Por Javier Firpo
La escena toma lugar en una oficina. Allí la psicóloga de una empresa, con actitud altanera, recibe a un empleado, de aspecto apichonado.
El tema que los convoca es un accidente laboral, que dispara una virulenta reacción del trabajador más veterano de la metalúrgica.
Sofía Gala y Roberto Romano son los protagonistas de "La empresa siempre perdona", una pieza -que se ha realizado en toda Latinoamé- rica- dirigida con sapiencia por Rosa Celentano y perteneciente a Rodolfo Santana, un prolífico autor venezolano.
El sugestivo título poco tiene que ver con lo que los actores piensan o, como dijo Romano “la empresa perdona siempre que te ajustes a sus intereses”.
Argumento que gira en torno a esta obra con un muy buen texto al que tanto Romano como Sofía Gala desmenuzan logrando una trama inquietante, que se disfraza de thriller por momentos, y que nunca pierde atracción ni dinámica.
El personaje de la hija de Moria es el que más sorprende, porque es el que tal vez más se aleja de su propia realidad. Aquí encarna a una mujer estructurada, solemne y con aires de superioridad, que intenta reencauzar al empleado más antiguo y con más peso de una empresa fabril.
La tensión y la incertidumbre por lo que deparará esa reunión, aparentemente desigual por sus condiciones sociales muy remarcadas, mantienen la atención y cierto suspenso. "No sé si me sorprende, pero sí me me halaga que me llamen para este tipo de obras que nunca me hubiera imaginado que podía realizar. Para mí son experiencias nuevas que enriquecen a esa actriz que me desvela y que tanto me ayuda", reconoce Sofía Gala, que a los 30 años atraviesa su etapa laboral más productiva: está grabando "Edha", la primera serie local producida por Netflix; protagoniza "Confesiones de mujeres de 30" (en el teatro Buenos Aires) y en un mes se la verá en "Alanis", la película en la que interpreta a una prostituta que debe enfrentar el rigor de su oficio cargando a su pequeño hijo -que es el mismo Dante, su propio niño-.
Rosa Celentano, directora de “La empresa...”, cuenta que Sofía Gala llegó a la obra de una manera curiosa... y onírica: luego de un sueño que tuvo el propio Roberto Romano, coprotagonista y marido de Luisa Kuliok, quien aquí ejerce de productora ejecutiva. “Estábamos buscando una actriz y un día aparece el nombre de Sofía, que no se nos había ocurrido”. Parece que Romano insistió en ese sueño, por lo que tenía que ser ella y no se equivocó el sólido actor. “Así que empezamos a buscarla a Sofía, di con ella, le mandé el texto, luego me dijo que le había gustado y se puso a trabajar con dedicación y entusiasmo”, remarca Celentano, que se permite decir que “es el mejor papel que le vi hacer”.
Autodidacta, convincente y dueña de un realismo nato, Sofía hace rato que dejó de ser la hija de Moria.
La buscan para el showbusiness y ella dice que no, que prefiere alejarse del bullicio que puede generar su presencia en alguna edición del “Bailando”, territorio materno. Por eso opta por lugares más pequeños, para 40-50 espectadores, que no afectan su ánimo y sí potencian su futuro. Había sucedido el año pasado cuando integró el elenco de “La payanca”, en El Callejón. Ella, feliz de incursionar el circuito off sin el glamour y los flashes que la rodearon sin elegirlos.
Retomando con "La empresa siempre perdona", es plausible la vuelta de tuerca que la directora le imprime y cómo, de repente, psicóloga y empleado pueden tener más coincidencias que diferencias.