“Mamá, esto es mi vida”, asegura Myriam Benitez que le dijo su hijo, Leandro Paredes, hace muchos años, con una pelota en las manos. La mujer mantiene el perfil sencillo con el que crió a sus tres hijos: dos chicas y el mediocampista.
Myriam nació en Paraguay, pero vino de muy pequeña con su familia a la Argentina. Este es su país y, más aún, habiendo tenido tres hijos acá. Ni hablar teniendo en cuenta lo que representa el futbolista en el deporte local.
“Me da orgullo. Ese es el sentimiento cada vez que lo veo salir a la cancha”, le dijo Myriam a Telefe, en una entrevista previa al Mundial de Qatar.
“Leandro es muy especial, bueno, generoso”, indicó en relación a lo que más destaca de su hijo menor.
Una vida de trabajo
Benítez es aparadora de calzado, un oficio del que ya no se escucha mucho: son aquellas personas que se encargar de coser los zapatos con un máquina durante el proceso de fabricación. “Desde que tengo 13 años, siempre trabajé en mi casa”, dice.
Acerca de cómo fue la llegada de Leandro recuerda que fue “de sorpresa”. “Con las dos nenas estaba bien”, reconoce.
Myriam señala que siempre fueron una familia muy humilde, con varias privaciones. “Con el embarazo de Leandro engordé 60 kilos. Antes nunca me habían hecho ecografías, porque no podíamos pagarlas. Con él sí pudimos y después de las dos nenas, me emocionó mucho saber que era varón”, asegura.
El sacrificio y la recompensa
Myriam cuenta que no siempre era sencillo llevarlo a entrenar. “A veces se complicaba. Hay temporada de mucho trabajo y otras muy bajas. Había que contar las monedas, teníamos auto, pero a veces no podíamos comprar nafta o teníamos que evitar los peajes. Si no mi hija, la del medio, lo llevaba en colectivo”, recuerda.
Además de la gran carrera que hizo Leandro, hay un “trofeo” en particular que es el símbolo de que todo el esfuerzo tuvo su recompensa: el regalo especial que le hizo su hijo aquel 18 de diciembre de 2022.
“Cuando terminó el campeonato y tuvimos la fortuna de bajar al estadio, Leandro me abrazó, se sacó la camiseta y me dijo ‘nadie más que vos merece esta camiseta’”. ¿Lo más emocionante? La dedicatoria: “Gracias, mamá. Somos campeones del mundo”.