Mientras continúa la investigación sobre la muerte de Paolo Alexander Pino Quintero, quien se suicidó en su casa de Tupungato, luego de salir del Regimiento de Infantería de Montaña RIM 11, habló la madre y detalló los hechos aberrantes que sufrió el joven soldado antes de su muerte, el 4 de octubre pasado.
Siguen apareciendo testimonios aberrantes sobre lo que le sucedió al joven solado dentro del RIM 11 de Tupungato. María, madre de Paolo Alexander Pinto, sumó nuevos datos en relación a los hechos vividos por su hijo: “Le hacían bullying y lo hicieron comer del piso”, expresó en declaraciones a Radio Nihuil.
En una de las confirmaciones que hace María, sostuvo, “la segunda vez fue cuando lo hicieron comer del piso”, sobre lo que agregó la constante situación de bullying a la cual era sometido Paolo: “Él siempre fue así, de perfil bajo y sólo quería cumplir su sueño, ser militar”.
El pasado 27 de abril le efectuaron todos los estudios -psicológico y físico- en el Hospital Militar y fue aceptado para ingresar al RIM 11, a principio del mes de en mayo.
“Lo empezaron a ‘manijiear’, así se dice cuando lo hacen hacer cuerpo a tierra y esas cosas”, aclaró María, quien remarcó que Paolo “tenía un tic y cuando se ponía nervioso se mordía el labio. Parecía que hacía una mueca, y ahí creyeron que hacía caras. Él les explicó que era un tic nervioso, pero no lo escucharon”.
Tuvo que comer como un perro
Sin dudas que el relato más desgarrador fue cuando María contó cuando “le llenaron un plato con arroz y le hicieron ir por toda la unidad, saltando en un pie con el plato de comida en la mano. Si se le caía algo, tenía que comer del piso. Se le cayó el arroz y lo tuvo que comer como un perro”, describió.
“A unos chicos que estaban ahí, les cayó mal la situación y dejaron de comer, pero les dijeron que si no querían pasar por lo mismo, que siguieran comiendo. Y por miedo siguieron comiendo”, confirmó María.
Mensajes del soldado Paolo Pinto
Le hacían trasladar una piedra de 60 kilos
Daniel Álvarez, abogado de la familia del soldado, dijo: “Era un niño de 19 años que fue atormentado sistemáticamente dentro del RIM 11 de Tupungato, donde se burlaban de su aspecto físico con calificativos peyorativos, donde entre otras cosas le hacían trasladar una piedra de 60 kilos a la cual Paolo, le hablaba y le decía ‘Rocky’”.
Causa: “Averiguación por instigación al suicido”
Álvarez confirmó que la causa es por “Averiguación por instigación al suicido”, y subrayó que “cuando fue la madre fue a retirar las pertenencias de su hijo, en el Regimiento RIM 11, nadie habló con ella”.
Caso soldado Carrasco: Fin del Servicio Militar
El 6 de abril de 1994, cambió la historia del Ejército Argentino, habían encontrado el cuerpo sin vida del soldado Omar Carrasco en el predio de una unidad del Ejercito ubicada en Zapala, Neuquén.
La muerte de Carrasco generó una conmoción social del país que provocó que el gobierno de Carlos Menem, confirmara el final del Servicio Militar obligatorio en la Argentina.
El 3 de marzo de 1994, Carrasco había llegado al Grupo 161 de Artillería proveniente de la localidad neuquina de Cutral Có para cumplir con el Servicio Militar obligatorio.
Pero sólo pasaron algunos días de ingresar a las filas del Ejercito lo declararon como desaparecido y desertor, algo que le fue comunicado a sus padres dos semanas después, cuando el soldado no llegó al hogar familiar en el que iba a ser el primer día franco de su servicio.
El cadáver del soldado apareció a 700 metros de la compañía donde había sido reclutado durante un segundo rastrillaje, ya que en el primero una patrulla pasó por ese mismo lugar 15 días antes y no había encontrado nada.
El cuerpo de Carrasco estaba con el torso desnudo, tenía un ojo reventado, varias costillas quebradas y, peritajes que se le practicaron, determinaron que había sido movido antes de permanecer en un sitio húmedo y oscuro, lo que explicaba el estado de momificación que exhibía.
Lo cierto es que el juez Rubén Caro estuvo al frente de la investigación confirmaba “un baile” y varios castigos físicos que recibió Carrasco en los primeros días de la instrucción por parte de los conscriptos “viejos” Cristian Suárez y Víctor Salazar, quienes habían recibido órdenes directas del subteniente Ignacio Canevaro.