Desde hace 13 años el cura Mariano Oberlin trabaja en la zona de Campo de la Ribera, en barrio Müller. Allí, enfrenta a diario la violencia generada por el narcotráfico, en el intento de frenar el avance de la droga en los sectores más vulnerables. Y su labor comunitaria pasó por episodios complicados, el último incluyó un ataque a balazos contra su propio centro de rehabilitación.
“El narco hoy es el ideal. Hoy muchos chicos te dicen ‘yo quiero ser narco’. Es gravísimo”, señaló el cura Oberlin, en el programa Voz y voto y sobre el avance en Córdoba de esta problemática, con su correlato en el delito y en la inseguridad.
“La sensación de impunidad que alguna gente tiene. Lo he contado muchas veces: un chico me decía que había conseguido trabajo en blanco, como peón de albañil, y aunque ganaba poquito le permitó sacar una tarjeta de crédito. Se compró la tele que soñaba y a la segunda cuota, se la robaron. Como era del barrio, sabía quién se la había robado y sabía quién se lo había comprado. Les reclamó. Y la respuesta fue: “Si tenés pruebas, andá y denuncialo”. Me dice el chico: “Al final, acá los únicos que progresan y a los que nunca les pasa nada son los narcos”, lamentó el cura.
“Soy de barrio Comercial, un barrio muy humilde de Córdoba. Cuando era chico he visto situaciones tremendas, amigos o gente cercana que ha muerto en un hecho de violencia. Y en algún tiempo, hasta no entraban los taxis ahí. Pero la diferencia con lo que veo ahora es que antes nadie consideraba al narco como un ideal. El que cometía un delito grave era visto como un delincuente”, afirmó.
EL ACCIONAR DE LA POLICÍA, SEGÚN EL CURA OBERLIN
“A la Polícia le pasa que “si hacés, porque hacés; y si no hacés, porque no hacés”. Entonces, prefieren muchas veces quedarse al medio porque no saben para dónde reaccionar, y que los tengan que juzgar. Entiendo que hay un montón de problemas en el medio. Y que, por supuesto, el porcentaje de pobreza que hay sumado a un montón de otras cuestiones, hace que sea muy difícil. Tampoco está bueno identificar a la pobreza con la delincuencia”, planteó Oberlin.
“No todo el mundo que vive en la pobreza sale a delinquir. La mayoría de la gente en nuestros barrios, aun con muchas necesidades, quiere hacer bien las cosas. Pero cuando ve que el único que gana, que progresa y que es impune es el que maneja armas, drogas... Eso está destruyendo el tejido social. Porque estás generando en los que vienen una expectativa que no hace bien. Está claro que hay que resolver la pobreza... Pero no sólo es inseguridad un robo, también lo es no tener qué comer al otro día”, completó.