Por Javier Firpo
El teatro la cautiva, la magnetiza y es capaz de arriesgarlo todo para apostar a lo que más ama: las tablas.
Y es lo que hizo Julieta Cayetina al dejar su zona de comodidad en "Perros de la calle" para sentirse más libre y explorar en el terreno aventurero pero también pantanoso que puede proponer el circuito independiente.
"Soy una actriz con todas las letras. Desde muy chica me cultivo en la actuación y sé lo que es el teatro alternativo, laburar a pulmón, sin ver un mango. Desde chica que estudié con Hugo Midón, Héctor Presa, Lito Cruz y seis años con Julio Chávez. Nadie puede decir que soy una improvisada", muestra credenciales Julieta, que últimamente formó parte de los elencos de "Ser ellas", "La fiesta del viejo" y "Confesiones de mujeres de 30", y ahora, sube la vara y se calza el uniforme de directora. Y no le sienta nada mal.
“No soy una kamikaze. Considero que soy pensante, busco profundidad y si veo que puedo, me mando. Soy estudiosa y eso es por mi necesidad constante de tener nuevas herramientas”, explica su primera vez como directora de “Historias de locura ordinaria” (domingos, en Espacio Xirgu), del checo Petr Zelenka.
¿De dónde brotan las ganas y tal vez necesidad de dirigir?
Las ganas las tengo desde hace tiempo, pero en los últimos años tuve mucho trabajo como actriz y decidí dejar en reposo la necesidad de explorar la dirección. Pero el año pasado, sin tomar la decisión, me puse a buscar textos y caí con una edición de autores checos. Ahí conocí a Petr Zelenka y me voló la cabeza.
¿Cómo surgen esas ganas?
Siempre estoy pendiente de un montón de otras cosas más allá del sólo hecho de actuar. Veo cómo dirigen a mis compañeros, estoy siempre atenta a las necesidades de la producción. Me brota naturalmente, me sale innato.
Siendo una principiante con entusiasmo, ¿cómo encaraste los ensayos de "Historias de locura..."?
Desde que la leí por primera vez se me vinieron muchas imágenes de la puesta en escena. Me rodeé de un elenco súper profesional y de un equipo creativo. Fui muy concreta sobre mis necesidades y de cómo quería la actuación. Con esta obra quería crear un mundo, la forma en que los actores trabajan, los pocos elementos en escena, la disposición del espacio… Todas cosas que tenía muy en claro desde el vamos. Ensayamos seis meses y la obra fue creciendo gracias al trabajo constante y audaz de los actores.
Es objetiva Cayetina, no se la cree ni tampoco sueña cuestiones desmedidas. “En esta primera experiencia estamos contentos con lo que hacemos. Siempre hay cosas para corregir y ajustar, los actores tendemos a ganar confianza con el paso de las funciones y eso tiene su lado bueno y malo. Por eso como directora debo estar atenta para evitar desajustes que tienen que ver con dispersiones”.
¿Cómo te preparaste? ¿Cursos, clases, consejos de amigos directores?
De todo un poco. Estudié un tiempo en el IUNA, hice muchos cursos, voy seguido al teatro, siempre presto atención y observo a los directores con los que trabajo. Pero también respeto mi parte intuitiva, creo que uno tiene que estudiar para saber el molde y después romperlo.
¿Aparecieron inseguridades, o sabías dónde estabas parada?
Siempre hay inseguridades. Lo que más me preocupaba era no saber si lo que estaba haciendo era maravilloso o un desastre. Hasta que solté esa sensación de angustia y me relajé.
Dirijo a diez actores con mucho oficio, y ellos me alentaban cada vez que yo tenía dudas o me paralizaba.
¿Cómo te definirías en esta faceta?
Como soy de escuchar al equipo y no me encierro en mis ideas, diría que mi debut es el de una directora que busca una relación de horizontalidad con el actor.
¿Creés que convivirán directora y actriz? ¿O una se devorará a la otra?
Pueden convivir, aunque tal vez en alguna etapa una supere a la otra, pero serán momentos, nada más.
Creo que serán amigas y discutirán, por supuesto. Hoy me encanta esta experiencia de dirigir, pero no sé cuándo lo voy a volver a hacer. En ese aspecto, la actriz es más abarcativa y la directora más selectiva.
Aparece en la charla su etapa bisagra en “Perros de la calle”, donde hizo piso, fue movilera y productora.
Arrancó bien de abajo. Hoy, a la distancia, irse ¿fue la decisión más difí- cil de su vida? “Fue, sin dudas, la más difícil. Pero fue algo meditado y analizado.
No fue un rapto de emocionalidad. Necesitaba tener la cabeza más libre para ocuparme de cosas que quería explorar, y también sentía que ya no tenía más nada para aportarle a 'Perros…'. Lo hablé con Andy Kusnetzoff, le conté lo que me pasaba y al toque nos abrazamos y con una sonrisa me apoyó... Fue crucial para mí", recuerda.
Tomaste impulso con el aval de Andy
Fue como un espaldarazo, igual tenía miedo, porque todos sabemos que el circuito off no es seguro, y que el sueldo fijo soluciona muchos problemas, pero al mismo tiempo todos en la Metro me alentaron porque me conocen y sabían de mis ganas de crecer por otro lado.
Y "crecer por otro lado" implica tener muchas bocas de ingreso...
En este oficio tenemos que tener varios trabajos para sobrevivir. Lo tengo claro. Ningún laburo me va a dejar tranquila en lo económico.
¿Extrañás el pulso radial?
Al año de irme de la Metro me llamaron de Radio Pop para incorporarme al programa de Diego Korol en la primera mañana. Desde junio que estoy ahí... y muy contenta.
Haberte reinventado y obtener resultados brinda mayor confianza...
Los cambios en general me generan bastante vértigo, sobre todo porque cuando decido terminar con algo no es porque ya no quiera más estar en ese lugar, sino que necesito espacios nuevos. A veces es difícil conjugar eso y ahí es cuando llega el momento de tomar decisiones. También me gusta ser una persona que arriesga y no se queda en el lugar de tranquilidad.
No podría vivir con eso. Siempre necesito expandirme