Allanamientos por trata de personas en Bahía y en otras ciudades

Según informaron desde el Ministerio de Seguridad de la Nación, se desactivó una organización criminal, bajo la pantalla de una comunidad religiosa denominada “Filadelfia”.

Allanamientos por trata de personas en Bahía y en otras ciudades
Allanamientos en Bahía Blanca por Trata de personas

La Policía Federal informó que se realizaron 23 allanamientos, uno de ellos en Bahía Blanca, que lograron desbaratar el accionar de una organización criminal que, liderada por una mujer conocida como “La Tía Eva”. Quien bajo la pantalla de una comunidad religiosa denominada “Filadelfia”, se dedicaba a la trata de personas, lavado de dinero, delitos contra la integridad sexual de menores y adultos, contra la identidad y contra la vida.

El operativo fue luego de una importante investigación llevada adelante por la Justicia Bonaerense en el año 2019, que concluyó con varios operativos en el país.

Según informó el Ministerio de Seguridad de la Nación, las diligencias se desarrollaron en las provincias de Buenos Aires, Salta, Tucumán, Mendoza, Neuquén y Entre Ríos, con la participación de 250 efectivos de Policía Federal y Gendarmería Argentina. El saldo es de siete detenidos y el rescate de 69 víctimas.

En Bahía Blanca los procedimientos fueron este martes en dos inmuebles de la zona de El Resero y Alem. Allí se identificó a una persona y se secuestró teléfonos celulares, dinero en efectivo y documentación de interés para la causa.

De acuerdo a lo que surge investigación, entre los delitos registrados, las y los miembros de la “comunidad” sustraían menores a sus padres biológicos para inscribirlos luego como hijos de varias mujeres de la organización.

Allanamientos en Bahía Blanca por Trata de personas
Allanamientos en Bahía Blanca por Trata de personas

Además, se pudo establecer que la organización cometió instigación al suicidio al haber inducido a la muerte a un joven que se había reconocido como homosexual, hecho por el que sufrió permanentes hostigamientos y agresiones que finalizaron con su trágico suicidio. Siempre bajo “la palabra divina”, el joven había sido obligado a desnudarse públicamente, fue golpeado y sufrió agresiones físicas (como arrojarle baldes de agua fría), entre otras atrocidades.

Investigación

Según lo informado por el Ministerio de Seguridad Nacional, a raíz de un operativo realizado en 2019 por la Policía de la Provincia de Buenos Aires se inició una exhaustiva investigación que, en aquel momento, concluyó con varios allanamientos por los delitos de trata de personas y lavado de dinero. En ese entonces, se comprobó que la organización criminal operaba con un minucioso sistema de captación de personas para, posteriormente, explotarlas laboralmente y someterlas a la servidumbre.

El personal de GNA y de PFA, junto con el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Número 3 de Morón, a cargo del Dr. Juan Pablo Barral, secretaría Número 9 de la Dra. Mariana Sioli, continuó con la pesquisa a partir de reiteradas denuncias que realizaron las víctimas y detectaron que aquella organización criminal, además de los delitos ya mencionados, también era responsable de otros graves crímenes.

El grupo, oculto bajo una presunta vocación religiosa, comenzó sus actividades en el país entre 1972 y 1973 y estaba liderado por “la Tía Eva” y dos cómplices a quienes se las acusa, hasta ahora, de dos abusos sexuales (en el marco de acciones “religiosas” con el objetivo de “evitar el pecado”) contra, por lo menos, un menor. Dado su forma de actuar y el modus operandi, este tipo de hechos se fueron reiterando a lo largo de los años.

Con un “templo” principal emplazado en el Gran Buenos Aires y “anexos” en varias provincias y, según se presume y aun se investiga, en Brasil y Paraguay, captaban personas en distintas partes del país. Centralmente, esas captaciones eran realizadas sobre niñas y niños en situaciones de pobreza y vulnerabilidad. Bajo una “persuasión coercitiva” les hacían creer que la líder de la organización era una persona con un poder supraterrenal.

Una vez cooptados, eran obligadas y obligados a vivir en condiciones deplorables, carentes de higiene y con una alimentación degradante. Las y los cooptados no se podían comunicar con sus familias, no se les permitía ir a la escuela y quedaban, además, sin su documentación personal. También eran obligados a trabajar en una panificadora que poseía la organización.