El juicio por jurado por el femicidio de la joven trans Azul Montoro, quien fue asesinada de 18 puñaladas en un departamento de Córdoba, comenzó este miércoles en los tribunales de la capital provincial con la declaración de la madre del imputado, quien dijo que su hijo "siempre fue violento", mientras que el joven se mostró desafiante con el tribunal y con la fiscalía.
La mujer fue la primer testigo en declarar en el debate que se le inició a Fabián Alejandro Casiva (26), quien es juzgado por un tribunal integrado por jurados populares acusado del delito de "homicidio agravado por violencia de género".
Luego de concluida la lectura de la elevación a juicio, Mónica Galíndez, afirmó que su hijo siempre tuvo conducta "violenta", tanto en su casa como en la escuela, y que cuando comenzó a sospechar que había cometido el crimen de Azul le sugirió que se internara en un neuropsiquiátrico.
Al respecto, también se manifestó en la apertura del juicio el fiscal Gustavo Arocena, quien aseguró que Casiva "es un acusado que no es la primera vez que explotó en un despliegue de violencia misógina y machista" sino que "muchos antecedentes lo ubican como quien tenía este posicionamiento en relación con las mujeres".
Al respecto, también recordó que había golpeado a su madre y a su hermana, mientras era seguido atentamente por decenas de mujeres que colmaron la sala de audiencias y que previamente se habían manifestado en la puerta del edificio de Tribunales II pidiendo justicia.
También dio testimonio Lara Godoy, la mejor amiga de la víctima, quien relató sobre la tarifa y la modalidad con la que ejercía el trabajo sexual Azul.
Al terminar la primera audiencia, encabezada por los jueces Roberto Cornejo, Gustavo Rodríguez Fernández y Martín Bertone, el abogado que representa a la familia de la víctima, Tomás Aramayo, manifestó que el imputado "ha demostrado hoy que tiene una conducta extremadamente violenta".
"Increpó al fiscal y al tribunal con el cual pretendía mostrar su supremacía y dominio. Quizás esa conducta sea parte de no haber podido generar vínculos con las mujeres", afirmó.
Aramayo anticipó que en sus alegatos solicitará la condena a prisión perpetua, al sostener que "las pruebas son contundentes" y que hay testigos presenciales del hurto del celular de la víctima, ya que tras el crimen una amiga de Azul llamó a su celular y fue atendida por el imputado a través de una videollamada que fue grabada.
Asimismo, el letrado consideró que si bien el acusado tiene algún tipo de trastorno, esquizofrenia según su madre, "quedó probado que es imputable y que pudo comprender lo que hizo", y que eso fue demostrado en una segunda conclusión de los peritos que intervinieron en la instrucción de la causa.
En el primer peritaje, durante la instrucción, los expertos habían concluido que Casiva era inimputable, pero esa conclusión se revirtió cuando la Fiscalía y la querella objetaron esos resultados y en un segundo estudio interdisciplinario resolvieron que si pudo comprender la criminalidad de sus actos.
"Nunca reconoció que cometió el crimen. Dice que tiene equizofrenia y que no se acuerda nada, pero los síntomas y su conducta no se observan compatibles" con esa patología, consideró Aramayo.
El hecho ocurrió el 17 de octubre de 2017 en un departamento ubicado en Rincón 141, cercano al Mercado Norte de la ciudad de Córdoba, adonde Casiva concurrió con Azul, que era trabajadora sexual.
De acuerdo a la acusación, como el homicida no tenía dinero para pagarle se inició una discusión que terminó con el asesinato de la joven trans, que recibió 18 puñaladas.
Como al momento del crimen la joven ya había logrado cambiar su identidad a través de la ley que rige desde 2012, el hecho fue caratulado como "femicidio" y es el primer caso que llega a juicio con esa figura en el caso de personas trans.