Con 28.000 espectadores, duplicando la cantidad de público que tuvo la primera edición hace cinco años, el Festival Internacional de Cine de las Alturas realizado en San Salvador de Jujuy la semana pasada se convirtió en el tercero en línea, después del de Mar del Plata y del Bafici, que entusiasma a sus impulsores, Daniel Desaloms y Marcelo Pont, y los coloca de cara a un futuro que, seguramente, traerá nuevas buenas sorpresas.
La muestra, que movilizó a la capital provincial durante una semana y este año contó con la presencia del reconocido director de fotografía argentino Ricardo Aronovich, radicado en París hace más de medio siglo, funciona como un mecanismo de relojería y convoca a producciones de la región que de otra forma sería difícil ver en el NOA, a las que premia.
Télam: ¿Termina una etapa y comienza una nueva?
Daniel Desaloms: Estamos convencidos de que el festival adquirió la estatura que nosotros esperábamos para esta altura del partido. El festival nació con algunas premisas, como visibilizar una parte del país que era ignorada desde la Revolución de Mayo y lo que comprende el NOA, dar un punto de referencia cinematográfica para el país y la región andina y de hecho hasta ahora es el único, con una convergencia de los cineastas para que vinieran una semana a intercambiar proyectos del presente y del futuro. Todos estos pasos se dieron, comenzamos con poco más de 12.000 espectadores y terminamos superando los 28.000.
T: Este año incorporaron temas conceptuales...
DD: Comenzamos con la idea de dedicar el festival a cada una de las especialidades del cine, y comenzamos con la fotografía, y hacerlo cada año con una, porque el público básicamente conoce a los directores de las películas, es decir crear un vínculo más amplio con toda la industria. El balance es extraordinario, con público en todas las funciones. Además este año abrimos con un documental a propósito, sobre Ricardo Vilca, dirigido por Ulises de la Orden y Gernán Cantore, que fue un éxito rotundo.
T: ¿Lo mejor del festival está en el futuro?
MP: Llegamos hasta el lugar en donde queremos partir nuevamente. Al hecho de que tengamos a muchos directores de los países andinos, se suman los nuevos creadores del NOA con sus cortos que sabemos dentro de algunos años van a estar con sus largometrajes. Además damos muchísimo lugar a formación de alta calidad durante todo el año, que se complementa con la de la Enerc (NdR: Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica), y toda esta gente está empezando a conectarse con los otros andinos.
T: ¿Generar una nuevo concepto difusión...?
MP: Es una nueva dinámica que no necesita pasar por Buenos Aires, funciona como un subte que te lleva, por ejemplo, de Santiago del Estero hasta Bogotá... Pasamos de los Andes como columna vertebral a empezar a forjar una autopista cultural latinoamericana.
T: ¿El nacimiento del festival coincidió con el de la Enerc regional?
DD: Sí, y poco después apareció la Film Comission. Con el festival logramos una visibilización de la región que no existía en esta magnitud y de pronto esta realidad cambió esa historia y generó que haya más energía circulando, que se complementa con la formación y el nacimiento de una industria y de la gente que viene y empieza a descubrir Jujuy.
T: Más allá del crecimiento lógico, ¿cuál es el sueño a futuro?
DD: Hay varias cosas que todavía tenemos que lograr para constituir un festival como es el del sueño de poder generar un ámbito de negocios, que no estaba planteado en esta primera etapa, con objetivos posibles. Ahora comenzamos con el homenaje a los especialistas en cada año, y está en carpeta un espacio para el mercado, para que haya productores que vengan a hablar de proyectos, asociarse, coproducir y comprar.
MP: Una cosa por la que no hemos ido más adelante todavía es porque priorizamos que el festival se legitimice por el público jujeño, el genuino. No buscábamos un festival importado al que viniésemos los cinéfilos, que hacemos un mercado, y el público nunca pasa por la sala. Queremos generar cultura que enriquezca al cine, como dice Daniel, una idea que parecía delirante... Sabemos que el cine vive de los delirios que se convierten en películas y en este caso el delirio se convirtió en un festival que funciona.