La provincia de Misiones continúa conmocionada por el caso de Romina Enríquez, la madre que quedó en el centro de una investigación judicial tras quedarse con los 17 millones de pesos que un grupo de padres había reunido para la fiesta de egresados de sus hijos.
Lo que en un primer momento pareció una historia vinculada al juego compulsivo, ahora suma un giro inesperado que reavivó la indignación de las familias afectadas.
Enríquez, de 42 años, se había presentado como tesorera del grupo de padres y, ante la falta del dinero, aseguró inicialmente que había perdido toda la suma en el casino. Esa versión ganó fuerza luego de que trascendieran publicaciones suyas en un blog de juegos de azar, donde hablaba abiertamente de su “pasión” por el juego. Sin embargo, con el avance de la investigación, esa explicación comenzó a desmoronarse.
En qué se habría gastado el dinero
Según información conocida en las últimas horas, el dinero no habría terminado en una mesa de apuestas, sino en la organización de un evento nocturno que nunca logró despegar. De acuerdo a fuentes cercanas a la causa, Enríquez habría utilizado los fondos para montar un recital, festival o fiesta temática inspirada en la nostalgia de los años ’90, con bandas invitadas, barra y una producción propia, en la que ella misma habría oficiado como productora.
La apuesta, pensada como una noche inolvidable, terminó siendo un fracaso económico. La escasa convocatoria y los costos de producción habrían dejado un fuerte rojo financiero, consumiendo gran parte del dinero que estaba destinado a la esperada celebración de los egresados. Para los investigadores, el relato del casino habría funcionado como una coartada para encubrir el verdadero destino de los fondos.
El impacto de esta revelación fue inmediato. Padres y estudiantes recibieron la noticia como un golpe devastador, al confirmarse que el sueño de la fiesta de egresados se había esfumado por completo. La causa ahora avanza bajo la carátula de estafa, mientras la Justicia busca determinar si Enríquez actuó sola o si contó con la colaboración de otras personas en el fallido emprendimiento.
En paralelo, la comunidad educativa sigue a la espera de respuestas concretas y de una posible solución que permita, de algún modo, compensar a los chicos que se quedaron sin su noche de celebración.
































