Los dos goles de Pablo Vegetti ante Temperley, los 13 en el torneo, las lágrimas del final por una derrota que aleja a Belgrano del objetivo de clasificar entre los cuatro primeros para ingresar al Reducido por el segundo ascenso. De lo poco positivo que tiene para rescatar el hincha Celeste en una campaña que toca su fin, y con muecas de desazón.
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Pudo haber sido hat-trick del notable delantero, por el gol que le anularon al minuto por posición prohibida. No se rindió e intentó hasta el final, sin su “compadre” Adrián Balboa (desgarro), sin un pase, sin habilitaciones casi. A lo francotirador solitario.
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Cuando Belgrano era pura impotencia y estupor por el 3-0 de Temperley, le devolvió el alma al cuerpo con dos goles en un parpadeo, y empujó para ir por un empate, para ir por todo. No fue suficiente, en las red quedó su firma. Y regó el césped, por ese llanto de bronca contenida, de ilusión reprimida. Un toro herido de un Belgrano sin fuerzas, más allá de ir por obligación hasta el final. Con Vegetti, se puede.