Duro mensaje de la Iglesia: reclamó “consensos”, bajar la agresión verbal y ver el termómetro social

Fueron las palabras del arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, en el Tedeum del 9 de julio del que participó el presidente, Javier Milei.

Javier MIlei en el Tedeum de la Catedral de Buenos Aires
Javier MIlei en el Tedeum de la Catedral de Buenos Aires

En un duro mensaje contra los personalismos, las confrontaciones y las agresiones verbales, la Iglesia reclamó que la dirigencia política alcance consensos para la recuperación del país y subrayó que el esfuerzo que están haciendo los argentinos es conmovedor.

Asimismo, cuestionó la marcada diferencia que existe entre una “dirigencia política rica y un pueblo trabajador pobre”.

Además, advirtió que exista consciencia del “termómetro social” y lo que le pasa a “los argentinos de a pie”.

En esta oportunidad la voz eclesiástica fue la del arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, quien encabezó el Tedeum por el 9 de Julio en la Catedral de Buenos Aires del que participó el presidente, Javier Milei junto a todo su gabinete y las autoridades del gobierno porteño.

“Señor Jesús, muchos argentinos están haciendo un esfuerzo enorme, un esfuerzo que conmueve, un esfuerzo esperanzador. No permitas que lo cascoteemos con intereses mezquinos, con la voracidad del poder por el poder mismo, con conductas reprochables que solo demuestran que a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie. No hipotequemos el futuro”, afirmó el arzobispo.

A sabiendas de la repercusión que tendrían sus palabras García Cuerva inició sus palabras advirtiendo: “El mensaje que compartiré quiere ser una aporte a luz de la palabra de Dios para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina. Convencido que entre todos construimos la Patria, más allá de saber que luego pueden ser tomadas algunas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”.

Garcia Cuerva basó su discurso haciendo un paralelo con una acción de Jesús junto a hombres que debían trasladar a un enfermo en camilla y que depusieron sus diferencias para salvarle la vida.

En ese sentido colocó al país en el lugar del enfermo: “Tantos hermanos paralizados hace años en su esperanza. Tanto atravesados por el hambre la soledad y una justicia largamente esperada. Tantos argentinos tendidos en una manta por las veredas de las grandes ciudades del país. Tantos postrados a consecuencia de la falta de sociedad y egoísmo. Una Argentina que nos duele desde hace mucho, que se dice independiente desde hace 208 años, pero que aún sufre las cadenas de diferentes esclavitudes, que no nos deja caminar como pueblo hacia un desarrollo, pleno y una mejor calidad de vida para todos”.

“No hay tiempo para la indiferencia”

El Arzobispo afirmó que “nuestro gran objetivo debe ser que Argentina se cure, que Argentina se ponga de pie, que Argentina camine, que Argentina se independice de las camillas que la tienen postrada, paralizada y enferma”. “Porque como decía el Papa Francisco, hoy no hay tiempo para la indiferencia. No nos podemos lavar las manos con la distancia, con la prescindencia o con el menosprecio. O somos hermanos o se viene todo abajo”, señaló.

“Insistir una y mil veces en forjar la unidad entre los argentinos, más allá de nuestra diferencias. Porque para la cultura del encuentro no hay límites. Nadie es prescindible. Nadie es descartable. Necesitamos aprender a reencontrarnos y reconocer que somos una comunidad, dejar de lado personalismos y generar consensos y acuerdos que permitan a la creatividad y a la audacia abrir nuevos caminos. Es urgente entender que nos necesitamos, que somos hermanos, hijos de la misma Patria”, continuó el prelado.

García Cuerva invocó a Jesús para promover: “Queremos ser audaces, jugarnos la vida por los que sufren comprometernos por los más pobres y excluidos viviendo la libertad de la mano del amor al prójimo. Independizándonos de todo prejuicio y rechazo del otro por pensar distinto. Independizados del odio que nos enferma y carcome desde las entrañas. Independizados de la corrupción, del ventajismo, de los privilegios de algunos a costa de la indiferencia de muchos, porque algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador muy pobre”.

El arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires también se pronunció a favor de “no posicionarnos siempre desde los conflictos desde la grieta, desde los enfrentamiento”. “Si los hombres que cargaban la camilla del paralítico actuaban como actuamos nosotros el enfermo terminaba en el barro”, enfatizó.

A su vez, siguió con metáforas similares para reclaman que se terminen con las agresiones.

“Si los congresales en 1816 insistían en sus diferencias sobre el modelo para la organización nacional o distintas posiciones ideológicas sin buscar consensos, todavía hoy estarían discutiendo en la casa de Tucumán. Aunque no sé si con los gritos, descalificaciones, agresiones o expresiones vulgares a las que nosotros estamos acostumbrados hace años”.