Manuel Ernesto Suarez con 83 de años se mantiene dándole vida a los escenarios de teatros mendocinos, aunque cabe decir que también se dio el gusto de hacer cine y trabajar junto a figuras de talla internacional. Y sino, pregúntele a Rodrigo de al Serna.
“El Flaco” como se lo conoce en las tablas, tiene un espíritu inmortal. Es ilustre de la cultura regional, inspiración a la lucha, a la dedicación, a los valores y al arte popular. Es imaginación, improvisación, historia, familia, barrio, fútbol, Mendoza. Es quien dejó en 60 años de actuación su granito de arena a muchas generaciones.
“En mi teatro hay dos consignas claras, tiene que hacerte reír y pensar. Siempre he procurado eso en mis obras y creo honestamente que ha sido logrado”, dijo Suárez, uno de los actores y directores más consagrados de la escena teatral local y latinoamericana.
Y siempre, si en algún café se tiene la suerte de compartir, o unos mates de paso por casa o en su sala, se lo escuchará mencionar una frase retórica referente a su presente activo: “unos meses más todavía”, la cual lo llena de orgullo a la vez que transmite a su receptor la tranquilidad de que hay Suárez para rato para disfrutar.
Este fin de semana, el Flaco está celebrando sus 60 años en el Teatro Independencia. Lo hace a su modo, actuando, diciendo y denunciando porque siempre supo decir.
Sorteó el proceso militar, se exilió, vivió del teatro en Ecuador, recorrió calles, ciudades y países. Y volvió, a su lugar en el mundo. A su ciudad, con los amigos, alumnos, teatros y su Lepra querida.
“Viví de lo que me ha gustado, le pude comprar una casa a cada una de mis hijas, viví sin amos ni patrones, he viajado por casi todo el mundo y acá he hecho mucho por el teatro, aposté a quedarme cuando me iba mejor en Ecuador. No me quejo, me ha ido bien. Me va bien”, confió tiempo atrás a Los Andes.
Hoy, será la segunda y última función de su “cumpleteatro” por sus 60 pirulos, que lo festeja como bien dice con amigos, no como “homenaje, eso que me llegue cuando vaya para el otro lado. Ahora se festeja”.
El espectáculo cuenta con la presencia de Daniel Quiroga, Sandra Viggiani, Chicho Vargas, Marcelo Lacerna, Adrián Sorrentino, Marcelo Sánchez. Además, participarán Ezequiel Yasar, Gonzalo Aranda y Oscar Pizarro y “De sol a sol”, una de las compañías teatrales creada por Suárez. Mientras que el toque emotivo lo darán sus hijas, Ana y Laura, en el escenario.
Una vida dura, un teatro para ablandar corazones
Ernesto Suárez nació en un hogar muy humilde de Mendoza, hijo de una madre costurera y trabajadora del servicio doméstico, quien fue un pilar en su vida. Crió sola a 5 hijos, por la ausencia de un padre que los abandonó, pero siempre cantaba y hacía chistes, recuerda.
“Mi mamá tenía siempre el humor a flor de piel y también la música. Ella nos hizo sacar el drama en sus formas de reír, podía dar una gran lección de resiliencia”, confió Ernesto de su mamá a quien no pudo despedirla cuando dejó este universo, por estar exiliado.
Pese a eso “mi madre está presente siempre. Ella anda por esos textos por la risa, siempre habita en la risa” pronunció.
Ese humor que llevaba como un traje ambulante prontamente fue detectado por referentes del arte. “Terminé la secundaria literalmente como pude, y a los 23 años, por esas cosas del destino, debutaba en el teatro que estaba ubicado arriba de la Biblioteca General San Martín. Meses antes me habían descubierto en esto de contar cuentos en el Comedor Universitario de la UNCuyo, por entonces ubicado en la calle Rivadavia. Ahí, nada menos que Mercedes Sosa, cuando terminaba de actuar, se venía a nuestra mesa, me arengaba a subir al escenario. Ahí me vieron y bueno fue un inicio y aquí me tenés con 83 pirulos”, relata Suárez.
Ernesto Suárez El Flaco, apodo por su contextura, se trasladó a Córdoba. Allí quiso estudiar un terciario, pero apenas pisó suelo cordobés, le pasó una desopilante historia. “Unos curas dominicos andaban buscando un sacristán y monaguillo y, como no tenía dónde dormir, estuve un tiempo viviendo con ellos. En este tiempo aproveché para hacer un curso de bibliotecario. Cuando todo se encaminaba, llegaron noticias de lo enferma que estaba mi mamá, dejé todo y regresé. Ya con mi certificado de bibliotecario, en Mendoza trabajé en la biblioteca de la Facultad de Ciencias Económicas y comencé a hacer teatro con muchísima intensidad. Tanto, que fui designado director de la Escuela de Teatro de la Universidad Nacional de Cuyo”, recuerda Suárez.
Prontamente, el avance militar sobre los artistas se volvió una amenaza contra la vida. Logró salvar a algunos amigos y él tuvo que huir con su pequeña hija y su esposa “hasta el lugar donde me alcanzó lo que tenía”. Así recaló en Perú y Ecuador. En este último país formó la mítica compañía El Juglar, gestora de grandes artistas, lo que le ha valido el reconocimiento de ese gobierno, ya cumpliendo los 45 años de historia este semillero de artistas.
Suárez se volvió un referente en distintos países de Latinoamérica, como Perú, donde también formó escuela y donde, como en nuestra Mendoza, es considerado un imprescindible referente como actor y director. Justamente en la provincia creó compañías como Teatro El Taller, otro enorme gestante de artistas. Lo mismo que la compañía De Sol a Sol. Además, ha sido multipremiado y distinguido como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Mendoza, iniciativa del por entonces intendente de la Ciudad, Rodolfo Suárez, hoy Gobernador de Mendoza. El Instituto Nacional del Teatro (INT), por su parte, lo incluyó en la lista de los 20 imprescindibles del teatro argentino.
En cine tuvo distintas participaciones, pero el país se maravilló con la actuación en la película Camino a la paz, donde coprotagonizó con Rodrigo de la Serna, quien quedó maravillado por su trabajo y personalidad. Ernesto Suárez dice que no se considera dramaturgo, aunque no para de escribir obras. “Tengo mucha gente que me ayuda”, dice el artista, que tiene una amplísima carpeta de obras todas de las cuales salen aplausos y ovaciones.
“El que se olvida de donde viene, nunca sabe dónde va”
Militante constante del teatro en escuelas y cárceles, cree que es una herramienta imprescindible para la reflexión. Entre sus referentes a su vez habla de Chaplin y Cantinflas, en ellos ve la expresión del humor y la reflexión.
“Me siento orgulloso de decir que en mis obras hemos hablado, cuando nadie hablaba, de temas como el machismo, y con una postura muy tomada. Eso siempre y, en obras más recientes, he sumado temas como el trato aún increíble a la comunidad homosexual. También la reflexión sobre el cuidado a nuestros adultos y adultas mayores. No se les huye a los temas que incomodan, se los enfrenta, se los muestra y qué mejor mientras a más gente se pueda. Reitero, es militancia en mi caso. Además, una de las frases que más me moviliza es la que dice: el que se olvida de donde viene, nunca sabe dónde va. Yo vengo de un hogar humilde. A mis 83 años tengo solo mi casita y un Renault 12. Mi riqueza es mi familia, Ana y Laura, mis hijas maravillosas; mi pareja, Mónica Pacheco. Mis compañeros y compañeras teatrales. Por eso estos dos días de teatro serás un festejo a la vida y al arte”, concluye el gran maestro Ernesto Flaco Suárez.