Si bien en Mendoza comenzaron esta semana las vacaciones de invierno, es importante poder conocer cómo fue el trabajo de los docentes durante estos meses de aislamiento social por el Covid-19. Ellos también son héroes silenciosos de esta pandemia, quienes así como el personal sanitario y la Policía, no bajaron los brazos y pusieron todo de sí para asegurar la educación en un contexto nuevo para ellos, fuera del aula.
El testimonio de tres docentes de distintos niveles educativos refleja la difícil tarea de educar, y el esfuerzo y compromiso de la mayoría de los trabajadores de la educación para superar los obstáculos que presentó el avance del coronavirus.
Así como los estudiantes, muchos docentes no contaban con los recursos para poder trabajar de forma virtual desde sus casas y tuvieron que comprar computadoras y celulares, amigarse con la tecnología y reinventarse para poder hacer llegar los conocimientos a los estudiantes, algo que consideran no ha sido valorado.
Enfrentarse a lo nuevo y superar obstáculos
Vía Mendoza dialogó con Marcela Cignoli (53), docente de nivel inicial de la escuela Petrona Guiñazú de Burgoa de Godoy Cruz; con Griselda Rudy (53) maestra en doble turno de quinto y séptimo grado de la escuela primaria Comandante Saturnino Torres de Luján de Cuyo.
También con Jimena Pérez Sossich (28), profesora de Historia en las escuelas secundarias Julio Fernández Peláez, Ingeniero Guillermo Villanueva, Prof. Gilda Cosma de Lede, Fernando Lorenzo, Antonio Sarelli. Y en los CENS Pastor Anselmo Morales y en el N° 3-463, todas de Maipú.
Acerca de cómo encaró las clases virtuales, Cignoli comentó: "Al principio lo viví con mucha incertidumbre. Opté por hacer como si estuviera en el jardín. Me maneje mucho con audios y videos propios cantando, contando cuentos y haciendo títeres".
"En ocasiones sentí vergüenza de exponerme ante las familias haciendo payasadas, pero día a día fui viendo la respuesta de los chicos, sus mensajes, la alegría con la que me mandaban sus devoluciones y le di para adelante, cada vez más segura de que estaba haciendo las cosas bien", dijo la docente de jardín.
Para Rudy el no estar en contacto directo con los estudiantes "fue un cambio muy drástico". "De estar en permanente contacto con los alumnos a esta nueva modalidad de enseñanza virtual fue un cambio muy grande tanto para los chicos como para nosotros", indicó.
"Me vi inmersa en una situación que al principio me costó mucho manejar. Me sentí identificada con varios de mis alumnos porque no tenía los recursos tecnológicos para poder cumplir con mi tarea. Tuve que colocar internet en casa y comprar una computadora nueva, un gasto que no tenía previsto hacer. Lo mismo ocurrió con mi teléfono, tuve que cambiarlo", contó la docente de primaria.
Por su parte, para Pérez Sossich el dar clases desde su casa "lo vivió con mucha incertidumbre, la que todavía continúa, al no saber cómo va a seguir todo esto. Y abarrotada de tareas porque nuestro trabajo aumentó significativamente y de golpe".
Además, la primera semana de cuarentena se le quemó su computadora, por lo que también tuvo que comprarse una en cuotas. "Me pasó a mí y a muchos compañeros que no teníamos los recursos tecnológicos para poder afrontar esta situación, más allá de que la mayoría lo supo sobrellevar", dijo.
Enseñar a través de una pantalla
Sin dudas enseñar a través de una pantalla, ya sea por una videollamada, por WhatsApp o por zoom, entre otras herramientas, fue el mayor desafío para los docentes a la hora de bajar los contenidos.
Algunos con más y otros con menos experiencia en el uso de tecnologías, la falta de recursos, y el atraer y motivar a los estudiantes, fueron algunas de las situaciones que tuvieron que sortear a falta de las clases presenciales.
"Con la tecnología me manejé bastante bien, recibí ayuda de mis hijos para filmar algunos videos. Tuve que aprender algunas cosas como pasar imágenes o hacer un video diferente con distintos programas e hice cursos gratuitos de la Universidad Tecnológica de Córdoba sobre herramientas digitales", contó acerca de su experiencia la docente que tiene a cargo a los más chiquitos de la escuela.
Y añadió: "No he podido hacer clases por zoom o videollamadas porque la situación de las familias no lo permitía. Algunos no tenían internet o compartían un celular entre cinco, y siempre lo usaba el hermano más grande, al de jardín no se lo dan".
Griselda Rudy, por la mañana da clases a los alumnos séptimo grado y a la tarde a los de quinto. Sobre su experiencia explicó que tuvo que aprender a trabajar con plataformas nuevas para poder armar clases virtuales con las que los chicos se sintieran atraídos y motivados. "Hubo que idear varias alternativas y estrategias siempre pensando en los niños que son nuestra mayor preocupación", dijo.
La profesora que trabaja en distintos secundarios y CENS tiene a su cargo adolescentes de distintas edades y confesó que el tema horarios fue algo que le costó mucho, teniendo en cuenta que da clases en 10 cursos diferentes que tienen entre 18 y 42 estudiantes cada uno.
Esta situación la definió como "caótica" porque le llegaban mensajes desde la mañana hasta la noche, en horarios que excedían a los laborales. "Trabajamos y respondemos consultas todo el día. No sé si está bien o está mal, pero la escuela sobrepasó nuestra vida personal y privada desde el momento que damos nuestro número de teléfono para atender a los estudiantes", explicó Jimena.
Si bien ella estableció horarios desde un principio para cada curso, pero no faltó quien se quedaba dormido o el estudiante que no se podía conectar porque no tenía a su disposición el teléfono o la computadora que compartía con sus hermanos, no tenía wifi o datos, entre otros inconvenientes.
La importancia del contacto con el docente
Más allá de lo difícil que han sido todos estos meses, Griselda Rudy rescató que con la virtualidad pudo descubrir cosas en sus alumnos que quizás en el aula no las habría podido ver.
"Me han compartido cosas muy íntimas de ellos como fotos de los hermanitos que nacían, fotos trabajando en familia o en distintos ámbitos de su casa. Descubrí otras capacidades en mi alumnos y en mí", reflexionó la docente de la escuela Torres.
Al respecto, la docente que trabaja en escuelas de Maipú comentó que "como en las clases presenciales, hay chicos que van siguiendo día a día las clases y hay otros que les cuesta más desde lo pedagógico. Hay estudiantes que realmente tienen necesidades económicas y esto de la virtualidad pasa a segundo plano".
"Otra situación que se dio es que muchos no entregaban los trabajos porque están desganados. Hay muchos adolescentes de cuarto y quinto año, sobretodo, que no la están pasando bien anímicamente en la cuarentena y esto impacta en el rendimiento escolar", dijo con preocupación.
Y en la misma línea agregó: "En la escuela pública los chicos encuentran un lugar donde son escuchados y atendidos, y con lo virtual eso se ha perdido y los alumnos sienten esa pérdida. Esto es importante para valorar el sistema educativo, pero no desde lo gubernamental sino desde la relaciones".