La representación legal de la familia del menor Josías Galeano (15), cuyo cadáver fue hallado el 3 de junio del año pasado en un bañado de la periferia de Oberá, ha vuelto a apuntar hacia efectivos policiales de la Unidad Regional II en Oberá. En los próximos días, se espera que los uniformados presenten declaración.
La Justicia de Oberá imputó en septiembre del año pasado a cuatro policías por el presunto accionar de los mismos en procedimientos realizados contra el menor antes de su desaparición y posterior hallazgo del cadáver.
Actualmente, se investiga la muerte de Josías Galeano, con Rogelio Andrés “Koki” Texeira (26) como imputado en el crimen y con prisión preventiva dictada por el Juez de Instrucción 2 de Oberá, Horacio Alarcón.
El expediente que involucra a los policías, surgió a partir de una denuncia de la madre del menor asesinado, Carolina Ramírez, quien acusó a efectivos de la Seccional Cuarta por hechos de violencia y amenazas contra su hijo.
La representación legal de la familia de la víctima volvió a apuntar contra los uniformados de la Unidad Regional II, ya que días antes de la desaparición del adolescente, un grupo de policías andaba preguntando por Galeano en su barrio y le tomó una fotografía junto a una patrulla policial.
Josías Galeano desapareció el 30 de abril del año pasado y su cuerpo en avanzado estado de deterioro fue encontrado el 3 de junio. Tras permanecer 81 días en la morgue judicial de Posadas, sus restos fueron entregados a sus familiares y sepultados en el Cementerio La Piedad de Oberá el 24 de agosto.
El menor murió por “asfixia por sumersión” en el bañado del barrio Prosol de Oberá, por lo que se descarta que haya sido asesinado en otro lugar y su cuerpo arrojado allí.
Según trascendió de fuentes de la investigación, el estudio bioquímico del cadáver dio positivo para “diatomeas”, que son parte del zooplancton microscópico que se encuentra en ciertos lugares y con características propias de cada lugar.
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Para que estos organismos estén presentes en la médula ósea, es necesario que la persona esté viva, puesto que el agua que los contiene debe ser aspirada para luego pasar al torrente sanguíneo y de allí depositada en la médula, cosa que no sucede en la persona muerta y arrojada al agua.
El examen determinó, que, por la presencia de los microorganismos presentes, el menor estaba vivo (posiblemente en estado inconsciente), en el lugar donde fue hallado el cadáver, según trascendió de fuentes de la investigación.