“Son clientas de muchísimos años, tres generaciones. Vienen la madre, la abuela, las hijas. Hemos tenido chiquitos que no llegaban al mostrador y ahora ya son papás”, contó Marta Gavilán, la dueña de Iara y Arezzo, la primera marroquinería y boutique de Neuquén, que guarda mucha historia y conmocionó a todos los vecinos al anunciar que cerrará sus puertas definitivamente este 10 de junio.
Si bien la situación del país está complicada, este histórico negocio no cerró por un tema económico, sino porque “a las chicas les llegó la jubilación”, explicó Marta sobre María Elena y Laura Bello, quienes trabajan con ella desde sus comienzos. “Ayer fue su último día y fue difícil porque somos una familia, son muchos años”, contó a LMNeuquén.
Mudarse a otro lugar y “apostar por la familia”
Marta estudió obstetricia, vivía en Buenos Aires y se fue a vivir a Neuquén por el trabajo de su marido, como ingeniero agrónomo, primero fueron a Zapala y luego a Chos Malal. Ella primero fue docente, pero luego decidió avocarse a su familia. Cuando sus hijas crecieron y abandonaron el nido, abrió la emblemática marroquinería y boutique, a principios de los años 90′.
“Hace 48 años salimos de pleno Buenos Aires y vinimos a ‘hacer patria’, cuando no había ni televisión, los caminos eran de tierra”, indicó. En sus comienzos, Marta tenía una socia y el local se encontraba en Roca 36, aunque más tarde se terminarían disolviendo, y mudándose a su actual ubicación, la galería Roca, a metros del Monumento a San Martín.
Lo que siempre distinguió al negocio neuquino fue su atención personalizada, si bien luego las ciudades se poblaron y llegaron los shoppings, Arezzo y Iara mantuvieron a sus fieles clientes, que los elegían por su calidez y confianza. Además, Gavilán contó que, entre el 2005 y el 2008, la demanda era enorme, sobre todo en épocas especiales. Al haber estado tantos años, pasaron todas las etapas, desde el corralito hasta la pandemia.
Además del amor por el trabajo y el negocio, Marta llegó a querer mucho a sus empleadas, María Elena y Laura Bello, dos hermanas que trabajaban con ella hacía 28 años, una desde 1.996 y la otra desde el 2.000, y que hace muy poco recibieron la jubilación. Incluso, terminaron convirtiéndose en su familia y ayudándola a criar a su nieto.
La tristeza de los vecinos por el cierre de Arezzo
Como los clientes son vecinos que fueron toda su vida a comprar accesorios, regalos, abrigos, todo lo que pudieran necesitar de una marroquinería y boutique, la tristeza y nostalgia fue total al enterarse de la noticia. En la vitrina del local, apareció un cartel que decía “Liquidación por cierre” y los vecinos se desconcertaron.
“Las que venimos a comprar acá somos casi de la misma generación. Yo me enteré que cerraban por unas amigas. Primero fue el lamento, no la alegría de decir: ‘Andá y aprovechá la liquidación’. Yo me quiero llevar algo, es verdad; pero el dolor supera la posibilidad de poder comprar un buen producto a menor precio”, expresó una fiel clienta del negocio.
Aun así, Marta está contenta por lo que le depara el futuro: poder pasar más tiempo con su madre y sus nietos e incluso, viajar. “Tengo ganas de disfrutar de mis nietos sin horarios. Así que estoy en paz. Se terminó una buena etapa y se terminó bien, que es lo importante. No sé en unos días si empezaré a extrañar, pero ahora estoy tranquila, esperando disfrutar de la familia más que nada”, cerró la comerciante.