Más allá de la alegría nacional generada por Las Kamikazes, el seleccionado femenino de beach handball, lo que causó más revuelo sobre estas chicas -que ganaron la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de la Juventud- fue el debate en torno al uniforme con el que jugaron: pequeños culottes y tops elastizados.
La notorio fue la diferencia entre la indumentaria femenina y la del seleccionado masculino, compuesta de shorts y remeras holgadas, por lo que el debate no tardó mucho en avivarse y se cuestionó un posible machismo en este deporte.
Tras estas discusiones, las propias jugadoras salieron a defender su uniforme y pidieron que el foco se ponga sobre su desempeño deportivo y no sobre su ropa.
"El diseño y el modelo del culotte lo elegimos nosotras y lo usamos hace unos cuantos años porque nos parece más cómodo. Incluso, lo usamos cuando entrenamos, no solo cuando es obligatorio", explicó Celeste Meccia.
Por su parte, Florencia Ibarra, capitana de la selección mayor, coincidió con su compañera y recordó que este deporte, al igual que en el beach volley, en el cual las mujeres usan la misma ropa, se practica en lugares de mucho calor y generalmente cerca del mar. "Jugar con otro tipo de ropa es incómodo porque se mete arena adentro y también es pesado", argumentó.
"El foco se corrió de lugar y tomó envergadura el tema de la ropa cuando hay un montón de méritos deportivos que hemos tenido nosotras y que han tenido las chicas. Estaría mucho mejor hablar de eso", opinó Ibarra, mientras que Meccia reclamó: "Hay gente que opina sin saber del tema. Si los hombres pudieran jugar al beach handball 'en cuero' (sin una prenda que les cubra el torso) lo harían, pero necesitan usar camiseta. No juegan en 'sunga' porque culturalmente casi no se usa y el reglamento dice que tienen que usar short. En waterpolo, por ejemplo, juegan 'en cuero' y nadie dice nada".