A 46 años de La Noche de los Lápices, terminó el secundario Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de aquella serie de secuestros y asesinatos ocurrida en 1976. El platense finalizó sus estudios recordando a sus compañeros de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).
La última materia que dio fue matemática. Una vez aprobado todo el plan de estudio, con 64 años Díaz pudo festejar, pero siempre llevando consigo esa época oscura de la historia argentina, que tuvo como víctima a varios alumnos de secundario.
El hombre se graduó de la escuela Técnica 1 Valentín Vergara, ubicada en 7 y 32. Totalmente emocionado, habló de sus ex compañeros, aquellos que la dictadura militar desapareció y mató: “Ellos trataron de que no termináramos, que saliéramos de las aulas. Ahora estoy terminando como una reivindicación de los chicos”.
Díaz dialogó con Radio Universidad y contó que el Fines lo termina gente que tal vez no tuvo la instancia de la terminalidad de la escuela por distintas razones, historias personales. Una compañera de él, según recuerda, hoy limpia casas, otro es barman “en negro”, otro labura en una panadería.
“Estuve cinco años preso y cuando salí estaba muy amenazado para que me vaya de La Plata y que no podía ir a un colegio a hacer la terminalidad, con la historia y como testigo de lo que había vivido“, aseguró.
Muy por el contrario, decidió quedarse en la ciudad platense, pero siempre escondido: “Hablé con un padre salesiano, Velazco, que estaba en el Sagrado Corazón, y explicando mi historia me dijo que haga la nocturna en el Don Bosco, con la salvedad de que trate de contar y de movilizar lo menos posible”.
Comenzó a ir a la Conadep, con lo cual necesitaba permiso para ir y volver de Buenos Aires. En seguida se desarrolló el Juicio a las Juntas y luego lanzaron la película ‘La noche de los lápices’, de Héctor Olivera. Las emociones no pudieron evitar salir a flote.
“Me generó una contradicción, si como sobreviviente tenía que terminar la secundaria o no. Sentía que ellos ya no volvían, que no iban a poder terminar. Yo me había enamorado de Claudia en el campo de concentración”, indicó.
Luego, habló de sus compañeros de escuela: “Se asombraron de verme, por saber quién era yo, y yo me sorprendí por la historia de cada uno de ellos. Éramos ejemplos mutuamente, por así de decirlo, y comprendí que el Fines es una necesidad de mucha gente”.
Cuando fue capturado, Pablo cursaba en el colegio España, más conocido como “La Legión Extranjera”. Había sido expulsado anteriormente del Colegio Estrada por intentar conformar un centro de estudiantes.
En los primeros años de los ‘70, este platense militó en el peronismo, particularmente en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Después de la muerte del ex presidente Juan Domingo Perón, creyó que esta ideología había muerto y se afilió a la Juventud Guevarista, el brazo estudiantil del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Recordando estos cambios, en varias oportunidades Díaz señaló: “Nunca me sigas porque no pego una”. A menos de 50 años de aquella noche trágica, sin embargo, hoy está de festejo: terminó el secundario, cerró una etapa y, en el examen, el resto de las víctimas estuvieron en su mente.
Qué ocurrió La Noche de los Lápices
Se la llama la “Noche de los Lápices” a una serie de secuestros y asesinatos de estudiantes de secundaria ocurridos en La Plata durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores. Se dio en el marco de la dictadura militar argentina, que hacía algunos meses había tomado el poder.
Un operativo conjunto de efectivos policiales y del Batallón 601 de Ejército secuestró a diez jóvenes de entre 16 y 18 años. La mayoría integraba la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), que un año antes había reclamado en las calles por el boleto estudiantil secundario gratuito.
Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro fueron secuestrados de sus domicilios aquella noche. Mientras tanto, al día siguiente, el 17 de septiembre, los militares apresaron a Emilce Moler y Patricia Miranda.
Cuatro días después también fue detenido Pablo Díaz, quien formaba parte de la Juventud Guevarista, un grupo vinculado al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Fueron torturados en el centro clandestino de detención “Arana”.
Después de varios días de sufrimiento, se los trasladó al Pozo de Banfield. De ellos, hubo cuatro sobrevivieron: Díaz, Calotti, Moler y Miranda, pero seis de ellos continúan desaparecidos luego de casi 50 años.