Hace unos días, la Corte Suprema de Justicia de la Nación falló sobre un reclamo a San Juan realizado por La Pampa sobre la construcción del dique El Tambolar. Según considera la provincia pampeana, este tipo de obras afectan el bañado de su territorio. En este marco, desde Diario Huarpe entrevistaron a distintos referentes de comunidades de pueblos originarios de San Juan para conocer sus opiniones sobre este planteo, teniendo en cuenta su cosmovisión, luchas históricas y cultura.
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Para Paz Argentina Quiroga, consejera y guía espiritual de la comunidad huarpe de San Juan, “sobre el amparo de nuestros hermanos pampeanos mucho no puedo opinar porque no he leído el escrito y sus fundamentos; pero, inicialmente sí puedo decir que estuve, estoy y estaré siempre en contra de la construcción de diques. Detener los cursos de las aguas ha sido letal para nuestros territorios en toda la Argentina. Ha sido el mal que arrastramos desde la colonización y la instalación de los proyectos del monocultivo”.
Además, agregó que: “Cuando los gobiernos proyectan y construyen diques, tienen sus miradas limitadas, porque no piensan en un todo armónico, relacionado y sin límites; en una tierra fértil, en un territorio con agua y húmedo. Solo piensan en abastecer los mega proyectos que benefician a unos pocos y perjudican a la mayoría. Jamás a nuestros ancestros, a nadie de nuestra cultura, se les hubiese ocurrido cortar el curso natural de un río, hacer un dique para impedir el paso del agua para otro territorio; porque sabemos y entendemos cuáles son las consecuencias”.
José Díaz, representante de la comunidad huarpe Aguas Verdes de las Lagunas de Guanacache, departamento de Sarmiento, explicó: “Cuando me enteré que la Corte de la Nación dio lugar al reclamo de nuestros hermanos pampeanos, lo primero que pensé fue que está bien, que es justo y razonable. Porque también nosotros somos parte de esa misma problemática. Lo mismo que ellos padecen, lo padecemos nosotros un poquito más cerca y siendo sanjuaninos. Las aguas tienen que correr libremente por sus cauces en los territorios, seguir su rumbo como a sido siempre, porque cuando de agua se habla, se habla de la vida misma. El agua de los ríos es la sangre para la tierra”.
En ese sentido, agregó: “Y la cosa es muy sencilla de entender. Y si no fíjese nomas lo que le pasa aun ser humano cuando se le tapa una vena; algún órgano de su cuerpo se afecta o directamente se muere. Bueno, lo mismo pasa en este caso. Si yo corto o desvío un río, el problema aparece por otro lado; y ese problema acarrea otro y otro, y así hasta la misma muerte. Ojalá esta sea la oportunidad justa para que el gobierno de San Juan se dé cuenta que los diques no sirven, porque aguas abajo produce desastres, modifica, altera”.
Franco Gil, consejero indígena de la comunidad Pinkanta, Caucete, sostuvo que “el tema del agua es un tema recurrente, es un tema que se trata en cada una de las reuniones que tenemos con los miembros de nuestra comunidad, con los miembros de otras comunidades y con los demás pueblos originarios del país. Por lo tanto mi mirada, no es personal, es colectiva, comunitaria. Nosotros partimos del punto de ser realistas. El tema de los diques, de la utilización del agua, es un reclamo histórico, es algo que se viene planteando desde hace años y sabemos que es muy difícil revertirlo”.
Además, Gil indicó: “En ese punto nos paramos y plantemos una reparación histórica por ese daño que se causó a los pueblos originarios a lo largo de los procesos históricos. Y ese pedido de reparación histórica, obviamente, busca generar mejores condiciones en los territorios que han sido afectados en forma directa o indirecta. Esa es la línea fundamental; la línea que defendemos y por la que luchamos. Porque, realmente, creemos que pelear para que los ríos vuelvan a fluir como hace 100, 200 o 500 años sería un sin sentido. Porque, el agua hoy está administrada de esa manera”. Por último, concluyó: “En esa mirada colectiva, todos pensamos que los diques, el avance de la urbanización, los emprendimientos productivos, principalmente el vitivinícola, perjudicaron directamente a las comunidades que vivían a la vera del río. Algunas todavía resisten, pero otras, por la falta del agua, fueron desplazadas”.
Otra que opinó fue Carina Calivar, representante de la comunidad Diaguita Cacique Pedro Caligua del departamento Valle Fértil: “Yo puedo acompañar el reclamo de nuestros hermanos pampeanos en un pedido que es genuino, real y que va con la cosmovisión que tenemos los pueblos originarios. Pero también, sabemos que hoy gran parte de San Juan depende de los diques. Entonces te enfrentas a dos fuertes cuestionamientos que tienen sus pro y sus contras. La realidad es que no tan solo el agua se usa para los cultivos, sino también para generar energía, para mover la industria, para el consumo, para la recreación, el turismo. Entonces sería contradictorio de nuestra parte estar pidiéndole al Estado que atienda nuestras necesidades y demandas en torno al uso del agua, y por otro lado criticando las obras que se hacen para satisfacer esas necesidades y demandas”.
En esa línea, Calivar argumentó: “En Valle Fértil tenemos una realidad totalmente diferente al resto de la provincia de San Juan, porque dependemos de las lluvias y nosotros en tal caso necesitamos de diques para almacenar esa agua. Por eso me es muy difícil emitir una opinión dejando de lado algunos aspectos. Lamentablemente, para responder a las necesidades y demandas de la mayoría, los gobiernos dejan de lado a las minorías y ahí radica el peor de los problemas. No obstante, para mí lo más preocupante es que todavía no haya políticas publicas que permitan a la gente que fue afectada por estas u otras obras, quedarse en el territorio. Los gobiernos no tienen que despoblar zona rurales. Tendrían que hacer todo lo contrario y activar las economías regionales. Nosotros apuntamos a una matriz productiva, real, con las comunidades, para las comunidades”.
Víctor Barroso, miembro de la comunidad Pinkanta de 25 de Mayo, sostuvo: “Creo que el reclamos de La Pampa es justo porque lo mismo vivimos acá. Sin agua las plantas, los animales se mueren, las comunidades no se pueden desarrollar y se van de los territorios. Del agua y de la humedad vivimos todos. Las leyes y los convenios internacionales son claros cuando los gobiernos van a realizar una obra que pasa por los territorios indígenas y/o afectará a comunidades de pueblos indígenas los estados nacionales, provinciales, y municipales deben realizar la consulta previa; y esa consulta jamás se hizo, porque ninguno de nosotros participó”.
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Finalmente, Barroso contó: “Nosotros sabemos que la construcción de los diques nos afectó, pero también sabemos que a los diques no los van a romper. Para nosotros la solución sería dejar de hacer tantos diques y que equilibren los caudales de agua de los ríos. Es decir, que larguen más agua por los ríos”.
Por último, Nadia Gómez, consejera indígena de la comunidad huarpe, contó su visión de la situación. “El reclamo de la provincia de La Pampa no es un reclamo nuevo, ni un reclamo de ahora. Es lo que nosotros venimos planteando desde hace mucho tiempo, e incluso lo hicimos nuevamente en el marco del Acuerdo San Juan. La construcción de diques, el monocultivo de la vid, el avance de las ciudades, perjudicó tremendamente a los pueblos originarios”.
“Lamentablemente en San Juan todavía no vemos ni un gesto que muestre ese despertar, ese cambio que hoy se necesita. Los desvíos, la obstrucciones de ríos alteran y modifican los territorios, impactan negativamente en los ecosistemas... No es difícil de entender: si uno acumula agua en un lugar, en el otro va a faltar; y eso siempre va a suceder si no existe el caudal ecológico”, sostuvo. Finalmente, concluyó: “El caudal ecológico permitirá que la humedad vuelva a los territorios y que los ecosistemas sigan vivos”.