Abrazo de gol, del alma, interminable. Pía se aferra a Pablo Vegetti, como gritando aquellos goles del ascenso Pirata. Y llora. Muchas veces es otro tipo de llanto, por la enfermedad con la que debe luchar cada día. Pero por el Celeste es otro tipo de llanto. Al fin y al cabo, Pía está acostumbrada a jugarle a la vida “a lo Belgrano”, y esas lágrimas son de felicidad. Quería abrazar a sus ídolos, y allí los tiene.
Pía Ludueña, de ocho años, padece una acidosis tubular renal, una enfermedad por el momento sin cura. Espera una cirugía para mejorar su calidad de vida, y debe someterse a controles periódicos. El miércoles último venía de estudios de sangre, y la carita triste de repente se transformó. Sus padres, Fernando y Valeria le dijeron que irían a desayunar a la cantina del predio Villa Esquiú, para que lo conociera. La sorpresa era mucho mayor, y Pía no se lo esperaba...
“Mi papá está distinto, y es raro porque estamos todos con la camiseta de Belgrano”, le dijo a su mamá con picardía y como intuyendo algo. Minutos después, cuando terminó el entrenamiento del equipo de Guillermo Farré, la emoción fue gigante. Es que venían a su encuentro para saludarla Bruno Zapelli y Vegetti, sus preferidos.
CARAVANA DE EMOCIONES PARA PIA Y BELGRANO
“En el festejo del ascenso, con la caravana por la Circunvalación, la teníamos en brazos a Pipi, como le decimos a Pía. Y ella cruzó saludos con Zapelli y Vegetti, a lo lejos. Adora a Zapelli, porque según ella es chiquito, le dice Brunito... Y a Vegetti por lo goles. Subimos el video y se lo pase a Carla, una vecina. La mamá, Zulema, conoce a gente de la utilería de Belgrano y se los hizo llegar. De ahí vino la invitación del departamento prensa del club para Pía”, recapituló Valeria.
“El fanatismo por Belgrano viene de su papá Fernando, mi esposo. De mi suegro, son varias generaciones de hinchas de Belgrano. Tengo otra hija, de 15 años, Sol, y la llevamos a la cancha de muy chica. A Pía también, cuando se podía. Y cuando estaba mal y no podía salir, le teníamos que mentir y sufría un montón. Llora por Belgrano. Cuando quedó eliminado de Copa Argentina estuvo desconsolada como una hora. Y le decíamos, ‘este torneo no es el más importante, ya vas a tener una alegría’, como para conformarla”, evocó la mamá.
“Ir al predio, sacarse fotos con los jugadores, que le firmen la camiseta... fue un momento mágico para Pía. Estaba tristona porque ese día le habían sacado sangre de los dos brazos. Y ahora está feliz, dice que es famosa por el video y las fotos con Zapelli y Vegetti, y que las va a mostrar en el Hospital Infantil. Las doctoras, las enfermeras, la quieren todos porque Pipi es un personaje”, completó Valeria.
EL ALIENTO PARA UNA PIRATA DE CORAZÓN
“Pablo le dijo que era un placer conocerla, y que esperaba que se recupere pronto. Y Zapelli la abrazó y la beso, Pía estaba muy emocionada. Y les conté a los jugadores que es muy valiente, por tantos estudios que debe realizarse”, repasó Valeria sobre la visita al predio.
A Pía le diagnosticaron la enfermedad cuando tenía un año y medio. Como los riñones no funcionan al 100 por 100, se deshidrata y deben internarla para estabilizarla. La medicación le mejora la calidad de vida y transta por una rehabilitación para que las recaídas no sean tan seguidas.
“Más allá de todo, es una nena alegre y activa, va al tercer grado de la escuela Manuel Lucero y trata de no faltar. Como en la cancha”, completó la mamá de Pía, una Pirata invencible.