En una emocionante historia de supervivencia, Miguel Aguirre de 25 años, y su cuñado Vilmar Rodríguez de 20 años, empleados de la concesionaria de servicios dentro del Parque Nacional Iguazú, fueron rescatados después de un angustioso incidente que tuvo lugar hace 25 años alrededor de las 19:30 horas. Los jóvenes realizaban labores de traslado de la lancha turística Iguazú II, que regularmente transporta a 20 turistas entre Puerto Canoas y el último tramo de las pasarelas que conducen a la Garganta del Diablo.
El dramático episodio comenzó cuando la embarcación, impulsada por un motor de 40 HP, quedó a merced de una poderosa corriente tras sufrir una falla en su funcionamiento. Según los náufragos, al liberar la lancha del amarradero, no pudieron encender el motor a tiempo debido a la fuerza del agua en movimiento. “En ese momento, el flujo era demasiado fuerte y no pudimos acercarnos a la costa, estábamos atrapados”, relató Aguirre.
El torrente arrastró la lancha al centro del río, llevando a Miguel y Vilmar a tomar la decisión de lanzarse al agua en busca de salvación. Mientras Vilmar logró agarrarse a la vegetación cerca del salto San Martín, a unos 100 metros de distancia, Miguel se aferró a las ramas de un arbusto sarandí a solo unos 20 metros del abismo. Ambos jóvenes pasaron la noche flotando, sostenidos por las ramas, manteniendo el ánimo al comunicarse a través de silbidos.
La situación tomó un giro el domingo alrededor de las 13 hs, cuando Sebastián Aguirre, padre de Miguel, acudió al Parque Nacional Iguazú preocupado por la ausencia de su hijo. A pesar de la abrumadora afluencia de turistas ese día, varios de ellos afirmaron haber visto a Miguel agitar una remera cerca del salto San Martín y le respondieron con saludos, creyendo que se trataba de una broma. Alrededor de las 15 horas, un guardaparques logró divisar a Miguel con binoculares y alertó inmediatamente a las autoridades del parque.
A partir de ese punto, se organizó una compleja operación de rescate en colaboración con la Prefectura, los bomberos voluntarios de Iguazú y la empresa de helicópteros Helisul de Foz de Iguazú. Tras un proceso que involucró trámites con la Fuerza Aérea Argentina, el helicóptero brasileño pudo ser desplegado en cuestión de minutos.
Después de varios intentos tensos, el hábil piloto logró estabilizar el helicóptero a solo un metro sobre el agua, mientras que un valiente bombero extendía sus brazos para asegurar la seguridad de Aguirre. A pesar de los nervios, el joven fue rescatado exitosamente. Mientras la operación llegaba a su fin cerca de las 18:30 horas, se divisó a Vilmar a unos 80 metros, un rescate que se vio facilitado por las condiciones climáticas más favorables en ese punto.
Los sobrevivientes fueron llevados de inmediato al hospital, donde se confirmó que solo habían experimentado un gran susto y presentaban numerosas picaduras de mosquitos. La Prefectura inició una investigación, bajo la supervisión del juez federal de Eldorado, Mario Hachiro Doi, para determinar las circunstancias del naufragio del Iguazú II. Lamentablemente, los restos de la lancha aún no han sido localizados, como suele ocurrir en estos casos.
En el día de la fecha, el sr. Guedes Cami, piloto del entonces helicóptero Helisur y Monzón José Luis, Bombero y encargado de transportar a ambas víctimas del lugar hacia el Hospital, fueron homenajeados.
