Hay personajes singulares que se destacan por su calidad humana, por su trayectoria de vida y por las múltiples actividades sociales y laborales que desarrollan y que los insertan en los mas diversos círculos de la comunidad, cosechando el reconocimiento de quienes los conocen y los tratan.
Uno de ellos es Rafael Eduardo Baraybar, mas conocido como "Faíto", un vecino santarroseño que ha sido y es panadero, maestro, profesor y músico, además de aficionado a la fotografía y al ciclismo, y ahora desarrolla la idea de dar clases gratuitas de bandoneón, su instrumento, porque siente el deber de transmitir ese legado cultural y musical a las generaciones mas jóvenes.
Entrevistado por Vía Santa Rosa, Baraybar recordó que eligió la docencia desde temprana edad. "Yo estudié para docente, yendo al secundario me cambié de escuela para poder terminar como maestro, iba a tercer año y decidí pasarme a la Escuela Normal para terminar como Maestro Normal Nacional", contó, en donde integró una de las últimas promociones que se recibieron con ese título.
Posteriormente cursó el profesorado de Historia y Geografía en la Universidad Nacional de La Pampa y, al recibirse, decidió asumir el legado familiar de continuar con el oficio de panadero iniciado por su abuelo y continuado por su padre. "Yo trabajé desde que tengo memoria, ya con dos años estaba correteando por la panadería", rememoró Baraybar, quien a los catorce años comenzó ayudando en el oficio familiar.
Continuando con el relato de su historia de vida, el bandoneonista contó que "con el tiempo empecé a sentir que la panadería comercialmente no iba, y a la vez, había otras inquietudes. Entonces empecé a evaluar, estimulado por algún compañero, la posibilidad de volver al aula".
"Ya tenía más de 50 años y decidimos con mi señora cerrar la panadería, desenrollé el título que prácticamente no había usado como profesor, sí como maestro algunos añitos, y en mis últimos 10 años de trabajo fui docente. Pero la vocación estuvo desde muy temprano", explicó.
""Nunca me despegué de la lectura, del mundo de mis compañeros, que pasaban y me estimulaban con un ¿por qué no das unas horas, aunque sea? El trabajo físico como panadero me absorbió las 24 horas de cada día pero nunca me despegué de la idea docente. Siempre me sentí como tal, más allá de ejercer o no ejercer, y el volver a dar clase fue como una continuidad de la idea. Creo que a los 54 cerré la panadería y empecé a dar clases", describió.
Su faceta musical también es de familia ya que su padre fue bandoneonista. "Se compró un bandoneón en la época dorada del tango, él nació en el 24", explicó, y fue quien siempre buscó transmitir la pasión y el amor por la música a sus cuatro hijos. Los cuatro comenzaron a estudiar música desde muy chicos pero "Faíto" fue el único que tuvo continuidad. "Yo heredé el bandoneón de mi viejo, los otros estudiaron otros instrumentos, y estudié desde chico, creo que a los siete años ya estaba estudiando", puntualizó.
La mayor parte del tiempo, Rafael Baraybar tocó el bandoneón solo en su hogar, pero cuando se casó dejó el instrumento en la casa de su padre y, al retomar la práctica después de unos años, sintió que tocaba como si nunca lo hubiese abandonado. Contó luego que, de grande, apareció una nueva oportunidad para aprender música y esta vez sería en la tecnicatura que implementó la Municipalidad de Santa Rosa.
"Yo había visto a algunos de mis sobrinos que estaban entusiasmados estudiando ahí. Fui y empecé a cursar en la tecnicatura, de hecho cursaba con una nieta. Realmente fue muy estimulante porque había un abordaje de la música desde la enseñanza totalmente distinto a lo que yo había mamado cuando era chico, eran otros métodos, igualmente efectivos, aunque yo no reniego de aquella formación tan clásica, inductiva", precisó.
Este nuevo vínculo con la música le dio la posibilidad de integrar "Atípica Orquesta", de la que es fundador junto a Manuel y Paola Neveu, y también la de conformar un dúo de bandoneón y guitarra, el "Ruba Tango Dúo", con Pablo Ruggeri.
Quienes crucen a "Faíto" por la calle, siempre lo verán con una sonrisa, la misma que esbozó cuando contó que hace alrededor de un mes, publicó en sus redes sociales que daría clases gratis de bandoneón a quienes estuvieran interesados, ya que siente el deber de transmitir el legado cultural y musical del instrumento a las generaciones mas jóvenes.
"Veo que los bandoneonistas somos pocos, que nos vamos poniendo viejos o nos vamos muriendo, y hay como una deuda para con la sociedad, por lo que uno entiende que representa el bandoneón y el tango para nuestra cultura. Hay como una deuda y es un deber saldarla. Hay todo un compromiso y un desafío de transferir lo poco que uno sabe a las generaciones más jóvenes", expresó el músico.
Pero el impulso de la iniciativa fue temporariamente postergado a causa del regreso a Fase 2 en Santa Rosa por los últimos contagios de Covid-19. "La respuesta ha sido interesante pero con la gente no hemos podido tener contacto personal, este fin de semana íbamos a largar, habíamos conseguido un lugar para funcionar, y bueno, el anuncio del gobernador del día jueves nos tiró para atrás", dijo.
"Hace más de un mes que largamos la convocatoria y se anotaron más de 20 personas. Algunos tienen instrumentos pero estamos buscando otros, porque sabemos que hay personas que los tienen e intentamos sensibilizarlos en el sentido de que un instrumento que no se toca es un instrumento que se arruina. Tener cuatro maderas en un cajón por un recuerdo valioso es inobjetable para quien lo hace, pero si esa gente puede entender que ese instrumento recupera valor si es tocado, por ahí podemos conseguir que los estudiantes accedan a ellos", indicó.
Y la idea de esta escuela de bandoneón persigue otro objetivo a futuro, que es la de formar una orquesta escuela de tango, en cuyo proyecto participa Roberto Sessa, su mentor, que es presidente vitalicio de la Fundación Consonancias, a través de la cual buscan conseguir algunos bandoneones más para los alumnos.
Por último, Baraybar sueña con que esta nueva oportunidad de enseñar a los más jóvenes pueda terminar en un gran proyecto. "Estamos ansiosos porque hay entusiasmo en los chicos y en nosotros, y la posibilidad de que quizás, con buena onda, esto termine siendo una orquesta escuela de tango municipal, ojalá se pudiera dar, es algo que Santa Rosa necesita", concluyó.