"Una de las claves para que el niño autista avance es la alimentación, porque se debe mejorar su flora intestinal y desde ahí se produce un cambio en pocas semanas".
La voz de la misionera Claudia Elizabeth Garcete cruza firme el Atlántico y toma una sonoridad musical, muy cálida, cuando habla de David, su hijo autista que la llevó a recorrer el mundo en busca de la salida que los médicos no le daban. En el teléfono, a pesar de la distancia, vibra su emoción de mamá y de mujer solidaria con otras madres de autistas.
Nacida en Puerto Esperanza, Misiones, hace 38 años, trabajó en su ciudad natal y luego en Puerto Iguazú. Luego se radicó en México y ahora en Sevilla, España.
En las librerías españolas ya están sus tres libros que ayudan a miles de padres de niños autistas a afrontar lo que en principio consideran una desgracia y luego se torna una aventura de amor e inteligencia.
"Los secretos de mi mundo", "Sabores de mi mundo" y "Los aromas de mi mundo" son los tres libros que han hecho a esta misionera madre de James, el mayor, y de David el niño que padece autismo y que tiene 12 años.
"Un día, desesperada, partí en bus desde Tabasco en Villa Hermosa, México, rumbo a la capital mexicana para ver a una especialista. David estaba agresivo, no se quería sentar, tenía 4 añitos, y caminé con él abrazado por el pasillo del ómnibus. Y le prometí: un día vamos a escribir un libro sobre nuestra historia", contó Claudia a MisionesOnline.
También contó sobre su hazaña de literatura, empatía y solidaridad que encaró con sus libros. Los textos se venden en todas las librerías de España, editados por David Owen Research.
Y la historia se mereció el libro. Porque mamá Claudia viajó desde la Patagonia a Buenos Aires a Asunción buscando ayuda para su hijo. Le dijeron que cuando el nene tuviera dos años recién le harían estudios neurológicos. Y la misionera, tenaz y estudiosa, no se quedó tranquila. En Asunción conoció el Sunrise Program.
Y desde allí todo cambió. En México contactó a la Fundación Bautismo, hizo cursos en EE.UU. y Madrid y se radicó en España. Fue en Sevilla que volcó su experiencia en libros y el impacto fue enorme. Quiso ayudar a los padres y madres de chicos autistas y el impacto fue espectacular.
¿Qué buscaban las madres de chicos autistas al consultarte?
Es muy duro lo que viven, de ahí su desesperación. Se preguntan cómo hacer para que permanezcan con la ropa puesta, para que dejen de autolesionarse, se dejen abrazar, y los abracen y sonrían.
¿Además de escribir tu experiencia, te reunís con ellos?
Sí, ahora comenzamos un curso de 7 días para papás y mamás de niños con autismo, para gestionar paso a paso con ellos, el proceso de enseñarles a ir al baño, vestirse y comer lo adecuado. Voy a las casas y observo lo que comen, aportando la experiencia.
¿Cómo supieron que David padecía autismo?
A los 11 meses comenzamos a ver síntomas muy extraños, como por ejemplo no entendía su nombre, no aceptaba ningún abrazo, y de a poco fue aislándose, porque era como una persona sorda que no entendía nada siendo que siempre fue un niño muy cariños y con mucha conexión conmigo y con su hermano mayor. Tengo un hijo más grande (James), entonces podía hacer la comparación. Y ahí comienza mi camino porque me dijeron que tenía que esperar hasta los 2 años para hacer los estudios neurológicos. Empieza mi investigación como mamá porque ya veía que los médicos no me podían dar una respuesta.
¿Y cómo lo tomaron?
Ningún padre está preparado para una noticia así. Ahí empezó entonces mi investigación porque ya veía que los médicos no me podían dar una respuesta. De la Patagonia, donde vivía entonces, viaje a Asunción Paraguay. Un excelente neurólogo de Buenos Aires me recomendó un programa que se hacía en Asunción: Sunrise Program.
¿El tratamiento requiere un equipo multidisciplinario o basta con el amor y el entendimiento de la propia familia?
Es un punto muy interesante porque después de ese viaje conocí varias mamás y varios padres que estaban en la misma situación. Por eso mi camino va a hacia ayudar a los padres que realmente necesitan. En esa desesperación andá a encontrar una respuesta. Es muy duro porque ningún papá, ninguna mamá está preparada para una noticia así.
¿Cuál fue el resultado de esa búsqueda?
Lo primero que encontré cuando conocí este programa, es el amor incondicional, o sea, la aceptación de que ese niño vino a nuestra vida a enseñarnos cosas. ¡Y cómo nos enseñan!, porque al entender su mundo podemos lograr mucha conexión con ellos. Yo no estoy diciendo que las mamás y los padres no damos amor, pero primero, cuando recién nos enteramos, pasamos por una etapa de duelo.
¿Y cómo decidiste transmitir lo que sabías y aprendiste con tu hijo?
Ese es mi trabajo ahora: ayudar a esas mamis, ayudar a las familias, porque lo primero que te dicen cuando te dicen autismo es como un shock. Yo siempre hablo del mundo de David porque en ese mundo, un mundo particular, se encuentra el contacto.
¿Y el paso a mejorar la alimentación?
Investigando, encontré que varias personas nombraban una dieta, un estilo de vida. Porque, también cuando decimos dieta las personas suelen decir no, dieta no. Directamente su cerebro lo rechaza. Pero luego ven que, únicamente con un estilo de vida, sustituyendo unos alimentos por otros, el efecto que hace en el niño es impresionante. En un par de semanas pueden recuperar esa mirada, esa sonrisa, porque en realidad estamos como un poco equivocados con el tema del autismo.
¿Por qué?
Muchos piensan que es un problema neurológico, cuando en realidad empieza en la flora intestinal. De ahí es que nacen los tres libros porque uno me iba a quedar corto. Uno continúa al otro, donde voy desarrollando la importancia de la alimentación y no solo para los niños con autismo, sino también para los niños que sufren hiperactividad, trastorno de sueño.
¿Y cuál fue la respuesta?
La gente cuando ve a un niño diferente tiene una mirada y un pensamiento. Enseñamos a nuestros hijos en nuestras casas, porque lo primero es la empatía, el entendimiento, y cuando uno logra entender y ponerse en el lugar del otro, ya no te parece tan raro. Vemos los secretos de un mundo que es muy amplio; y de ahí nace esta historia.
Es impresionante que la alimentación mejora su calidad de vida.
Muchísimo, es inmenso, por eso voy directo a la cocina, cuando me encuentro con las mamás y me preguntan qué pueden hacer. Vamos a iniciar un programa en el que participarán 4 familias. Voy a ir a las casas, a ver qué están consumiendo estos niños, voy a ir haciendo esa ayuda y la vamos a publicar, haciendo un seguimiento, para comprobar cómo cambian los chicos en tan solo 3 o 4 semanas. Es otro niño, porque el tema está en la flora intestinal. Y eso yo lo investigué a fondo con David, un niño que no podía sostener un pedazo de papel en su mano porque estaba con un autismo severo.
¿El autismo no es uno solo, sino varios tipos?
Exacto. Es una rama muy amplia y muchas veces cuando los padres estamos desesperados no saben darnos una respuesta porque en realidad todavía no existe un origen. Entonces, cuando a mí me decían que no existe un origen, tenía más ganas de saber donde estaba (ese origen). Por algo pasó esto y buscaba una respuesta en el cuerpo de los niños. Al nacer, ellos tienen la flora intestinal de la madre. Y si la madre tiene una flora intestinal débil, el niño va a nacer con una flora intestinal débil. Y si a esto le sumamos el medio ambiente, vacunas, y otros factores tenemos ese resultado. Yo lo sé hace mucho tiempo, por eso pude ir corrigiendo eso en mi hijo, gracias a la alimentación. Debemos lograr una flora intestinal benéfica para que ese niño recupere la salud.