Dicen que el destino no marca las cartas, aunque a Sebastián Osudar le resultaría más cómodo hablar de tarjetas. Cuando empezó la cuarentena por COVID-19 en Argentina, el árbitro rosarino hizo delivery para subsistir y tuvo revancha. Meses más tarde, dirigió el primer amistoso de fútbol profesional de la post pandemia.
A partir del aislamiento social, preventivo y obligatorio que decretó el Gobierno nacional el viernes 20 de marzo de 2020, el referí se encontró en un aprieto por el que pasó la gran mayoría de sus colegas y casi todo el mundo. Se suspendió la actividad deportiva y se quedó sin trabajo. También se cerraron las escuelas y dejó de dar clases de educación física, su otra fuente de ingresos hasta el día de hoy.
Hasta entonces, en el currículum de Sebastián casi no había antecedentes laborales fuera del fútbol y la docencia. Durante un año y medio trabajó en un call center como vendedor de planes de una empresa de telefonía celular, pero supo que tenía que dedicarse a otra cosa de inmediato ante la incertidumbre que sembró el coronavirus.
Osudar recuerda que tuvo que “salir a poner el pecho porque la vida sigue y uno no se puede quedar con las manos vacías”. En diálogo con Vía País, señaló que la alternativa “más rápida que había en ese momento era el reparto de comida para las aplicaciones” móviles.
El cambio de hábito fue abrupto y se dio en una instancia clave. El rosarino tenía 30 años, dirigía en el Torneo Federal B y estaba encaminado para firmar su primer contrato con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), algo que le permitiría dirigir en las categorías superiores. La pandemia lo obligó a esperar para continuar con su carrera y también le impidió ejercer como profesor de educación física, la otra actividad para la que se había preparado desde 2008.
Con la mochila de reparto y su motocicleta, Sebastián recorrió las calles de la ciudad durante un año para ganarse la vida. Llevar pedidos le demandaba entre cuatro y ocho horas diarias, según su disponibilidad.
Mientras el fútbol y las clases presenciales estaban prohibidas, el árbitro intentó continuar con su formación dentro de los límites estrictos de la cuarentena. En esa época alquilaba un departamento, así que entrenaba en la terraza. También accedió a capacitaciones por Zoom. Siete meses más tarde, surgió una chance fundamental para enderezar el rumbo de su carrera.
El fútbol paró y volvió en Rosario
El sábado 26 de septiembre de 2020, Newell’s y Unión empataron 1 a 1 en el Estadio Marcelo Bielsa. El amistoso se transmitió en vivo como tantos otros, pero tuvo un ingrediente inédito: fue el primer ensayo de fútbol profesional desde que se decretó la cuarentena por COVID-19.
Hasta entonces pasaron 195 días en los que la actividad de los equipos argentinos estuvo drásticamente reducida. La pelota volvió a rodar en el mismo lugar donde se detuvo, ya que el último encuentro oficial también se disputó en Rosario. El lunes 16 de marzo de ese año, Colón venció a Rosario Central por 3 a 1 en el Gigante de Arroyito.
El amistoso en el Parque de la Independencia encendió la expectativa de quienes aman el fútbol y esperaban la reanudación de la competición profesional. Lo mismo pasaba por la mente de Sebastián Osudar, designado como árbitro principal en el Coloso.
Al igual que los tres colegas que lo acompañaron, el rosarino no tuvo demasiado margen para la transición. “Fue una experiencia rarísima. Venía con falta de ritmo, no estaba entrenando mucho”, reconoció.
El referí entró a la cancha de Newell’s con Bruno Cejas y Francisco Ponce como asistentes. Maximiliano Macheroni ingresó como cuarto árbitro junto a los 22 futbolistas en una escena extraña que luego se repitió en decenas de canchas del país y el mundo. Los suplentes no estaban en los bancos, sino en la platea. Hecha esa excepción, las tribunas estaban vacías.
A pesar de la incomodidad, Sebastián era consciente de que “todas las miradas estaban puestas a nivel nacional” en ese campo de juego y afirmó: “Me ayudó un montón”. Si bien siguió trabajando como delivery de comidas, a partir de allí el panorama empezó a mejorar.
Más motivación para el sueño de llegar a Primera
“Recién pude volver a dirigir de forma oficial en 2021. Entre enero y febrero arrancó el torneo de a poco”, apuntó Osudar sobre lo que ocurrió después de aquel amistoso. Cuando lo designaban, dejaba la mochila de reparto y cerrar la aplicación durante los fines de semana.
Si bien hubo retrocesos en cuanto a la flexibilización de las restricciones sanitarias desde 2020, el regreso del fútbol no se frenó. “Llegó un momento en que dejé porque el arbitraje volvió más abiertamente y también las escuelas”, explicó sobre el momento en el que dejó de llevar pedidos a domicilio.
Feliz por haber retomado su carrera, el rosarino de 33 años enfatizó que su trabajo como profesor de educación física no es un tema menor en su vida. “Es a lo que uno siempre aspiró”, comentó.
En la temporada anterior, Osudar debutó como asistente en la segunda categoría argentina. Sobre las dificultades que padeció a la par de sus colegas, reflexionó: “Fue algo totalmente inusual. A mí me dio más motivación”. Con ese envión, ahora espera cumplir el sueño de dirigir en Primera División.