Adrián “Maravilla” Martínez, exjugador de Instituto, actual delantero de Racing que marcó el gol del triunfo en el clásico de Avellaneda frente a Independiente, recordó su duro paso por la cárcel. Entre otras cosas, reveló que vio “como se mataba gente”.
MARTÍNEZ, EXINSTITUTO, RECORDÓ SU PASO POR LA CÁRCEL
El jugador que no tuvo una carrera como la de otros deportistas ingresó a la cárcel de Campana, la ciudad donde nació, acusado de vengar la muerte de su hermano. Luego de seis meses, se probó su inocencia y fueron sus vecinos quienes acribillaron a su familiar de tres disparos en el pecho.
Aislado del exterior, Martínez contó que el aprendizaje más grande que le dejó la prisión fue “encontrar a Dios”, según dijo a Olé. “Todos creemos, el tema es ver quién cumple con la voluntad. Cuando entendí eso, mi vida cambió por completo”, reflexionó.
CÓMO ERA EL DÍA A DÍA DE ADRIÁN MARTÍNEZ EN LA CÁRCEL
Luego, aseveró que el espacio en el que estuvo gran parte de su estadía en prisión era “como un bañito, de dos por dos, donde te levantás, dormis, hacés todo ahí”. Sus días iniciaban a las 7, cuando “se abrían los candados”.
“Tenías que despertarte porque, si no, te robaban. Te pescaban las cosas por atrás. Se armaban como cañas con algo en la punta que te enganchaba las cosas. Y te las sacaban por un agujero”, contó el delantero que estuvo atento a todo.
Por otro lado, le agradeció a su familia que siempre estuvo con él porque sino no hubiera ingerido alimentos. ”Sólo comíamos si la familia nos llevaba algo”, dijo sobre la instancia en la que estuvo 90 días.
MARTÍNEZ ESTUVO AL BORDE DE LA MUERTE Y VIO MORIR A PERSONAS
Luego, el delantero que no se inmuta ante ningún defensor reveló que tuvo miedo por su vida.“Tuve dos o tres situaciones muy difíciles. Estuve a punto de ser apuñalado. Es así. . No llegaron por poco...”, dijo estremecido.
Sin embargo, eso no fue lo más duro que vivió en la cárcel, sino el ver “como se mataba gente como nada”, según sus palabras. “Se cagaban a puñaladas”, contó. Luego de tres meses, Adrián fue llevado a otro piso, donde la situación cambió parcialmente.
“Empezamos a ir ayudándonos con la comida que nos mandaban. Lo que le daban a uno un miércoles, a otro un jueves, a mí un viernes. Y nos íbamos pasando. Unas papas, fideos, pollo... Tampoco hay heladeras por todos lados ahí”, confesó.
Finalmente, el delantero de 31 años que actualmente brilla en el fútbol argentino con la camiseta 9 de Racing de Avellaneda concluyó: “Yo le prometí a Dios que iba a jugar a la pelota. Y se me dio la posibilidad”.