Agobiante, sofocante, asfixiante, quemante, ardiente. Todos esos sinónimos le caben a la siesta en la que, en el estadio Mario Alberto Kempes, se enfrentaban Talleres y Vélez. Es que el tremendo calor fue el protagonista principal de la previa y del partido. Inclusive, la concurrencia pudo haber sido mayor. Y la T, que empezó bien, ganando con gol de Nahuel Bustos en la primera llegada se desdibujó en el complemento y empató 1-1 ante los de Liniers que igualaron con gol de Cufré. Guido Herrera, arquero local, atajó un penal en el período inicial.
Desde el inicio del juego, ambos equipos sintieron el calor. Trataron de evitar ahogarse corriendo lo necesario y cuidando las piernas. Es que hacía 37 grados en el termómetro pero, seguramente, más de 40 en el campo de juego.
Los visitantes parecían mejor parados con algún acercamiento al arco albiazul pero sin mucho peligro para Herrera. Pero, a los 12, en la primera llegada de la T, apareció Nahuel Bustos, anticipando a todos y metió el 1-0 para sacar de la modorra siestera a los hinchas.
A los 20, en un avance de Vélez, Quintana lo bajó a Vargas, el árbitro cobró penal y surgió, enorme la figura de Herrera. Tapó el penal y luego el rebote, a Robertone. La ovación bajó desde las tribunas para el arquero de la T.
El gol y el penal atajado, fueron los momentos más festejados por los fanas albiazules. En el primer tiempo no pasó mucho más. En el entretiempo, el buen gesto de los bomberos tirando agua en la popular fue festejado como un gol más por los hinchas que ocupaban la Willington.
En el complemento, el que se activó fue Vélez. Al minuto, Bouzat estrelló un tiro en el palo izquierdo de Herrera. Parecía que Talleres acusó el calor y el esfuerzo en esta etapa del partido. Y lo aprovechó el rival. A los 14, desde la puerta del área, Cufré marcó el empate con un bombazo de zurda.
El golpe fue acusado adentro y también afuera de la cancha. El exceso de calor hizo que las ideas no aparecieran para el equipo y, desde las tribunas, tardaron bastante en bajar el aliento. Recién cerca de los 30, la gente volvió a encenderse como para avisarles a los jugadores que había que ganar el partido.
Y, a medida que pasaba el tiempo y las piernas y las ideas de los jugadores de Talleres no daban más, desde la tribuna hubo una especie de resignación aunque siempre con la esperanza de ganar hasta el último segundo del juego. Y esa ilusión no se concretó.
Y al final, los hinchas de la T, tuvieron que conformarse con sumar un punto y quedaron con un sabor amargo en una tarde que se recordará más por el calor que por lo futbolístico.