Pablo Triviño (39) y su hija Martina (17) -ambos mendocinos- lograron vincular a la perfección lo lúdico con la concientización. En términos más concretos, los simuladores de realidad virtual con la representación exacta de lo que se experimenta al estar bajo los efectos de drogas o alcohol.
Prácticamente incontables son las campañas que se han hecho con hincapié en los riesgos de los consumos problemáticos, ya sea de alcohol o de drogas.
Ni hablar cuando estas peligrosas sustancian se combinan además en un cóctel mortal con la acción de conducir un vehículo. Más allá de estas iniciativas, pareciera ser que nunca son suficientes, y las tragedias no dejan de sucederse.
Padre e hija viven en Dorrego y su emprendimiento familiar se llama SCV (Simuladores de conducción virtual). Comenzaron a trabajar en el tema hace 4 años, y siempre tuvo su espíritu -como lo indica su nombre- en la VR (realidad virtual).
“Teníamos simuladores de carreras de autos que pude traer de Europa, y la primera vez que estuve allá noté que la educación vial en aquel continente era más didáctica. Una de las veces que fui traje un software, lo pasé al español y lo patenté. Además les adapté los volantes, pedales y palanca de cambios”, sintetizó Pablo.