Múltiples estudios indican que la calidad de infancia de una persona, marca cuan exitoso será en su adultez, condenando a muchos a una vida de fracasos. A una maipucina le tocó tener una niñez dura, llena de dificultades por su familia. Y a pesar de todo pronóstico, venció sus miedos y hoy tiene su emprendimiento.
Emilia Carrizo vivió rodeada de una familia grande, con ella eran 12 hermanos. Fue producto de una familia ensamblada, ya que tanto su mamá como su papá tenían hijos de relaciones anteriores.
Y muchas veces una familia tan grande tiene sus cosas negativas. Tristemente, el entorno que Emilia tuvo al crecer fue uno lleno de negatividad y maldad, marcado por las malas decisiones de las personas mayores a su alrededor.
Emilia, su infancia y sus 12 hermanos
Ella nació en el distrito maipucino de Coquimbito, y era una de las más pequeñas de su familia, ya que fue fruto de la familia ensamblada de sus padres, junto a dos hermanas más.
Al crecer, su entorno no fue el mejor. La mayoría de sus hermanos eran delincuentes, adictos a diferentes tipos de narcóticos. Fue una situación que toda su vida le afectó, ya que creció viendo a sus hermanos deliberadamente destruyendo sus vidas.
Siempre tuvo la opción de sumarse a ellos y los comentarios de sus padres no la ayudaban a elegir otro camino. “Cuando era más chica siempre me pusieron en la cabeza que nunca iba a lograr nada”, contó Emilia a Vía Mendoza.
Las circunstancias en las que le tocó crecer la desconcentraban, y asegura que eso se trasladó a su aprendizaje. Por más que ella intentará, no había manera que ella retuviera lo que le enseñaban en la escuela. Y en sus boletines escolares, esas dificultades se notaban.
“Me acuerdo que mi mamá me decía que le daba vergüenza ir a la escuela a buscar mi boletín porque era todo rojo. Además decía que le gustaba buscar la de mis hermanas después para sentirse orgullosa de ellas. Eso me marcó mucho”, detalló la maipucina.
Esta situación la persiguió toda su niñez y adolescencia, y gracias a ello no terminó la secundaria. “Pensé que no iba a poder lograrlo. Fue lo que me inculcaron de chica”, agregó Emilia.
Una vida llena de obstáculos que logró vencer
A sus 19 años quedó embarazada de su primer hija, sin mayores proyectos para su vida. “Cada vez que me proponía algo, me daba miedo empezar porque no me creía capaz”, contó la maipucina.
Mientras cursaba su segundo embarazo, su pareja la dejó. “Fue una derrota más. Se me vino el mundo abajo. Entré en un estado de depresión. Con la ayuda de mis padres pude salir adelante”, detalló.
Luego, un antiguo compañero de la escuela se le acercó y comenzó una amistad que luego se convirtió en su pareja. Guillermo fue la persona que la ayudó a salir adelante y fue también quien crio a sus hijas.
Juntos también tuvieron una hija, la menor de las tres hijas de Emilia. Solamente una era de él, pero nunca hizo diferencia entre ellas.
“Sentí que me devolvió esa luz que se me había apagado. Mi mundo volvió a ser de color otra vez”, expresó Emilia, agregando que nunca pudo encontrar su pasión, que quería hacer con su vida, hasta que Guillermo estuvo al lado de ella, animando cada paso.
Además de la contención que recibió de su pareja, Emilia conoció a Dios a través de la iglesia evangélica. Asegura que en ese momento terminó de recibir todo el amor que no había tenido en toda su vida.
Cuando Emilia se animó a vender tartas, Guillermo la animó de una manera que nunca nadie había hecho antes. Fue tanto el impulso que recibió por parte de su pareja que decidió capacitarse en la pastelería, descubriendo que era su pasión.
De esa manera también nació su emprendimiento, “Mi Dulce Bendición”, donde vende tortas y demás delicias dulces. Emilia expresó que en toda su vida, nunca había pensando que llegaría a estar donde está hoy.
“Me propuse a estudiar y salir adelante para que mis hijas vean que puedo. Después quise capacitarme un poco más, haciendo un curso de maquillaje y peluquería. Quería demostrar que no soy una inútil, Dios me dio la capacidad y hoy tengo una seguridad en mí que antes no tenía”, concluyó Emilia.