La Cámara Civil, Comercial, Minas y Laboral 2 de Villa Mercedes le ordenó a una empresa y a una aseguradora de riesgos de trabajo indemnizar a un exempleado. El motivo se debe a las secuelas que la presión laboral terminó dejando en el hombre de 46 años, una curiosa afección llamada el “síndrome del quemado”.
La demanda la inició el hombre en 2016, cuando, según determinaron las pericias médicas, las presiones lo llevaron a sufrir un preinfarto y también una discapacidad del 30 por ciento.
La cifra que la empresa y la aseguradora deberán pagar aún no fue fijada, pero, según se dio a conocer, el monto deberá cubrir “el tiempo que le resta al afectado para acceder a su jubilación y/o resto de vida útil, el daño sufrido, el carácter de la lesión y posibilidad de reingreso al mercado laboral”, entre otros ítems.
Además, a este monto de la indemnización para reparar el daño material “deberá adicionarse un porcentaje por padecimiento espiritual y psíquico, el daño moral”.
El hombre había comenzado a trabajar para la compañía en abril de 2011, en el rol de jefe de recursos humanos y control de personal. En su área, regulaba el ausentismo, se encargaba de las sanciones, las desvinculaciones y las contrataciones.
Según explicaron sus abogados al momento de presentar la demanda, a su cargo estaban un supervisor, dos analistas de sistemas, un licenciado en higiene y seguridad, un médico de planta, dos enfermeros y el servicio de vigilancia patrimonial.
También expusieron que por “cuestiones propias de la patronal” trabajó bajo presión debido a los costos, los gastos y los ahorros. Es decir, como la empresa no invertía en capacitaciones, el damnificado debió brindarlas por su cuenta.
El ambiente de trabajo, además, era “hostil, con reducción de áreas que quedaron a su cargo”.
Este estrés continuo derivó en mononucleosis y en un preinfarto en 2015.
Todo ello lo condujo a padecer luego el “síndrome del quemado” o “síndrome de la cabeza quemada” y a dolencias gastrointestinales, con indicación de reposo laboral, más tratamiento psicológico durante medio año.
Fue en septiembre de 2016 que le diagnosticaron una “incapacidad parcial y permanente consolidada del 30 por ciento”.