La pandemia provocada por el coronavirus modificó drásticamente la vida de muchas personas. Rutinas fueron cambiadas, trabajos fueron desplazados y perdidos. En cada ámbito de la vida fueron incorporadas protocolos sanitarios para llevarlos a cabo.
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Algunas profesiones se convirtieron en esenciales. Las personas que ocuparon estos roles se vieron recargados de trabajo y con la obligación de llevarlo a cabo con las nuevas reglas de salud para cuidarse y cuidar a los demás.
Juan Manuel Maza es uno de los mendocinos que se vio en esta posición. El es chofer de colectivos de una línea de Guaymallén, departamento del cual también es oriundo. Para conocer más su experiencia de cerca, desde Vía Guaymallén dialogamos con Juan Manuel.
Época de mucho trabajo
Tal como sucedió en muchas labores, personas mayores de 60 años y con patologías de riesgo se vieron relegadas a sus hogares, para cuidar de su salud. Por ese mismo motivo y por ser un joven de buen salud, Juan Manuel se vio trabajando en todo momento.
“Fui uno de los que no dejé de trabajar, simplemente por el hecho y la gracia de no tener ninguna enfermedad de riesgo”, explicó el joven, mientras que detallaba el gran número de compañeros que por edad o salud dejaron de trabajar.
“Quedamos poquitos para seguir trabajando. Al ser pocos y reducir las frecuencias, quedamos casi los justos y necesarios, no teníamos margen de contagiarnos entre nosotros”, contó Juan Manuel. Inclusive señaló que por toda la situación, tenían más horas por cubrir.
Compañeros afectados
Sin embargo, no todos se vieron beneficiados por el cambio. Al reducirse las frecuencias, los jornaleros no tenían suficientes horas para trabajar. Ellos son los que cumplen mitad de su tiempo en horas de planta y horas de jornalero, lo que significa que su paga equivale a la cantidad de horas trabajadas.
“Ellos fueron quienes sufrieron, la pasaron económica y laboralmente mal”, detalló Juan Manuel y explicó que estas personas se quedaban “no porque querían, sino porque necesitaban trabajo”.
El joven colectivero inclusive expuso la situación de sus compañeros más recientes, y señaló que muchos fueron dejados porque no tenían horas para cumplir, ya que con los titulares bastaba.
La molestia más grande de la pandemia
Más allá de los nuevos protocolos que fueron establecidos en cada colectivo, lo que más le provocó molestia a Juan Manuel y sus pares fue la inconsciencia de la gente.
“Ver a gente que salía a pasear en plena pandemia y no querer cuidarse o cuidar al otro fue lo que más se vio arriba del colectivo y lo que más nos molestó”, expresó Juan Manuel.
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Hasta la situación se tornó en un tema de charla entre sus compañeros, y la molestia fue unánime. El joven manifestó que mientras ellos se exponían a muchas personas por su trabajo, le incomodó ver a mucha gente salir para simplemente pasear.
Algunos pro y contras
Aún así, Juan Manuel señaló ver menos gente en la calle. Eso repercutió tanto de manera favorable como de manera negativa en su día a día.
Primero, expresó mayor tranquilidad en las noches y madrugas por el cese de boliches y salidas nocturnas. “Para nosotros era muy complicado porque te cruzabas con mucha gente alcoholizada al volante o chicos que salían de los boliches. Al verse cortado se vieron menos accidentes en las madrugadas”, expresó Juan Manuel.
Por otro lado, la disminución de personas circulando dio vía libre a los malhechores en la noche. “Hay más compañeros asaltados”, contó el joven.
Para finalizar, el chofer recordó la necesidad de seguir con los cuidados y cumplirlos a la hora de subir a un transporte público, para cuidar a los choferes y demás pasajeros.