Sentarse a comer un yogur con frutas en un bar no parece una propuesta fascinante, pero la excepción salta a la vista de uno de los máximos referentes del parkour en Rosario y Argentina. En vísperas de su debut con el seleccionado nacional, Lambo redobló su apuesta por el deporte que lo cautivó en la adolescencia y lo llevó a convertirse en influencer.
“Me enojaba mucho cuando nos ponían a hacer fútbol”, recuerda Ismael Vázquez respecto de las horas de educación física en la Escuela Normal 3 Mariano Moreno. Ni bien empezó la secundaria, el atleta de 19 años descubrió en una pasión que le abrió otros caminos a través de redes sociales.
Mientras merienda después de haber dado la última clase del día, Lambo mira de reojo la exhibidora que está junto a la caja de un bar vecino al bulevar Oroño y le da un giro inesperado a la entrevista con Vía País. “Estoy pensando si eso aguanta, si puedo ir desde esa madera y girar”, comenta. Luego concluye: “Una persona que practica parkour ve todo el tiempo ese tipo de saltos, sea en un árbol o una mesa”.
¿Quién es Lambo?
Lambo nació en 2004 en Rosario y empezó a despegarse de su nombre legal cuando estaba en quinto grado de la escuela primaria. Uno de sus mejores amigos lo rebautizó como un personaje de anime. Años más tarde se convirtió en una referencia importante de la práctica de parkour, un fenómeno que va mucho más allá de los límites de la ciudad.
Sus abuelos son los únicos que todavía le dicen “Pocho”. Dentro y fuera de redes sociales, el deportista mantiene una identidad que también se transformó en el legado de su “hermano” fallecido. En paralelo con el crecimiento de su actividad online, este año lo convocaron al Abierto Panamericano de Costa Rica como parte de la selección nacional. En las próximas semanas espera juntar el dinero faltante para cubrir los gastos de la estadía y la inscripción.
El rosarino empezó a practicar parkour en 2018 y es especialista en saltar desde lugares muy altos. Una de sus máximas proezas fue la del puente peatonal del parque Alem, en la zona norte de la ciudad. Lo hizo dos veces el mismo día y no lo volvió a repetir.
A partir de la convocatoria para viajar a la ciudad de Alajuela en junio, Lambo organizó diferentes proyectos para costear su primera prueba internacional. Actualmente tiene más de 180.000 seguidores en Instagram gracias a la repercusión que tienen sus videos.
Parkour desde el Normal 3 de Rosario hasta la India
Lambo empezó a hacer parkour fuera de la escuela, pero no tardó en llevar la práctica a cualquier ámbito de su vida, incluida la Escuela Normal 3. “Me ponía a hacer mortales con mis amigos. Los profesores nos retaban, pero nos querían”, apunta.
El rosarino admite que “no tenía las mejores notas”, pero tampoco tuvo problemas para egresar de la secundaria del barrio Hospitales. Las matemáticas le costaban y le encantaba la filosofía. Después se anotó en la carrera de kinesiología, pero los números no cerraban en su familia.
“Fui dejando de a poco por el precio y porque mi padre me estaba diciendo que dejara parkour, que no me iba a servir para nada”, explica el rosarino. Entonces se le ocurrió una alternativa para seguir enfocado en el deporte.
Ismael empezó a estudiar para convertirse en personal trainer porque “era mucho más liviano”. Al respecto, concluyó: “Hacía feliz a mi papá y yo podía entrenar”.
Un par de años después, los videos de los saltos y desafíos del traceur rosarino superaron las fronteras de Argentina. “Un profe de la India me manda videos de sus alumnos”, menciona como ejemplo. Los chicos no tienen un gimnasio propiamente dicho, sino estructuras de madera sobre piso de tierra. Entonces se animan a hacer mortales frente a la cámara y el material le llega a su ídolo entre mensajes en inglés.
La rutina de Lambo, desde el parkour hasta las redes sociales
“Nunca me pasó que no quiera hacer parkour”, asegura Lambo a la hora de pensar cómo es su vida diaria. El atleta ni siquiera deja de practicar en vacaciones. La última vez que viajó a Salsipuedes, en la provincia de Córdoba, se puso a hacer mortales sobre el pasto. En este sentido, recordó que el deporte no reconoce límites urbanos: “Es el desplazamiento donde vos quieras”.
Despegar desde una piedra para caer sobre otra puede ser una “preci”, como se denomina a los saltos de precisión. Esas y otras acciones siempre están en la mente del rosarino, que se define como “una persona bastante inquieta”. Si bien le cuesta leer, disfruta de los podcasts y se cuenta entre los seguidores del youtuber Franco Pisso. Además hace una dieta vegetariana, sin comer carne.
En vísperas del Abierto Panamericano, la rutina de Lambo se divide en dos partes. A primera hora de la mañana le toca practicar en espacios públicos y a la noche se mete en el gimnasio. “Necesito entrenar en calle porque cuesta pasar los trucos a duro”, explica.
En paralelo con la preparación, el atleta de parkour encaró otros desafíos. Entre ellos se destaca el debut teatral en “Signos”, una obra escrita por inteligencia artificial.
De la mano del parkour, Lambo llegó a convertirse en influencer, además de las clases en las que enseña lo que ama. El vínculo con las redes sociales es fundamental, pero también tiene límites. “Cuando me saturo, directamente me tomo un tiempo y listo. Después lo dejo ser, ni le presto atención a responder mensajes”, señala.
Así como sabe evaluar el rendimiento de sus videos online, el rosarino destaca que el deporte es muy distinto en cada rincón del planeta. Incluso sabe reconocer cuál es la cualidad de la ciudad: “Somos de recibir mucho impacto con las piernas, sin rodar ni nada. Si te vas a España, son muy buenos con las barras”.
A la hora de repasar el mapa mundial, el argentino se muestra fascinado por los clips de Australia. “Los saltos son masivos. Imaginate una persona a 5 metros de altura que cae sobre el pasto y hace una mortal hacia adelante”, plantea como ejemplo. El próximo desafío personal lo espera en Costa Rica, pero está lejos de ser el último.