Catalina Gorostidi, médica especializada en oncología pediátrica y ex participante de Gran Hermano, está atravesando una tormenta de odio en redes sociales que la llevó a límites extremos. “Sé que cuando subo una foto voy a tener 200 comentarios diciéndome ‘estás a un vómito de morirte’”, contó sin filtros, mostrando la crudeza de los ataques que recibe a diario.
Su historia no es solo la de una joven que salva vidas, sino la de alguien que luchó contra la anorexia y la vigorexia, enfermedades que admitió públicamente con valentía. “No puedo entender qué es lo que querían de mí”, dijo respecto al acoso digital, revelando el impacto devastador que estas agresiones tuvieron en su salud mental.

La violencia no solo vino del público, también sufrió una exposición no deseada cuando su ex pareja Joel Ojeda ventiló detalles de su salud durante su encierro en el reality. “No es lo mismo que lo cuente ella”, dijo, señalando cómo se vulneró su intimidad en un momento delicado.
Pese a que la mayoría de los mensajes ofensivos provienen de mujeres, Gorostidi asegura que la violencia digital no la frena, aunque reconoció que “cuando viene de alguien que no conozco, me resbala, pero cuando es alguien cercano, duele”.
La médica fue brutalmente honesta. “Después de ver cómo un niño lucha contra el cáncer, un comentario en redes no me afecta, pero eso no significa que no duela ni que no deje marcas”, explicó, exponiendo la paradoja entre su fortaleza profesional y su vulnerabilidad personal.
En su relato más desgarrador, confesó que llegó a sufrir una rabdomiólisis tras exigirse más allá de sus límites físicos en un contexto de anorexia y vigorexia, una advertencia sobre los daños reales detrás de la imagen que muchos idealizan en redes sociales.
Consciente de la influencia que genera, Cata busca romper con los estereotipos de perfección en las redes: “No soy un ejemplo para adolescentes”, advirtió, buscando evitar que su imagen se convierta en una referencia dañina para sus seguidores.

Entre la medicina, el reality y la ola de críticas, Catalina Gorostidi expone hoy la cara más cruda de la fama en tiempos digitales: el precio de mostrarse y el odio que esa exposición puede desatar.