Por Juan Manuel González.
"Yo soy una víctima del robo de armas. Hablaré cuando lo decida la Justicia". Eso dice hoy Julio César Suárez, jefe de Policía cuando se detectó el robo de 72 pistolas policiales, en mayo de 2015. Si la Justicia lo llama a declarar, tendrá que reconstruir qué pasó entre el 28 de mayo de 2015, día en que se descubrió el tráfico, y el 28 de octubre de ese año, día que finalmente se hizo la denuncia. ¿Se encubrió el escándalo? Dos subordinados de él dicen que sí.
El subcomisario Guillermo Gasser Carrillo era segundo jefe de Armamentos en mayo de 2015. Hoy teme por su vida: denunció un plan de encubrimiento y la Justicia le asignó un custodio. Su temor es por un extraño suceso que detalló ante el fiscal Carlos Matheu: el intento de rapto (en 2015, mientras se tapaba el robo) de su hija desde un remis, que él cree podría ser uno de los autos camuflados que la Policía usa en tareas de inteligencia.
El comisario mayor Daniel Zambrano era el jefe de Logística (del que depende Armamentos) cuando estalló el escándalo. Era, además, integrante de la Plana Mayor de Suárez. Como Gasser Carrillo, está imputado por encubrimiento. Juntos pasaron más de un mes en la cárcel. Ambos comparten la precariedad económica por la “situación pasiva”, que implica el recorte del 70% del sueldo. Sin embargo, cada uno se presenta ante la Justicia por carriles separados, casi enfrentados.
Zambrano prefirió no hablar con Día a Día, y se limitó a confirmar la declaración que hizo ante el fiscal Hugo Amayusco. En varios tramos, coincide en lo central con Gasser Carrillo: el robo habría sido encubierto.
Zambrano contó 11 reuniones en la que habría abordado con Suárez el robo de las armas. Según el exjefe de Logística, el 29 de mayo de 2015, Suárez le pidió que demorara la denuncia porque semejante “bomba” podría retumbar en la campaña electoral de ese año. Y que sería él, Suárez, quien la haría cuando lo considerase oportuno. Pasarían cinco meses hasta que la denuncia se concretara.
Gasser Carrillo dijo que en lapso hubo órdenes directas para tapar el robo, y que, como toda directiva, llegaban desde “la superioridad”.
De los testimonios de Zambrano y Gasser Carrillo, Día a Día reconstruyó los supuestos planes que se barajaron en esos meses en los que se escondió a la sociedad el tráfico de armas.
Plan canje. ¿Las armas estuvieron en manos de un peso pesado del delito? Gasser Carrillo dijo que sí. En su denuncia, señaló que el suboficial César Ch. (retirado en 2016) contó ante los efectivos de Armamentos que "había establecido contacto con el 'saro' (delincuente) que tenía las armas", y que éste estaba dispuesto a venderlas o canjearlas por armas viejas del depósito.
Zambrano declaró que a través de un mensaje el mismo policía, que era de su confianza, le informó que un ladrón de la villa Vaquita Echada (detrás del CAP IV) vendía las armas robadas a la Policía, por lo que le pasó el mensaje al secretario privado de Suárez.
Según Gasser Carrillo, el “plan canje” se cayó por la indignación de los policías de Armamentos, quienes se negaron a cualquier negociación con el delincuente.
Adicionales truchos. Gasser Carrillo declaró que en junio de 2015 le pidieron que adulterara expedientes y el sistema informático para que las armas robadas aparecieran como entregadas a policías retirados que realizan adicionales, quienes lentamente las "irían perdiendo". Así se acumularían las entregas truchas de armas y los falsos extravíos hasta completar la totalidad del faltante y cerrar el balance en cero.
Zambrano confirmó la existencia de la lista de retirados a quienes se les asignarían de manera ficticia las armas robadas, y dijo que la secretaria de Suárez le mostró el listado y explicó la maniobra.
Gasser Carrillo dijo que en ese plan él era una pieza clave: días antes de que esta jugada apareciera en el tablero, lo habían ascendido a jefe de “Exposiciones por Extravío”, desde donde podía acceder al sistema interno de la Policía y asentar las pérdidas de las pistolas que supuestamente tenían los retirados. Él declaró que se negó a participar y que el plan naufragó.
De acuerdo con su denuncia, entre el 6 y el 7 de octubre de 2015, a contramano de las órdenes recibidas, él mismo “plantó en el sistema” una exposición con fecha del 18 de junio (el día que asumió en Extravíos) en la que asentó el faltante de 67 pistolas detectado el 28 y 29 de mayo.
Esa exposición sería entregada horas después a la Justicia, camuflada en la causa que seguía el rastro de una pistola hallada a una banda de cordobeses que asoló Santa Fe y fue detenida en agosto de 2015. Sería el primer registro judicial del robo, 20 días antes de que saliera a la luz.
Zambrano declaró ante la Justicia que luego de que Clarín publicara el tráfico de las pistolas policiales, “Suárez planteó que quería comprar armas nuevas para reemplazar las desparecidas”. Gasser Carrillo confirmó esa versión: “Fue un manotazo de ahogado de los jefes”.