Jorge Antonio Díaz Solís es uno de esos ejemplos de vida dignos de ser enseñados en el seno familiar, en las escuelas e incluso en películas. Si bien nació en Panamá, este hombre de 78 años llegó a Córdoba hace más de cinco décadas para cumplir el sueño su vida: ser médico.
Al llegar, comenzó a estudiar en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), la vida le fue poniendo trabas pero perseveró y cuarenta años después logró lo que tanto anhelaba. “Esta era mi meta final y la he cumplido”, celebró el panameño de nacimiento, pero cordobés por adopción.
“A los estudiantes de hoy les diría que sean honestos con sus propios deseos, que pidan ayuda y nunca traicionen a sus familias”, reflexionó Jorge Antonio. Y es que a él no le fue nada facil alcanzar su sueño: al poco tiempo de llegar a Córdoba se quedó sin trabajo y tuvo que comenzar a laborar en un cortadero de ladrillos.
Durante 12 años, Jorge se levantó de madrugada y caminó cuatro horas por día para ir y volver al Hospital de Clínicas, donde realizaba las prácticas profesionales. “iba rindiendo a medida que podía, caminaba dos kilómetros y medio ida, y lo mismo a la vuelta para poder cursar”, señaló.
Un día, un profesor lo vio durmiendo en el suelo del nosocomio y lo contactó con el Ministerio de Desarrollo Social para que fuera alojado en una de las casas del programa Viviendas Tuteladas. Allí consiguió un hogar y la contención necesaria para seguir trabajando y estudiando sin excusas y con toda la perseverancia hasta que logró lo que soñaba desde joven.