Daniel Bruno es maestro rural y durante todo el año escolar pandémico 2020, mantuvo a sus alumnos de escuelas rurales conectados a las aulas dando clases a través de una radio FM. La estrategia fue exitosa porque si hubiese dependido de internet no iba a poder conectarse con los chicos, ya que en los campos sanroqueños la conectividad es casi nula. Hasta los celulares quedan muertos.
Por su emprendimiento y sobre todo por las ganas, el docente recibirá el premio “El Alma de la Ruralidad” del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El premio es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo de América Latina y el Caribe.
Bruno vive en San Roque, una pequeña ciudad de la provincia argentina de Corrientes a 140 kilómetros de la Capital provincial, desde la que aboga para que la educación formal ponga el acento en capacitar a los jóvenes en la producción de alimentos y a mejorar la formación en el medio rural para generar y oportunidades de desarrollo personal y colectivo que colaboren a frenar el proceso migratorio hacia las ciudades.
Bruno lo explica como si estuviera en el aula: “Hice un sondeo y supe que de los 44 chicos solamente 27 tenían WhatsApp. E incluso para ellos era muy difícil conectarse porque no existe red Wi-Fi en el campo y la señal de teléfono a celular veces es deficiente o bastante precaria. Tanto es así que uno de los alumnos, cada vez que tenía que enviarme la tarea, se subía a un molino para asegurarse la señal. Entonces había que sortear la brecha de conectividad con las escasas herramientas que teníamos”.
La voluntad
“No en todas las casas de las zonas rurales hay teléfonos celulares. Pero en casi todas hay una radio, que es una compañía que sigue ocupando un lugar muy importante en la vida cotidiana y la cultura de los agricultores. Por eso, dando las clases a través de la radio, aumentaban mucho las posibilidades llegar a todos los alumnos”, explica Bruno quien confirma que cuando hay voluntad todo se puede realizar.
Estudiar y vivir en el campo
El Madre Teresa de Calcuta es un establecimiento educativo ubicado a 33 kilómetros de la ciudad de San Roque, en la localidad de Colonia Pando, a la que asisten los hijos de los agricultores familiares de la zona. Es muy común que esos chicos, cuando regresan del colegio, participen junto a la familia en los trabajos agrícolas, ya que las tareas son muchas y se requiere la colaboración de todos.
Los cultivos de arroz, de frutas y de hortalizas que sirven para autoconsumo y para comercialización son el sustento de los agricultores familiares, que trabajan en pequeñas parcelas de entre 20 y 40 hectáreas.