar que editoriales suben el 1°, otras el 15, otras el 20... Hay una desorganización bastante grande”, explica Monrroy.
Por su lado, Majdalani advierte que tras la asunción de Milei, la caída de las ventas en esta industria fue alrededor de un 30%. “Los precios subieron mucho después de asumir el nuevo presidente previendo la devaluación y el impacto en los costos en dólares, tanto de las editoriales que traen libros de afuera como las que editan en el país y tienen que asumir el precio del papel”, indica.
En la actualidad hay libros que pueden llegar a costar $ 30.000 o $ 35.000. La ganancia de los libreros es del orden del 20 al 30% del precio de tapa. El resto, todo costo.
El papel, lo que el oro
Monrroy explica que actualmente el precio del papel “se come cada vez más la torta del valor de un libro”. “Esa porción se está haciendo cada vez más grande y por eso se achican los costos de corrección, de edición y la ganancia. Sobre todo pasa esto con las editoriales más chicas, que cortan ahí para no pasar todo el costo al precio de venta”, puntualiza.
Califica lo que pasa con el papel como “muy grave”, mientras que Majdalani directamente afirma que las empresas más grandes de este insumo son las verdaderas ganadoras del mercado. “Las que siempre ganan, independientemente de cómo esté el país, son Celulosa Argentina y Ledesma. Son el oligopolio de la producción del papel y manejan los precios a su antojo”, asevera.
Cómo fomentar las ventas
Herramientas como cuotas, descuentos por Cuenta DNI o promociones bancarias son una constante en esta búsqueda por darle impulso a las ventas, pero también la presencia en redes es hoy fundamental.
“Mover redes sociales, recomendar algún libro en especial... He participado de lanzamientos promocionando en Twitter, en Instagram, que es donde más muevo la librería, y eso hace un año generaba entre cinco o diez ventas. Pero hoy en día no pasa eso, está muy difícil”, dice el librero de El Talar.
En tanto, el propietario de Mendel sostiene que “hoy en día, es necesario mantener activas las redes sociales para fomentar las ventas” y “facilitar la compra con links directos a las tiendas virtuales”. “A la gente cada vez le cuesta más hacer más de dos clics para acceder a algo”, analiza.
Leer en Argentina hoy
Si bien es cierto que, como dice Monrroy, el argentino es “un pueblo que gusta mucho de la lectura”, también lo es que cuando “aprieta el bolsillo”, la compra de libros es uno de los gastos que se recorta.
“Lo que pasa en la industria del libro es que la gente por ahí quiere seguir leyendo y lo que hace es buscar usados. Quizás no disminuyen lo que leen, pero sí en lugar de comprar cinco libros nuevos, compran dos y otros tres usados o los piden prestados”, explica.
En esa baja de adquisiciones, no le saca responsabilidad a la tecnología tampoco. “Puede ser que en papel un poco va bajando la lectura, se cambia por las pantallas y, además, hay mucha oferta de otros entretenimientos, como el streaming. Pero igualmente yo creo que tenemos un buen piso de lectura, lo que atenta ahora es la situación económica”.
Para Majdalani, no obstante, va más allá de la crisis económica actual. “Se lee menos en general. No solo libros, cuando un artículo es un poco extenso ya no se lee. Nadie ‘scrollea’ tres veces en su pantalla de celular para leer algo. Es una época de mucha inmediatez y ansiedad. Quizás por eso los libros cortos se están vendiendo más que los libros largos”, señala.
Al mismo tiempo pondera lo “único bueno que tuvo la pandemia”: “El reencuentro con momentos de calma”. “Ojalá volvamos a encontrar el espacio para leer”, desea.