Desde hace décadas el conflicto que gira alrededor de los manteros no logra resolverse. Por un lado están ellos, quienes defienden esa como su única salida laboral y, por otro, los comerciantes que pagan altos valores impositivos para mantener sus locales. En el medio, el Gobierno de la Ciudad sin poder encontrar una solución. Esta larga novela tuvo un nuevo y tenso capítulo este miércoles, cuando se realizaron numerosos allanamientos en el barrio de Once.
El fiscal Federico Tropea estuvo detrás de la orden de los procedimientos por los que se llegó a 22 domicilios y se incautaron cerca de 500 bultos de ropa y juguetes no declarados. El mensaje de los manteros fue contundente: aseguran que defenderán la mercadería “con su vida”.
“Estaba todo lo nuestro en lo de los chinos, no nos dicen nada, qué pasó con nuestras cosas”, dice Loreley, una vendedora boliviana que llegó a la Argentina hace diez años. En tanto, la policía cercaba la calle Bartolomé Mitre, a metros de Estación Once y la Plaza Miserere.
Los manteros se posicionaron detrás de las vallas no bien se conoció la orden de allanamiento dictado por Tropea, con el objetivo de buscar mercadería ilegal en los depósitos gigantes apostados en las manzanas cercanas a la estación de tren. Si bien hubo algunos empujones, no se registraron hechos de violencia significativos.
El subcomisario Patricio Armella confirmó que fueron 22 los allanamientos y que el vallado se dispuso para evitar forcejeos mientras se llevaban los bultos: unos 500 en total.
Qué dijeron los manteros tras el operativo
En octubre pasado, Tropea comenzó con una investigación junto con el juez Juan José Cavallari, del Juzgado en lo Penal, Contravencional y de Faltas N° 30. A partir de los allanamientos de este miércoles, los damnificados se manifestaron preocupados por la cantidad de dinero invertida que perdieron en los operativos.
“Más de 300 mil pesos pusimos, si lo perdemos no tendremos dónde dormir”, decía una de las vendedoras a Luz Mari, quien encabezaba el grupo de protesta con un chaleco sindical.
“Nos vamos a quedar acá, hay que reclutar vendedores como sea, nos van a sacar muertos si hace falta, ahora es momento de obedecer y estar todos juntos, más unidos que nunca”, arengaba. Y exclamó: “Vinimos a este país en busca de oportunidades y este país está quebrado, tenemos que seguir trabajando, para eso nos formamos, hay muchos compañeros con formación universitaria trabajando de manteros, tenemos que volver a recuperar nuestras cosas y seguir trabajando”.
El problema de fondo que el Gobierno de la Ciudad viene intentando resolver sin éxito tiene que ver con que los niveles impositivos para comercios son tan altos que muchos optan por vender en la calle. A partir de esto, se genera una competencia desleal entre quienes alquilan un local y pagan sueldos, contra los que ponen su mercadería en el suelo, venden y se retiran con el 100% de la ganancia en efectivo en el acto y sin pagar impuestos.