Héctor Larrea: "Me gusta ser este viejo que soy"

Una amena charla con el legendario conductor radia que, a los 79 años, sólo sueña con descubrir libros, discos y "con llegar al programa de mañana". Por Javier Firpo (La Razón)

Héctor Larrea (La Razón)
Héctor Larrea (La Razón)

Envidiamos a Héctor Larrea. Muchos desearíamos tener su estado de ánimo, su sentido del humor, su amor por los discos y los libros y esa pasión contagiosa por su oficio. Lo observamos desde la consola del estudio de radio, ventanal mediante, y su disfrute es contagioso. Maneja su programa vespertino, en FM Latina, con la concentración de un director de orquesta. Pero luce descontracturado y fluido abriendo el juego a su animada mesa.

Tiene 79 años y sonríe como un pibito. El trabajo le inyecta una energía vital y móvil que, siente él, lo rejuvenece. "Por eso estiro mi retiro un añito más. Yo no estoy para hacer muchos planes. Y no quiero pecar de ambicioso, a ver si todavía no la cuento, je". Festeja su humorada Héctor, que ya dice que tiene 80, pero que en realidad los cumplirá en octubre. "No me molesta la edad que tengo, al contrario, me gusta ser este viejo que soy. Yo vivo mi edad intensamente, sin mortificarme por lo que me queda por delante, sino dejando todo como si fuera el último día".

Es raro escuchar ese amor a la vejez, pero es creíble en boca de Larrea, que siempre recuerda su infancia en Bragado, pero nunca lo hace con melancolía.

“En eso no soy nostálgico. Será porque no pensaba llegar a tanto, sobre todo con un padre que se murió jovencito, a los 46. Siempre creí que moriría tempranamente y de pronto me encuentro por soplar ochenta velitas”, dice aún con incredulidad.

¿Trabajás por la plata?

No, querido. A esta altura de mi vida…

¿Y cómo sos con la guita?

No amarraco nada, la gasto en lo que me gusta: libros y discos. Pero igual, desde hace un tiempo, me di cuenta lo caro que es vivir en este país.

La experiencia, el vasto recorrido, su candidez y esa voz todavía sólida habilitan a Larrea a preparar su programa diario como desea, saliendo del molde de las habituales FM. De pronto aparecen temáticas como la bibliografía de Borges, la vida de Martha Argerich, las anécdotas con Antonio Carrizo y Cacho Fontana o, como sucedió días atrás, desempolvar a uno de esos filósofos -de los que sabemos poquito- cuya sabiduría tanto nos alivia para tolerar la vorágine reinante. “Es preferible ser viejo menos tiempo, que serlo antes de la vejez”. “La amistad comienza cuando termina el interés”.

El conductor le pide al oyente que atienda y piense el significado de estas frases pronunciadas por Cicerón.

“Me parecen tan sabias, tan importantes esas frases para refrescarle a la audiencia y tienen una vigencia extraordinaria. Y yo me tomo el tiempo para buscar, curiosear e investigar y eso el público lo agradece. Saber que te calentás por el otro y que no te da lo mismo...gusta”.

"Es preferible ser viejo menos tiempo…". ¿Te identificás con esa frase?

Me parece de una inteligencia formidable. Yo adscribo.

¿No te aferrás a la vida?

Ya estoy hecho. ¿Para qué llegar a los cien como sea? ¿Quién me banca?

Tu equipo de trabajo, técnicos y colegas de la radio te tratan como una suerte de prócer. ¿Cómo te hace sentir?

Yo me siento uno más, yo sólo conozco la tarea que me corresponde, soy limitado en otras, no sé de cada rinconcito de la radio. ¿Para qué?

Te la creés poco, por lo visto...

Es que sentirse un erudito me parece una pavada grande. Yo cada día aprendo un poquito más de los jóvenes, que como Bobby Flores –director de FM de Nacional- me impulsa a que siga viniendo.

¿Y te dan ganas de seguir viniendo?

Es mi refugio la radio, el lugar que disfruto, es como mi Disneylandia, pero me lo tomo muy serio.

Nada de improvisaciones...

Soy de los que está pensando en el programa las veinticuatro horas, pero no todo el tiempo, sino intercaladamente.El otro día mi mujer, Elizabeth, me rezongaba: “¡Pero, Héctor, son las cuatro de la mañana!” –teatraliza-. Yo estaba escuchando música en mi nuevo equipo, que me tiene chocho, y leyendo a algunos autores que me servirían como material para el día siguiente.

¿Cómo buscás el material?

Me gusta caminar por avenida Corrientes y ver qué perlita encuentro. Ahora me tienen loco las biografías, género que aquí no abunda. Me descubrí un apasionado irresistible, entonces allí voy, tras ellas. Y bueno, soy un comprador compulsivo de discos, tengo pilas y pilas de música que, finalmente, es lo que me estimula para seguir viviendo. ¿Te pusiste a pensar lo que significa escuchar música y descubrir viejos y nuevos compositores? Es tan maravilloso...

¿Qué busca que le des tu audiencia?

Esparcimiento. Yo soy un fundamentalista del pasarla bien. Ya la vida moderna nos resulta empiojada, entonces intento ofrecer un poco de relax.

¿Y sabés quién es tu oyente, Héctor?

Gente como yo calculo, sino, no entendería que me sigan. Yo preparo el programa para tipos que tienen mis afinidades, mis gustos, que por lo general son de la clase media-baja y baja.

Al cabo de tantos años me di cuenta que la clase media-alta y alta no tienen los gustos que tengo yo, como por ejemplo el amor hacia el tango y el folclore, que sí son escuchados por las clases bajas.

Larrea es el único sobreviviente en actividad de una generación de capoanimadores que tuvieron como referentes a Antonio Carrizo, Cacho Fontana -a quien hay que darle trabajo-, Juan Carlos Mareco y Hugo Guerrero Marthineitz, quienes dejaron su estela marcada a fuego. “Qué seleccionado, por favor... Fueron una gran escuela sobre todo Carrizo y Fontana quienes, unidos, se transformaron en los amos y señores de la radio durante décadas”, dice con autoridad.

¿Fueron tus maestros?

Antonio y Cacho nos enseñaron sin dar cátedra ni bajar línea a todos los que queríamos formar parte de es universo soñado. Ellos cambiaro drásticamente la manera de hacer ra dio. Hay un antes y un después de Carrizo y Fontana”.

¿Te considerás al nivel de ellos?

Imposible empardarlos. Ellos fuero Maradona y Messi. La creatividad, e talento y el desenvolvimiento de Anto nio y Cacho eran dignos de admira no de igualar.

No hay ningún dejo de amargura en tu palabras...

Es que mi asombro y amor por ello eran superiores a querer competir igualar una marca.

Pero ¿a vos qué te faltó?

A mí no me dio el piné. Eso. Crero que nunca tuve ese ingenio que a ellos le brotaba naturalmente. ¿Tenés idea que eran programas como “El Fontana Show” o “La vida y el canto”? Lo tenían todo… Millones los escuchaban.

Estuviste al frente de “Rapidísimo” durante más de treinta años… Quedará en la historia de la radio, claro, pero era un programa más vigoroso, más sanguíneo y familiero, menos cerebral, por eso nunca llegó a tener la envergadura de aquéllos.

¿A qué atribuirías tu continuidad al cabo de tanto tiempo?

Una virtud que tengo es que no confronto, no me gusta la discusión sin sentido, soy un animal herbívoro.

¿Qué oteás en el horizonte, Héctor?

El programa de mañana. Sólo sueño con llegar a mañana. Y si me apurás un poco, sueño con cumplir los 80, en octubre, estando al aire.