María Belén Weber, de 32 años, es la partera que fue arrestada en abril de 2018 por "homicidio y lesiones culposas", ya que en agosto de 2014 asistió a una pareja de San Luis que deseaba tener un parto humanizado y tras 72 horas de trabajo de parto en la casa las cosas se complicaron. La beba finalmente nació en una clínica privada y murió poco después. La madre, Ludmila, sufrió una severa infección por lo que tuvieron que sacarle el útero, perdiendo así la posibilidad de dar a luz algún día.
El martes 15 de mayo un grupo de médicos y activistas llegó a Tribunales de la capital puntana para demostrar apoyo a Belén Weber. Los manifestantes representan a 31 organizaciones nacionales y 6 internacionales que trabajan para erradicar y prevenir la violencia obstétrica, neonatal y pediátrica. Además defienden los derechos perinatales de las mujeres y bregan por que se cumplan las leyes y se proteja al personal médico, publicó El Diario.
A la manifestación, desde la Patagonia, también vino una pareja que sufrió un caso similar. Ellos contaron que comenzaron con un parto domiciliario pero que terminó en una clínica para realizarle una cesárea y que al recibir un exceso de medicación, sufrió un parto forzado que derivó en la muerte del recién nacido.
Marina Lembo, una de las manifestantes, afirmó: "Estamos apoyando a Weber porque creemos que la causa está llena de errores procesales y desprolijidades. Incluso otros abogados y secretarios del juzgado opinan que la causa está mal manejada", afirmó.
Después de que Weber se reuniera con sus abogados habló con los medios y dijo que la pareja nunca la inculpó y que la visitó a Ludmila en la maternidad, y ahí fue cuando la policía la detuvo por primera vez. Después de pasar 24 horas en un calabozo, la partera volvió a la sala donde estaba internada la mujer y se enteró que la Maternidad Teresita Baigorria y la clínica privada Cerhu fueron los que iniciaron la demanda.
Recordó que cuando llegaron (ella junto con la pareja) a la clínica Cerhu la partera del lugar constató la vitalidad de la bebé y el buen estado de la parturienta y "estuvimos dos horas esperando a que atendieran a Ludmila hasta que la hicieron pasar a la Sala de Parto. Allí le dieron altas dosis de oxitocina, utilizaron fórceps y le realizaron la maniobra prohibida de Kristeller dos veces, la segunda vez es cuando las pulsaciones de la bebé bajaron y la llevaron de urgencia al quirófano para realizarle una cesárea".
Weber estuvo presente en la sala de parto y denominó como "tortura" todo lo que le hicieron a Ludmila, quien gritaba y sufría mucho. Además aseguró que ella pedía llorando al médico que llevara a la chica a una cesárea y que no le hicieran más daño.
"He acompañado más de 100 nacimientos, tanto en domicilios como en familias que desean iniciar el trabajo de parto en casa y tenerlos luego en una clínica, de esos cien partos sólo 3 terminaron en cesárea y únicamente éste caso terminó de la peor manera" explicó la acusada.
El lado médico de la verdad
Fuentes anónimas le revelaron a Vía San Luis que Weber no es partera y en el expediente judicial figura que no tiene matrícula y sus títulos dicen que es enfermera y que tiene una licenciatura en enfermería obstétrica, pero no se sabe qué entidad educativa los expidió. "No hay nadie que lo controle, acá paso algo grave y ella no está habilitada para hacer partos" afirmó una de las fuentes.
Además explicó que "Ludmila estuvo 72 horas con trabajo de parto, con dilatación completa, con la bolsa rota, sin antibióticos y con múltiples tactos que le realizaba Weber, el marido de Ludmila y la paciente misma. Lo peor es que la enfermera Weber le aconsejó hacerse baños de inmersión y le daba gotas homeopáticas; una contraindicación médica tras otra".
Esos tres días y bajo esas condiciones hicieron que lo que tenía que ser un final feliz fuera el drama más grande para la vida de una familia. En un cuaderno, que también está en manos de la Justicia, Weber relataba todo lo que le hizo hacer a Ludmila en esas horas de trabajo de parto: "con dilatación completa, la bebé luchaba por salir del útero pero por la insuficiencia pélvica de la madre no podía descender, lo que provocó un sufrimiento fetal" describió una de las fuentes y añadió que es mentira que la paciente estuvo esperando horas para ser atendida en la clínica.
"Ludmila pasó a la Sala de Parto para realizarle una prueba de parto porque no sabíamos qué es lo que le pasaba, no nos habían contado todo, cuando empecé a revisarla, el cuero cabelludo de la bebé ocupaba parte de la vagina, pero no podía salir, ahí visualicé una lesión en el cuero cabelludo que me llama la atención y urgente la llevamos al quirófano". "Nunca le practicamos ni la maniobra de Kristeller, ni intentamos utilizar forceps" remarcó.
La bebé nació y sobrevivió unas horas pero falleció producto de una infección, que hizo que Ludmila perdiera su útero y sobreviviera de milagro. Por esa razón los médicos se cuestionan: "¿Dónde se formó Weber? ¿Donde hizo partos? ¿Quien le enseñó a diagnosticar?".
¿Que es la maniobra de Kristeller?
La maniobra de Kristeller está prohibida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y consiste en presionar el abdomen de la madre hacia abajo, para que el bebé salga o al menos llegue a lo que se conoce como la coronación, es decir, cuando la cabeza de la criatura ya pasó el canal de parto y la parte superior, la corona, es visible en la abertura vaginal.
El término “parto respetado” o “parto humanizado” hace referencia a una modalidad de atención del parto caracterizada por el respeto a los derechos de los padres y los niños y niñas en el momento del nacimiento. Es decir, en consonancia con las necesidades y deseos de la familia que va a dar a luz.
Cuando se habla de parto humanizado, se habla de generar un espacio familiar donde la mamá y su bebé sean los protagonistas y donde el nacimiento se desarrolle de la manera más natural posible.
Audio cedido por la periodista Lilian Olguín