Belgrano es líder de la Primera Nacional, con tal ventaja que aún en la fecha libre seguirá en la cima sólo. Talleres aparece en el fondo de la tabla en la Copa de la Liga Profesional, el último de los 28 equipos de Primera. Más allá de las categorías, realidades +opuestas. En los dos extremos.
El Pirata se acomodó arriba con una campaña impecable como local, con seis jugados y seis ganados. Sólo perdió un partido en los 11 que disputó, para encolumnarse entre los principales candidatos al ascenso a la Liga Profesional.
Talleres ganó un sólo partido en lo que va del torneo local, con apenas cinco puntos de 33 disponibles, con el atenuante de que afronta triple competencia y pone todos los sentidos en avanzar en Copa Libertadores. De todos modos, no estaba en los cálculos una campaña tan pobre, que activa alarmas en barrio Jardín.
Las virtudes del Celeste para encaramarse en lo más alto del torneo, y errores que dejaron a Talleres como furgón de cola, un par de meses después de aquel amistoso que animaron en el Kempes, antes de iniciar sus respectivos torneo, y que finalizó en empate. Con victoria Albiazul en los penales.
Racha positiva
- Belgrano gana por la solidez que va adquiriendo en lo colectivo, y también por la jerarquía del mejor plantel de la categoría, en calidad y cantidad.
- Esas individualidades marcan diferencias. Pablo Vegetti es el goleador del equipo con cinco tantos, uno menos que los que encabezan la tabla. Y con la 38 es el sexto artillero histórico del Pirata.
- Encuentra soluciones desde el banco. El último partido, ante Riestra, lo ganó con un gol del ingresado Ulises Sánchez. Como lo hizo en otras oportunidades con los jugadores a los que le tocó entrar y ser revulsivos. Belgrano anotó el 88 por ciento de sus goles en los segundos tiempos.
- Paciencia de local, para entrarle a rivales que casi no lo atacaron, caso Riestra y All Boys. Y eficacia en las dos áreas para resolver partidos adversos de visitantes como ante Mitre y Gimnasia de Mendoza, con el arquero Nahuel Losada figura. Vegetti tuvo una en Santiago, y a cobrar.
- Guillermo Farré madura a grandes pasos como entrenador. Hilvanó un par de rachas que no se daban desde hace más de una década, como la de cincos triunfos en fila. Desde que asumió gano 21 partidos, empató seis y perdió siete, con el 67% de efectividad.
- Alberdi es una fortaleza. Los hinchas-socios colmaron el Gigante en cada presentación, con la premisa de “empezar a ganar los partidos desde las tribunas”. Los impactantes recibimientos conmueven a propios y extrañas, y los jugadores se vuelven hinchas de su hinchada.
Seguidilla negativa
- Talleres pierde porque no encuentra respuestas físicas, anímicas y futbolísticas. Desde la partida de Alexander Medina, el rendidor equipo que edificó, se desmoronó.
- A la salida del Cacique, se le agregó la tardía contratación del nuevo cuerpo técnico. Un Ángel Hoyos que se fue prematuramente y sin triunfos. La pretemporada la hizo con un los PF del club.
- Le toca afrontar el semestre más exigente desde que volvió a Primera con un plantel corto y de escasas alternativas. La seguidilla de compromisos por el torneo local y la Copa Libertadores lo dejó expuesto: puso una formación alternativa ante Defensa y Justicia y sufrió la peor goleada en una década.
- Los refuerzos, con la excepción de Federico Girotti y por momentos Matías Esquivel y Rodrigo Garro antes de su lesión; todavía no pudieron ser útiles al equipo, y les cuesta estar a la altura. Andrés Fassi ya asumió que falló en el mercado de pases, y utilizó la palabra “improvisación”.
- Bajó el nivel de las figuras. Diego Valoyes y Michael Santos, el desequilibro en la temporada pasada, transitan un año discontinuo por las lesiones y no gravitan. Juan Ignacio Méndez volvió a ser titular (e importante) cuando se fue Hoyos. Y Guido Herrera no es el mismo, con claroscuros pronunciados, que le impiden mantener el arco en cero.
- Pedro Caixinha todavía no sumó en el torneo local, perdió los tres que disputó y sólo ganó un partido, con Universidad Católica de Chile por Libertadores. Quiere que su equipo presione como en los primeros tiempos con Argentinos o Gimnasia. Pero el equipo se desinfla. Y flaquea desde lo emocional, sin rebeldía.