Por Javier Firpo
“Automenaje es un espectáculo de humor, protagonizado por un actor que decide homenajearse a sí mismo porque a nadie le interesa homenajearlo. Es un acto patético y una reflexión sobre la sed de reconocimiento que todos tenemos”.
Damián Dreizik está de nuevo entre nosotros, con una de sus creaciones tan personales y con la sutileza, la caricatura y el humor sofisticado como sellos inconfundibles.
Mañana, a las 22, en el Teatro 25 de Mayo, del barrio de Urquiza, el actor regresa a las tablas con “Automenaje”, que marca su tercer trabajo en equipo junto al director Alfredo Allende, y en el que Dreizik retoma la historia del profesor de actuación Raúl Ricoletti.
¿Quién es Ricoletti, Damián?
Es un actor de mediana edad que reúne todos los clichés y lugares comunes de los actores: el ego, el pseudo compromiso, el amor a su profesión...Me siento identificado con él.
Suena medio chantún este Ricoletti...
No, para nada. Es un tipo que cree en todo lo que ejecuta, es un profesor que sabe aminorar la marcha, serpentear y elegir el camino ciego.
Así, Dreizik, en la piel de Ricoletti, repasa su histriónico paso por el musical infantil, la publicidad televisiva, el teatro de vanguardia y el cine político, géneros que han acompañado los avatares políticos y sociales de nuestro país.
¿Cómo está la inspiración a la hora de escribir? ¿Aparecen las ideas, o irrumpe la temida página en blanco?
Las ideas no abundan, suelen ser pocas, por eso, cuando aparecen hay que saber capturarlas. Lo mismo que el proceso creativo, que es una incógnita, un misterio... La hoja en blanco está, se hace notar, encandila y por momentos esa blancura parece una excursión a la Antártida.
¿Cómo es la espera ante un estreno, Damián? ¿Te comés las paredes, revisando, o estás tranquilo?
El estreno es una mezcla de alivio y terror, que afecta el humor y el estado de ánimo, porque no sabés qué puede funcionar y qué no. No es un dato menor tratándose de un espectáculo de humor.
O sea que no disfrutás la previa...
Es que la vivo con ansiedad, pero también con ganas de poner toda la carne al asador, rogando que por favor no se me arrebate el asado.
Hace mucho Dreizik la viene yugando en el “mercado” del humor, donde fiel a su personalidad se mantiene entero, con espectáculos pequeños pero rendidores como “Groenlandia”, “Sistema Garage” o “Diario de Moscú”. ¿Sos de los que hacen balances sobre lo realizado?, se le consulta. “Mi currículum, como toda hoja de vida, es lo que uno pudo hacer más que lo que quiso. En mi caso, me faltan idiomas y hobbies, por eso trato de ir por una bicisenda y de tanto en tanto mirar por el espejo retrovisor”, grafica.
¿Sos un actor de nicho?
Es posible... uno como creador intenta que lo vea la mayor cantidad de gente posible pero las leyes del mercado de Liniers, el azar y las propias limitaciones hacen que uno actúe para lo que se pueda y donde sea.
¿Pudiste ser masivo?
El público es un ente autónomo que es difícil rotular. La masividad no se elige, te toca o no. En mi caso me rozó y espero que un día me toquetee.
¿No se te dio por el stand-up?
El stand-up es como una mancha voraz que se lo devora todo. Pronto habrá un ministerio y ministros especializados.
Prefiero más variedad y que no haya monopolios.
¿Con que soñás?
Con el humor que hago... Me gustaria seguir creando mis delirios y que sea más fácil ejecutarlos.