El jugador de tenis de mesa del Club Pedro Molina de Guaymallén, Marcelo Yeray López González, consagrado en dos torneos del Circuito Argentino, contó a Vía Mendoza cómo se repuso a un accidente que lo dejó en sillas de ruedas. También habló de sus sueños y su método como motivador en el Hospital Lencinas.
Marcelo tiene 30 años y vive en Villa Nueva, Guaymallén. Representa al club de San José en el circuito nacional de tenis de mesa que organiza la Fatema (Federación Argentina de Tenis de Mesa Adaptado), en el cual ya se adjudicó dos títulos nacionales.
Su crecimiento deportivo fue progresivo, conducido por la ilusión de llegar a los mejores puestos del ranking nacional. Actualmente, juega en la Segunda División, pero busca el ascenso.
Tras las dos competencias ganadas, espera que su meta se cumpla para fin de año. Mientras tanto, se mide y prueba con los máximos exponentes para seguir subiendo hasta su gran objetivo: jugar en el Mundial y Paralímpicos en su especialidad.
Quién es Marcelo López
Marcelo López sufrió un accidente de tránsito que lo dejó parapléjico. Sucedió hace siete años y según contó, “íbamos once amigos en mi camioneta. Tenía una Fiorino y veníamos de un boliche. A la altura del Malvinas Argentinas, el vehículo se dio vuelta e impactamos contra un poste de luz. Por suerte, fui el único herido porque mis amigos salieron ilesos”.
Como consecuencia, Marcelo se lastima la médula por el “latigazo entre el golpe del volante y los tubos de gas”. Fue operado en la Clínica Santa Rosa y al mes ya estuvo realizando su tratamiento de rehabilitación en la Clinica Piuquén y Hospital Lencinas.
“Esto es una reconstrucción de los hechos porque sinceramente no me acuerdo de nada”, dijo.
Asumir que desde entonces iba a tener dificultades para valerse por sí mismo, no le fue fácil.
Sin embargo, “el duelo fue corto, porque me di cuenta de que seguía teniendo el control para decidir si depender de alguien el resto de mi vida o empezar a trabajar para tener independencia. Mi elección fue la segunda, sobre todo por mi familia y amigos que siempre estuvieron acompañándome”.
El antes y el después del campeón
“Mi mamá al principio me tenía que vestir, pasarme a la silla y eso no me gustaba. Pensaba boludeses con respecto a vivir o no, pero un día me desperté y quise valerme por mi mismo. Fue un click. A la semana comencé a esforzarme. En la rehabilitación, si tenía que hacer 10 series de un ejercicio, hacía 20, con el objetivo de fortalecer el tronco para salir más rápido. Pero también, me pasó algo que fue verdaderamente un antes y un después, que me marcó y por el cual estoy agradecido eternamente”, confió.
Y amplió: “Volví un día de la rehabilitación y, como no quería que la gente dejara de hacer sus cosas para irme a buscar, del Lencinas me fui en mi silla de ruedas a la parada del micro para irme a casa. En el camino me topé con un señor, también en sillas de ruedas, pero deportiva. Me llamó mucho la atención. Era Luis Pérez, campeón Paralímpico de tenis de mesa, natación y básquet. Un groso que hasta hoy nos seguimos hablando. Con él vi que se puede. Son cosas del destino y agradezco habérmelo cruzado”.
Su progreso deportivo
López jugó al futsal en Alianza Guaymallén cuando estaba sano. Allí conoció a Gastón Alto, jugador olímpico de tenis de mesa. Después del accidente y de su rehabilitación, “me lo crucé en el shopping. Me comentó que cuando él iba al Cenard, veía entrenar a muchos jugadores en silla de ruedas y que iba a abrir una escuelita de tenis de mesa. Qué mejor que un referente del deporte mendocino para que te empuje de esa manera”.
Marcelo comenzó a entrenar, pasando por “todos los clubes de Mendoza. Finalmente, me quedé con el Pedro Molina porque su presidente Alejandro Buster me ofreció las instalaciones para entrenar y enseñar. Me puso a disposición siete mesas y ya tenemos 14 alumnos”.
Su debut fue hace 4 años en un Nacional en Cedima, en donde quedó eliminado en zona. Pero a medida que fue compitiendo, fue creciendo y avanzando instancias, hasta alcanzar ascensos y finales. Actualmente, el campeón argentino de Segunda división se entrena con Luciano Alto, sobrino de Gastón e hijo de Matías, optimizando sus días de práctica en doble turno, apuntando al ascenso y al seleccionado argentino.
Este año “se empezaron a dar los frutos de mi esfuerzo. Salí campeón de la Segunda y ahora estoy al borde de ascender a la Primera. Soy N°15 en el ranking, pero aún no se han actualizado los últimos logros, por lo que no sé si estoy ascendido aún”, dijo en tono expectante, además de agregar que también compite en dobles junto al bonaerense Nicolás Garavento, con quien puso su nombre en la historia al ganar el primer torneo en pareja, de la federación.
El oriundo de Guaymallén, quien tiene su negocio en calle Libertad de Villanueva, cuyo nombre es Cotillón de Ricota en alusión a Los Redonditos de Ricota, está a punto de afrontar otra competencia que también ranquea. Será la última fecha del Circuito en octubre, en día y lugar a confirmar.
Su presente como motivador en el Hospital Lencinas
“Trabajo como motivador en el hospital cuando llegan pacientes con estas lesiones medulares. La idea es demostrarles de que se puede seguir viviendo, que se puede hacer deportes, se puede manejar y tener una vida normal”, sostuvo Marcelo, quien conduce una Kangoo para poder trasladarse con su silla con absoluta independencia.
-¿Qué les decís a los pacientes? ¿Tenés alguna frase motivacional?
-No hay una frase que impacte más que los hechos. Soy un caso real y les muestro que se puede. Mas motivación que esa, que ver a alguien en la misma condición que sí pudo superarse. No se explica con palabras, es información que entran por los ojos.
-¿A quién agradecés por tu presente de campeón?
- A todos. A mi familia, amigos, mi novia Estefanía, quien se puso la mochila del negocio cuando yo entreno o viajo. A los médicos y kinesiólogos, a mis compañeros, entrenadores, alumnos. Y a mi amigo de la cancha, Lucas. Él es Leproso como yo, pero vive en Buenos Aires. Cuando voy, me da la ropa de su marca, San Telmo Tira, y el hospedaje. Sino, me costaría mucho poder cumplir con las fechas de competencia.
-¿Tenés sponsors?
-Realmente no. A excepción de los viajes al Cenard, que son de cuatro días la estadía y consigo por el boleto al discapacitado, los demás los pago yo. Y la verdad, sería bueno la colaboración de empresas para ayudarme a cumplir mi sueño con la Selección Argentina.
Marcelo por último invitó a los mendocinos a que se acerquen al club, para que practiquen este deporte. Sus clases, junto al profe Gastón Luquez, son lunes, miércoles y viernes de 8.30 a 10.30.
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