Luego de ser abusada durante años por su padrastro, Florencia Agustina Klundt se animó a denunciarlo y la Justicia lo encontró culpable, otorgándole 14 años de prisión. No obstante, los abogados defensores apelaron el fallo y la pampeana teme que su agresor sea liberado.
Si bien la mujer, de actualmente 28 años, vivió en La Pampa, actualmente reside en la Ciudad de Buenos Aires. Entre los 8 y los 16 años vivió una pesadilla hasta que pudo alejarse de su familia y tiempo después escaparse con su novio a Santa Rosa.
El abusador fue condenado y, además, la Justicia culpó a la madre de Agustina por encubrir al victimario, es decir, sabía el infierno que su hija atravesaba, pero aún así estuvo del lado de su pareja. No obstante, con los años fue sobreseída.
Abusos y golpizas: el infierno que vivió la pampeana
El nombre “Florencia” ya no lo utiliza, pues quedó en el pasado junto a su familia. Su padrastro no era el único que le hizo vivir un calvario, sino también su progenitora, a quien describió como una persona violenta e indescifrable en diálogo con La Arena.
La mujer no estaba nunca en la casa, y cuando esto ocurría, golpeaba a sus dos hijas. Durante su ausencia, el abusador se acostaba en la cama matrimonial, obligando a la víctima a sentarse sobre él y contarle sobre su día en la escuela.
“Fue muy sutil, fue escalando y yo era una nena que estaba sola y estaba aislada, no podía saber lo que estaba pasando. Intuía que era raro, pero yo confiaba en mi padrastro y no lo veía como algo malo”, explicó Agustina.
Si embargo, luego los episodios empeoraron. El sujeto, identificado como M.A.R.G., ingresaba al cuarto donde las niñas dormían y las tocaba. Incluso les reproducía pornografía infantil en la computadora del hogar.
Cuando llegó la adolescencia, el escenario se tornó más agresivo. Mientras las chicas se duchaban, el abusador se metía con ellas. Agustina estaba dispuesta a pasar días sin bañarse con tal de evitar ese momento, o incluso trabar la puerta con un palo de lampazo.
Estos abusos fueron escalando hasta que se desarrolló la primera violación con acceso carnal cuando ella tenía tan solo 12 años. Fue durante unas vacaciones, cuando habían alquilado una quinta por la temporada.
Sin dudarlo, estos episodios hicieron estragos en su salud mental. Siendo tan chica, y teniendo en cuenta que su madre es enfermera, tomó un bisturí que estaba a su alcance y se lastimó un brazo.
Su marca llegó a los ojos de la progenitora y en seguida comenzó a sospechar. Entonces le preguntó a su pareja si él abusaba de Agustina, y este reconoció el crimen.
No obstante, y lejos de defender a su propia hija, se dirigió a ella y le dijo que “era una pendeja de mierda”. Incluso la acusó de intentar arruinar la familia.
Aunque intentaron llevarla a vivir a lo de su padre biológico, este también la rechazó y se negó a cuidarla. Llena de angustia y lágrimas, recordó: “Yo lloraba, no entendía qué había hecho mal para que nadie me quisiera”.
La otra opción fue que su abuela la pasara a buscar y la cuidara la mayor parte de tiempo posible. No obstante, las dolorosas violaciones no se detuvieron, eran algo constante a lo que ella estaba casi acostumbrada.
A medida que pasó el tiempo, comenzó a escaparse de lo de su abuela para que el padrastro no la vaya a buscar. Pasaba las noches con sus amigas, con el fin de que no sea encontrada por el abusador.
Para cuando cumplió los 16 años conoció a su actual pareja y comenzó a pasar tiempo con él. Se refugiaba en su casa, donde nadie podía ubicarla. Esto se mantuvo así hasta que al muchacho le surgió un trabajo en la Ciudad de Buenos Aires y ella aceptó irse con él.
Ambas hermanas pampeanas, víctimas de violación, tuvieron reiterados intentos de suicidios
Las dos víctimas sufrieron estos calvarios y las consecuencias recayeron en su salud mental. Cuando todo parecía escaparse de sus manos, Agustina decidió efectuar la denuncia contra el hombre.
Esto ocurrió en 2018, cuando su hermana -de la que no había tenido más noticias- la llamó desesperada por teléfono desde Entre Ríos: estaba por quitarse la vida. La mayor no lo dudó y viajó hasta allí.
De esta manera logró encontrarla en un centro de psiquiatría. Cuando la sacó, la médica le pidió que no la dejara tener contacto con su madre. En esa oportunidad que estuvieron juntas, la menor contó que había efectuado una denuncia contra el abusador, y necesitaba su apoyo.
Tras charlas con su psicólogo y miedo de por medio, decidió sumarse a la causa finalmente. Pero lejos de ser un alivio, esto generó fuertes enfrentamientos con la familia materna de ambas.
Agustina trató de suicidarse dos veces, pues esta pesadilla se extendió incluso varios años más. No obstante, logró autosuperarse y fortalecerse para que se haga justicia.
“Tuve dos intentos de suicidio. Pero por suerte tuve las armas para sobreponerme, tengo ayuda, terapeutas, mi pareja y sobre todo mis hijos, con los que estoy disfrutando de verlos crecer, de ver cómo es una niñez sana, normal”, contó.
En cuanto a su hermana, no tuvo la misma situación y terminó retirando la denuncia. De lo poco que sabe de ella es que reiteradamente ingresa y sale de tratamientos psiquiátricos. Ahora su temor radica en su medio hermano, es decir, el hijo de su madre y su padrastro, quien espera que no sea víctima de la misma pesadilla.
Se hizo justicia, pero temen que no dure demasiado
Luego de años de tortura, ya sea dentro como fuera de esa vivienda, la Justicia finalmente condenó a M.A.R.C. a 14 años de prisión. El juez santarroseño Carlos Alberto Besi dio por acreditado que el acusado en reiteradas oportunidades abusó sexualmente de Agustina y luego la violó con acceso carnal vía vaginal.
Esta lucha, sin embargo, tomó un giro inesperado. Primero, la madre de Agustina fue sobreseída por el delito de encubrimiento, penado con seis años de cárcel máximo. Ahora, los defensores buscan liberar al condenado, dando marcha atrás con esta batalla.
Si sos víctima de violencia familiar o sexual, o sabés de alguien que lo sea, llamá a la línea 137. Es gratuita, nacional y brinda contención, asistencia y acompañamiento las 24 horas, los 365 días del año.