Acerca de la adopción aún hay mucho que aprender socialmente y nada mejor que hacerlo a través de aquellas personas que decidieron darle amor, contención, un hogar y una familia a quellos niños que, por diferentes motivos, no lo tenían. Manuela es mendocina y adoptó a su hijo, aún teniendo los biológicos, por lo que decidió compartir su historia para alentar a otros a emprender este camino.
La maipucina tiene tres hijos: Santino (9), Samir (6) y Franchesco (3). Pero comenzó con el proceso de adopción cuando era soltera y se anotó como familia monoparental (compuesta por un solo padre o madre). En ese momento deseaba ser mamá y, como se había separado de su pareja, quien actualmente es su marido, decidió tener un hijo sola.
“Me encontré cerca de los 30 años soltera y mi mayor deseo era ser madre. Como era empleada judicial, y la oficina del RUA (Registro Único de Adopción) estaba un piso más arriba de la oficina en la que trabajaba, decidí anotarme como pretensa adoptante”, contó Manuela en diálogo con Vía Mendoza sobre cómo sugieron sus ganas de adoptar.
No pasó mucho tiempo que regresó con Marcos, y decidieron buscar un hijo. Manuela quedó embarazada de Santino (9), pero en todo ese tiempo ella seguía con la idea de adoptar a un niño/a, y su pareja la acompañó en esta decisión. Así fue que modificaron los papeles para figurar los dos como adoptantes.
En ese tiempo, cada seis meses iban a firmar rectificar que estaban dispuestos a adoptar, y en el medio, decidieron buscar un hermanito para su hijo. Pero esta búsqueda se volvió complicada, dura y triste por momentos, a causa de una operación ginecológoca. Además, no salía la adopción que desde hacía años esperaban, por lo que Manuela y Marcos vivieron momentos difíciles.
“Entré en un estado depresivo, dije ‘hasta acá llegué' y todo el mundo me volvía loca preguntándome para cuándo un hermano para Santino. Y yo en realidad quería, pero no podía”, recordó la mendocina con angustia esa etapa de su vida.
La familia se agrandó de forma inesperada
El deseo de Manuela y Marcos era tan grande que acudieron a diferentes tratamientos de fertilidad, pero ninguno les dio resultado. Y como última opción, para convencerse de que lo había hecho todo, fue a ver a un médico naturista de Rivadavia y de allí pasó a otro que realizaba medicina cuántica en San Juan.
“Creer o reventar, a los 15 días me entero que estaba embarazada Francheso (3) y era un embarazo de riesgo. Estando en reposo, me llaman del Juzgado de Familia para comentarme que había un niño de 3 años en condiciones de ser adoptado”, comentó Manuela sobre cómo en pocos días sus vidas cambiaron de un momento para otro.
Sin dudarlo, y después de haberlo esperado tanto, fueron a conocer al niño el 15 de diciembre del 2018. “Me dio miedo no quererlo tanto como a mi primer hijo y fui a conocerlo atemorizada, y cuando lo vi me olvidé por completo de todo. Ese nene era mío y sentí lo mismo que cuando me sacaron a Santino de la panza”, contó con profunda emoción y recordó hasta cómo iba vestido para ese primer encuentro con sus papás.
Samir, el regalo de Navidad de una familia que lo esperó desde siempre
Fue tal la conexión que hubo entre los tres ese día, que Samir (6) quiso irse con ellos, lo que no fue posible ya que faltaban algunas instancias hasta poder llegar a ese momento. “Yo quería llevarmelo. Cómo podía ser que solo estuviera un rato con él y tuviera que irme, si ya era mi hijo”, dijo.
Es que a Samir lo esperó desde antes de tener a su primer hijo. “Fueron dos días de ir un rato a jugar con él (Marcos y ella) y al tercer día fuimos con Santi. Recuerdo que le dijo al trabajador social, ¿Cuándo se va con nosotros?”, relató con orgullo sobre cómo su hijo mayor también sintió desde el primer momento que Samir era su hermano.
Como faltaban pocos días para el 25 de diciembre, desde el Juzgado aceleraron todo para que Samir pudiera vivir las Fiestas con su familia y así fue. “Pasamos esa Navidad todos juntos, vinieron los abuelos y tíos de ambos lados a festejar que al fín la familia se habia agrandado como tanto deseamos”, agregó.
A modo de cierre de esta historia que aún continúa, Manuela resaltó que “no fue facil, pero quién dijo que ser padres es fácil, ya sea biológicos o adoptantes. Siempre hay situaciones que afrontar, no puedo imaginar una vida sin ellos, amamos a los tres por igual”. Y agregó: “Ánimos a todos los que quieran emprender este camino”.
“Deseo de corazón que dejen de lado temores, prejuicios y demás limitaciones que puedan surgir como a todos nos surgieron porque hoy en día puedo decir con total convencimiento que mis hijos son lo que más amo en esta vida y volvería a tenerlos”, cerró Manuela.
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