El recuerdo del Seleccionado "fantasma" y su paso por Jujuy en 1973

Miguel Ignomiriello condujo la preparación para jugar un difícil compromiso en La Paz.

El recuerdo del Seleccionado "fantasma" y su paso por Jujuy en 1973
uegos con pelota, para la foto, en la explanada del Monumento a los Héroes de la Independencia\u002E

A 47 años de una de las travesías más insólitas de la historia del fútbol argentino, cuyo feliz desenlace allanó el camino hacia el Mundial de Alemania que se llevarían los teutones frente a la "Naranja Mecánica" de Países Bajos en 1974, el entrenador Miguel Ubaldo Ignomiriello detalló cómo fue el día a día de la legendaria Selección "Fantasma" y, un poco en broma, un poco en serio, hizo notar que "todavía estoy esperando que me paguen el premio".

El domingo 23 de septiembre de 1973 en el estadio "Hernando Siles" de La Paz, la Selección albiceleste derrotó por 1-0 a su par de Bolivia gracias a un gol del sanjuanino Oscar Rubén Fornari, de "palomita", tras un centro de Rubén Hugo Ayala, uno de los cuatro titulares que no formaron parte de un largo período de aclimatación en el norte argentino y en el Cuzco, entre otras geografías.

Durante su estadía en Humahuaca, a pcos metros del Hotel de Turismo, algunos de los jugadores convocados por Ignomiriello.
Durante su estadía en Humahuaca, a pcos metros del Hotel de Turismo, algunos de los jugadores convocados por Ignomiriello.

Los otros tres fueron el arquero Daniel Carnevali, el central Ángel Hugo Bargas y el mediocampista Roberto Telch, en el contexto de un partido que abrigó el debut internacional de cuatro campeones del mundo: el formoseño Rubén Galván, el santafecino Marcelo Trobbiani, el zarateño Ricardo Bochini y el mismísimo cordobés Mario Alberto Kempes, que por entonces jugaba en Instituto.

Aquella lejana tarde Ignomiriello salió a la cancha como ayudante de campo de Enrique Omar Sívori, puesto que el célebre "Cabezón" era el director técnico que conducía al equipo en las Eliminatorias, pero se había quedado en Buenos Aires al mando de la base del plantel que venía de golear a Bolivia 4-0 en La Bombonera y de empatar 1-1 con Paraguay en Asunción.

"En realidad, Sívori, que había sido un jugador excepcional, le tenía aprensión a la altura y entonces me llamaron de la AFA para que arme un equipo especialmente preparado para ir a jugar a la altura de La Paz. Ese partido era clave para llegar al Mundial y se venía de una experiencia muy mala, una derrota de 3-1 que al final terminó siendo decisiva en la eliminación del Mundial de México 70. Como yo estaba al frente de las selecciones juveniles que competían en Europa, sobre todo en el Torneo de Cannes, donde salimos campeones, me dieron libertad en la planificación, pero eso sí, con dos condiciones: que no convocara muchos jugadores de los clubes grandes, ni muchos de un mismo equipo, para que no hubiera protestas", memoró Ignomiriello en diálogo con Télam.

El entrenador platense Miguel Ignomiriello recorrrió sus recuerdos con la "Selección fantasma".
El entrenador platense Miguel Ignomiriello recorrrió sus recuerdos con la "Selección fantasma".

Al presunto amparo de la plana mayor del fútbol argentino ("nos prometieron de todo y después nos abandonaron de forma total"), la delegación partió hacia una juramentada preparación destinada a exorcizar la amenaza de los 3.625 metros de La Paz y que comprendió sendas residencias en lugares de la Argentina, Perú y Bolivia: San Salvador de Jujuy, Tilcara, La Quiaca, Mina Aguilar;  San Carlos de Puno, Cuzco, Arequipa; Potosí y La Paz misma, y en condiciones que hoy se verían, se ven, como impropias del fútbol de élite y mucho menos de un representativo nacional.

Así lo evocó Ignomiriello: "Vea, podría estar horas contándole cosas de esa experiencia. Cada día resultó de una anécdota encadenada con otra. Nos prometieron una financiación que nunca llegó. Desde Mina Aguilar, una multinacional que tenía buenas comunicaciones y nos dio una mano, me comuniqué con la AFA pidiéndoles que por favor nos mandaran carne roja y blanca, un jamón, leche, aceite, porque la de allá era de pésima calidad, todo de primera necesidad,  y nunca llegaron esos comestibles. Los hoteles los contratábamos nosotros, como podíamos y con lo que teníamos, por lo general eran de tercera o cuarta categoría. El calor, insoportable. Pero fue un grupo extraordinario, una gran cooperación, salvo un par de casos de los que preferiría no hablar".

Histórica fotografía tomada al pie del Monumento a los Héroes de la Independencia, en Humahuaca.
Histórica fotografía tomada al pie del Monumento a los Héroes de la Independencia, en Humahuaca.

Así fueron transcurriendo las seis semanas de adaptación de una Selección que pasó por vicisitudes de todo tipo: "Cuando se nos terminaron los viáticos hubo que jugar más amistosos que los pactados, yo mismo negociaba el cachet y con ese dinero íbamos pagando, tirando, mientras se evaluaba una adaptación que seguía de cerca con el profesor Cancela, el doctor Rodríguez y otro doctor, Escudero, un psiquiatra".

"¿Sabe por qué lo llevé?", pregunta Ignomiriello, y se explaya: "Porque en esa época se sabía poco de cómo neutralizar los efectos de la altura y a mí me interesaba estudiar hasta dónde era real y hasta dónde era psicológico. Como entenderá, los médicos veían como enemigos a quienes estudiaban la mente, pero en la adversidad la gente se vuelve más flexible, se une, y ellos terminaron llevándose muy bien".

Cuando llegó la consabida pregunta de por qué la etiqueta de "Selección Fantasma", Ignomiriello, de 93 años y ya 77 en el universo del fútbol, interpeló la cantada deducción que alude al "cuco" de la altura de La Paz.

Icónica imagen tomada en Bolivia, del "Seleccionado fantasma" de la Argentina.
Icónica imagen tomada en Bolivia, del "Seleccionado fantasma" de la Argentina.

"Mucha gente cree eso, pero no es así. En aquellos días, cuando estábamos abandonados y sin comunicación, un periodista iba a la AFA, preguntaba por nosotros y nadie sabía darle noticias. A la tercera o cuarta vez, pensó en voz alta, '...pero, entonces es una Selección fantasma'. Fue, lo escribió y ahí quedó. Como el premio prometido si ganábamos. Todavía lo estoy esperando. Por suerte, en cambio cumplieron con los muchachos que entraron a la cancha. Fornari, pobrecito, que murió el año pasado, una vez me encontró en una cancha de San Juan, yo había ido con Douglas Haig de Pergamino, me abrazó y me agradeció. Con el dinero de ese partido había podido comprarse un departamento en su provincia natal".