Atrás quedaron los tiempos en los que las vacaciones se planificaban con meses de antelación, y todo se tenía reservado desde antes. Al menos para algunos. Esta temporada, las proyecciones del clima de cada fin de semana marcan el reloj tanto para quienes veranean como para quienes alquilan hoteles y casas. Cuando se acerca un fin de semana de lluvias (como los últimos), se recurre a ofertas descabelladas y los turistas piensan dos veces antes de salir. Si todavía están a tiempo, lo posponen.
En lo que va del año, solo cuatro días resultaron ideales para pasar un día de playa a todo trapo. El resto transcurrió entre cielo gris, chaparrones, algún temporal como en Pinamar y temperaturas sorpresivamente bajas, como los 3,9 grados de sensación térmica que el jueves se registró durante el amanecer marplatense.
Los tres fines de semana nublados transcurridos desde Año Nuevo desinflaron un poco las expectativas de una gran temporada que se perfilaba prometedora porque las condiciones económicas potenciaban el turismo interno. Aunque es verdad que los argentinos están prefiriendo vacacionar en el país, la necesidad de optimizar sus minivacaciones al máximo combinada con el clima no está siendo un buen combo.
"Si caen un viernes y hay lugar, saben que tienen margen para especular y del otro lado del mostrador no hay otra chance que aceptar una rebaja", explicó a La Nación un operador inmobiliario de la zona de Pinamar. Esta situación se repite en Mar del Plata.
Según Miguel Ángel Donsini, presidente del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata , hubo hasta ahora un 70% de ocupación, con mayoría de pedidos por períodos de cinco a siete días. "La gente prefiere estadías breves y alquila o no con la información del clima en la mano", asegura. Lo ratifica con lo que ocurrió en estas últimas horas, con una recuperación fuerte por ser fin de semana y porque se anunciaban días muy soleados: al menos hasta ayer.