Con sólo 20 años, Agustina Ávila fue diagnosticada de cáncer. Al enterarse, la noticia fue como un ‘balde de agua fría’, agravado por el duelo que estaba viviendo la familia tras la muerte de su hermano en un accidente de tránsito en Córdoba. Sin embargo, su fortaleza fue más allá y logró sobreponerse a la enfermedad y aferrarse a una pasión: la natación.
Actualmente, la cordobesa tiene 23 años y recuerda que al enterarse del diagnóstico fue una mezcla de sentimientos. “Hacía un año había fallecido mi hermano y empecé a pensar qué había hecho mal para que me estuviera pasando tanto”, contó en diálogo con Vía Córdoba.
Sin embargo, asegura que fue ese dolor el que le permitió afrontar lo que los médicos le habían dictaminado: cáncer de cuello uterino estadio IIIb. “Me di cuenta que las cosas pasan por algo, si no me hubiese tocado vivir la muerte de mi hermano, quizás a la pelea con el cáncer no la hubiera ganado”, confirma.
Entre tratamientos y recaídas, Agustina debió vivir casi un año entre hospitales, transfusiones y tratamientos. Para que finalmente, en junio del 2021 recibiera el alta.
El regreso a la natación
En diciembre del 2021, la cordobesa pudo retornar a un deporte que practicaba desde los tres años: la natación. Asegura que la decisión no fue nada sencilla, ya que tenía recaídas y los médicos le pedían no exigirse.
“Lo primero que pregunté al médico fue si podía volver a entrenar. Pero me pidieron que no me exigiera, porque me podía dar un ACV o un infarto por la hemoglobina baja”, recuerda. Las recomendaciones fueron tomadas pero Agustina decidió volver a integrar el grupo de “Las pirañas de la fundación Bucor de Dean Funes”.
“Me acomplejé un montón, me daba vergüenza volver en ese estado, pero todo el equipo y el entrenador me alentó. Ellos no me exigían velocidad o técnica, estaban interesados en que disfrutara volver y poco a poquito me fueron cambiando la cabeza”, comenta.
Una competencia ganada, una meta superada
No conforme con el retorno a las prácticas, la cordobesa decidió aceptar la participación en una competencia local, que se disputaba en la Laguna Azul, de La Calera. Se trataba de un torneo nocturno, aguas abiertas, en la que iban a participar sus compañeros que no dudaron en invitarla.
“Me noté y la pasé re mal, tragué agua, no veía nada y dije ‘nunca más’. Estaba re enojada en ese momento, porque no entendía cómo a mis amigos le podían gustar ese tipo de competencias”, cuenta. Sin embargo, al finalizar la jornada una organizadora se acercó a ella y le confirmó que había sido la ganadora del certamen.
Agustina ahora va por algo más y busca ser parte de una de las competencias más reconocidas del país. Su sueño, junto a sus compañeros, es participar de el circuito cordillerano de Aguas Abiertas, que se disputa en Bariloche.
“Quiero ver la forma de juntar fondos para poder competir en otras provincias, y me encantaría hacer las aguas abiertas del sur”, cerró la joven.
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