Paloma Olaviaga y Romina Dutto son dos cordobesas de Villa María y dueñas de la firma Manos a la masa. En diálogo con Vía Córdoba, contaron cómo surgió la idea de su primer juguete realmente inclusivo y aseguraron que van por más.
Olaviaga es una abogada de 27 años que se interesó por el Marketing Digital y decidió estudiar ambas carreras a la par. Dutto tiene 41, un Magister en Administración de empresas y ambas se conocieron en un encuentro de amigos en común.
A partir de una comida, se propusieron emprender con la idea de comprar y vender juguetes. En ese marco, Manos a la masa era uno de sus proveedores de Buenos Aires y los dueños anteriores decidieron venderla. Por eso, ellas tomaron la audaz decisión de comprar la firma.
En ese entonces, tenían 10 productos de kits de cocina, pero ellas decidieron darle “una buena vuelta de tuerca” a la entidad y sumaron otros 40 para llegar al total de 50. En paralelo, conocieron “grandes empresas” que les solicitaron ciertos requisitos que les permitieron desarrollarse y “dar pasos importantes”.
“Al principio, éramos nosotras dos en un garaje haciendo los kits de manera artesanal”, recordaron entre risas las emprendedoras. Ahora, cuentan con 11 personas trabajando diariamente, un local propio y ventas mayoristas a través de diferentes canales a nivel nacional: franquicias, distribuidores y jugueterías.
El inicio de “algo más”
En medio del desarrollo del emprendimiento que cuenta con sede en Villa María y tiene alcance nacional, la magister en administración de empresas quería hacer “algo más”. Así, ambas pensaron en la inclusión como un acto de responsabilidad social.
“La condición era un producto que no necesitara pilas ni pantalla”, recordó Olaviaga cuando su compañera de ruta le manifestó su incentivo. Además, querían hacer algo inclusivo y no limitante.
Con el correr de la búsqueda de alguien que las ayude a desarrollar la etiqueta braile, dieron con Puntos de Vista, una fundación que lucha por la inclusión de personas con discapacidad visual. “Se super involucraron para poder hacer algo que sea totalmente inclusivo”, enfatizó sobre el trabajo de sus compañeros.
Finalmente, lanzaron un kit para cocinar galletas que puede ser utilizado por niños y niñas que no ven ni escuchan. El mismo cuenta con la receta en sistema braile y un código QR que al escanearlo con el celular reproduce un video audiodescriptivo, que también cuenta con una persona que traduce el paso a paso en lenguaje de señas.
“Es un producto completo porque estimula y desarrolla los cinco sentidos”, aseveraron. Sin embargo, ambas creen que lo más importante es que “el menor comparte tiempo con el adulto que le promueve cocinar”.
“Adaptamos nuestro juguete para que todos puedan compartir un momento en familia”, manifestaron contentas. Por otro lado, se enfocaron en la gastronomía porque la comida “permite un desarrollo amplio de la persona”.
Aclararon que sus productos no tienen género ni restricción de edad, pero si ostentan las advertencias correspondientes y el aval del Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM).
La inclusión del medioambiente
Como si fuera poco, la sólida idea que se introdujo con fuerzas en el mercado tiene un “trasfondo ambiental” porque la bolsa en la que se entrega el kit es reutilizable y puede utilizarse para las compras del supermercado, entre otras cosas.
“La idea no fue hacer algo nuevo, sino adaptar lo que teníamos”, puntualizaron. Ahora, su próximo objetivo es que los 49 productos restantes tengan el mismo código, sistema braile y video tutorial.
“No es muy costoso ya que con una etiqueta y un video bien trabajando se llega a todos”, esclarecieron con la idea de dejar un mensaje para sus colegas. En paralelo, avisaron que demanda mucho tiempo.
Cuál fue el motor de la propuesta
Más allá de la propuesta de valor, el desarrollo del infante y la felicidad por emprender, las cordobesas confesaron que su principal motor es que la gente pueda recordarlas por el vinculo inclusivo diferente que propusieron en el mercado.
La respuesta del público a la inclusión
Según contaron las mujeres a cargo del proyecto, la clientela consultada quedó “fascinada con el producto y la propuesta porque no se limita a personas con discapacidad”. Es que, no quisieron segmentarse a un público para no discriminar.
El futuro soñado de Manos a la masa, en acción
Las protagonistas de esta historia palpitaron los siguientes pasos de su proyecto. “Primero, vamos a adaptar los otros 49 productos. La idea es hacer dos o tres de manera semestral”, anticiparon.
En paralelo, difundir la marca lo máximo posible a nivel nacional e internacional para que llegue al conocimiento de las personas que tiene una discapacidad visual: “Que sepan que hay gente que piensa en ustedes”, manifestaron las villamarienses.
Cabe destacar que, participaron de la Feria del Juguete en el año 2022 y establecieron relaciones con futuros clientes a lo largo y ancho de América del Sur.
Por último, las constructoras de sus sueños dejaron un mensaje para otros emprendedores: “En un país donde no hay tantas oportunidades económicas, la creatividad permite crecer y mejorar. Los tiempos de espera cambiaron y existen otras formas de jugar”.
Y concluyeron con un mensaje para la sociedad: “Tenemos que recuperar algunos valores perdidos como el compartir y el crear un recuerdo que perdure para siempre”.