Para muchos, la cárcel es donde los sueños y los proyectos de vida mueren. No obstante, un joven guaymallino decidió hacer uso de su tiempo encerrado y recibirse de licenciado de administración de negocios, en contra de todo pronóstico.
Se trata de Ignacio “Nacho” Fernández, un joven guaymallino que fue privado de su libertad en el 2018. Es parte de una familia de profesionales, quienes lo han acompañado en cada paso del camino.
Es amante del fútbol, las buenas amistades y el ser feliz, aunque ha tomado unas malas decisiones que lo llevaron a estar encarcelado. Hoy sigue en la cárcel pero en su tiempo, ha aprendido y logró recibirse en la universidad.
Privado de su libertad
Nacho fue encarcelado el 2 de febrero del 2018. “Siempre digo que fue un conjunto de malas decisiones”, expresó Ignacio a Vía Mendoza.
Estaba estudiando en la Universidad Nacional Tecnológica una carrera de ingeniería, pero trabajar en la noche lo llevó por malos caminos, donde el consumo y la venta de droga abundaba.
“Uno cree que nada pasa porque son pocas cantidades. La realidad es que a uno no le pasan las cosas hasta que le pasan”, dijo.
Los primeros años la pasó la Penitenciaría de Boulogne Sur Mer y admite que fue difícil. “Me costó adaptarme. Tuve que deconstruir mi imagen de cheto o niño traga”, indicó y agregó que en el lugar había mucha droga y poco respeto por el otro.
“Creo que acostumbrarme nunca lo pude hacer, sino que me fui adaptando a la situación”, comentó. Se dio cuenta de que tenía que cambiar de mentalidad para dejar de sobrevivir y empezar a vivir.
Una de las claves para lograrlo, dice, fue realizar la diplomatura de bienestar y felicidad con quien hoy es su mentor, Gaspar Contreras.
“Encontrarme en la cárcel con una charla de Pilar Sordo, Ivanna Lajara, Tuti Furlán y otros referentes de bienestar y estar conectado con gente de todo el mundo, fue increíble”, expresó el joven. Además el darse cuenta de que su historia ayudaría a incentivar a otros fue algo que lo motivó aún en los días más oscuros.
Estudiar y recibirse en la cárcel
Otra de las formas que Nacho encontró paz dentro de cárcel fue a través del estudio. El guaymallino fue encarcelado el 2 de febrero y el 5 estaba presentando su certificado de alumno regular en la universidad, pidiendo que se le otorgara la posibilidad de estudiar una carrera universitaria en la penitenciaria.
Decidió dejar Ingeniería y dedicarse más bien a la administración de negocios en la Universidad de Mendoza.
Estudiar en la penitenciaria, y recibirse en el termino de cuatro años, le costó mucho. Es difícil terminar una carrera en un ambiente normal y en un contexto de encierre es mil veces peor.
Pero contra todo pronóstico, Nacho rindió su última materia de la licenciatura con un 10. Ya está planificando cómo ejercerá su nueva profesión. Está más que orgulloso de sí mismo y agradecido por toda la ayuda que recibió en el proceso, especialmente con su familia.
Confesó que el motor que lo impulsó para terminar la carrera en un lugar tan adverso y negativo, fue gracias a la capacidad de cambiar y por quienes vieron una luz en él cuando se sentía apagado.
“Lo que me trajo fue un conjunto de malas decisiones y lo que me impulsó fue un conjunto de buenas decisiones”, concluyó Nacho, y agregó que aunque todavía está encerrado en el peor lugar del mundo, encontró la manera de estar bien y feliz.
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